domingo, 21 de noviembre de 2010

LA CASA VIEJA

Junto al camino
estaba la casa vieja
con su balconada
tan hermosa y solariega.
Por los cuatro costados
el sol lucía
y todos al pasar decían
¿cómo es que está vacía?

No hay quién la habite,
está para nidos de golondrinas,
los niños se hicieron grandes
que por ella jugaban y corrían
ellas buscaban otro rumbo
para formar sus familias,
la casa se quedó sola
abandonada y fría.

Sólo queda el recuerdo
de quienes vivieron
algún día
recuerdos de infancia
lejana que no se olvida,
allí vivieron los padres
abuelos y bisabuelos
yo diría, solo quedan
los recuerdos de piedras
enmohecidas.
Las tablas desechas
por la carcoma,
las vigas casi hundidas.

Recuerdos tristes y alegres
todo se acaba en la vida,
aquellos frutales frondosos
que alrededor de la casa había,
daban copiosas cosechas
y de todo abastecían,
manzanas, ciruelas, peras,
higos, castañas, cogían.

Aquel olor a hierba seca
que en el pajar recogían
para comer el ganado
en invierno si llovía.
Se trabajaba una huerta
con legumbres y verduras,
para todo el años
comer la familia.
Todo se acabó hoy en día,
no faltaba en el corral
los polluelos y gallinas,
y un cerdo en la cuadra
que se cebaba con harina.

En la casa vieja
se hacía la matanza,
curándose junto al fuego
al amor de la cocina,
chorizos, lomos, costillas,
los jamones y tocino
boronos y las morcillas,
después de salados
se colgaron en la cocina.

La deshoja del maíz,
participaba toda la familia,
algunos vecinos y de
pueblos más cercanos,
las magostas de castañas.
En las deshojas eran típicas.
con algún sorbo de anís
para arreglar la fiesta.

La cosecha de alubias
era inmensa aquella pila,
que llegaba hasta el techo
y en le desván no cabían;
maíz, patatas, alubias,
manzanos, todo para el año.
Buenas pilas de leña
en el corral
para atizar la cocina.


Blanca Santos ©
30-X-2010

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