martes, 1 de junio de 2010

ASÍ PUDO SER


Despuntaban las primeras luces del alba cuando unos suaves golpes sonaron en la puerta principal, tan imperceptibles fueron que de no haber estado esperando desde hacía un buen rato, justo al lado, no los habría podido oír.

Por un momento dudó de si realmente lo que sonaban eran los toques en la puerta o los latidos de su corazón que parecía querer escapársele del pecho.

Estaba nerviosa…Pero no, no eran nervios lo que sentía, era excitación. Estaba excitada pensando en la gran aventura que comenzaban en ese día de finales de abril y que culminaría 15 días después si todo marchaba según lo previsto.

Una sonrisa nerviosa se dibujó en su rostro al percatarse de la palabra que acababa de usar: “marchaba”. Si hubiese buscado una definición más descriptiva de lo que les esperaba no la habría encontrado, porque eso era, precisamente, lo que iban a comenzar: una larga marcha que tenía como meta la gran plaza del Obradoiro.

Volvió rápidamente en sí de sus ensoñaciones y se apresuró a abrir la puerta. Al otro lado se encontró con la que sería su compañera de fatigas y alegrías durante el camino.

Las dos sabían que sería una experiencia muy dura pero todo lo bueno en la vida conlleva un sacrificio que hace valorar mucho más el resultado.
Se saludaron en silencio con una leve sonrisa, cerraron la puerta tras ellas y comenzaron la andadura.

No llevaban equipaje. Tan solo una mochila con lo más imprescindible. Un par de piezas de ropa de quita y pon, un hornillo casi de juguete y una cacerola que bien podría haber sido requisada de los juguetes de sus nietas, donde poder calentarse una sopa en los momentos de desfallecimiento que sin duda llegarían.

Parecía que la buena climatología las acompañaría en esa jornada. Aunque UN FRIO VIENTO LLEGABA DE LA COSTA no les preocupaba en demasía pues como buenas conocedoras de las señales que la naturaleza envía a quien sabe descifrarlas, sabían que la dirección del viento les auguraba un buen día de sol sin excesivo calor. Circunstancia que les permitiría caminar más cómodamente durante la primera etapa.

Poca conversación durante el camino. Las dos tenían muchas cosas que contarse a sí mismas y era la ocasión idónea para hacerlo.

Tendrían mucho tiempo para estudiarse íntimamente, conocerse a fondo. Culparse y perdonarse; loar y maldecir cada cosa buena y mala que la vida les había deparado; agradecer y reprochar a cada persona que han conocido a lo largo de sus vidas. De todas ellas han conseguido un trozo de sapiencia. La vida es eso, experiencias que se van acumulando con el paso del tiempo. Se aprende de todo y de todos. Es en el día a día, con las cosas buenas, malas y regulares que nos toca vivir, lo que nos forma un carácter único y especial que todo ser humano tiene y que no siempre se llega a conocer a fondo.

Nuestras peregrinas tuvieron muchos momentos duros durante el camino, pero también los disfrutaron de alegría, de conocer buena gente que todavía queda por el mundo.
En las ocasiones en que se encontraban con esas personas sanas, con ganas de ayudarlas, de suavizarles un poco las penurias físicas producidas por el esfuerzo y sacrificio del camino, las dos coincidían DIRIGIÉNDOSE UNA MIRADA CÓMPLICE sabedoras de que esos “pequeños” gestos recibidos les servirían como acicate para seguir adelante.

En varias ocasiones les surgieron las dudas al tener que elegir entre varias posibles rutas a seguir. Era entonces cuando se paraban para descansar y PODER DISCUTIR los pros y los contras de cada opción. Siempre se decidieron a tomar el camino “primitivo”.

Al haber tantas rutas existen diferentes opiniones sobre cuál es el “verdadero “ camino. Nuestras peregrinas piensan que “verdaderos” son todos aquellos que te llevan a Santiago como destino final. Ellas han optado por seguir el que se conoce como “camino primitivo”. Ni mejor, ni peor que los demás. Simplemente fue su libre elección.

Las etapas diarias las comenzaban a una hora que para la mayoría de los peregrinos puede parecer tardía, pero no les gusta madrugar.

Por las noches en los albergues destinados a recibir y acoger a tan sacrificados peregrinos hay intercambio de noticias, experiencias, consejos, y poco a poco el cansancio hace que EL MURMULLO GENERAL SE VAYA DILUYENDO Y QUEDE EN EVIDENCIA ALGUNA SUAVE VOZ terminando de narrar su historia.

En la oscuridad de la habitación comunitaria LAS MIRADAS SE DISPERSAN Y QUEDAN ELLAS DOS SOLAS CON EL BRILLO EN SUS OJOS que les produce la satisfacción de un proyecto conseguido.

Al día siguiente todo habrá terminado, o quizás sea en ese momento, junto al Santo, con su sueño cumplido, cuando realmente todo comience de nuevo.

Laura González Sánchez ©
Mayo 2010

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