martes, 21 de diciembre de 2010

CON MÚSICA NAVIDEÑA


Ya lo he dicho más veces, yo para la música soy una calamidad; vamos, que tengo una captación fatal para las notas. Sensibilidad auditiva, cero. Hombre, a fuerza de oír muchas veces una composición, algo se me va quedando. Por ejemplo, reconozco enseguida la música de tengo una vaca lechera. La reconozco sin esperar a que llegue lo de tolón, tolón. Y también reconozco la de El sitio de Zaragoza, pero ésta porque cuando éramos jóvenes la cantábamos con una letra más verde que un prado en primavera. Fíjate si sería verde, que aunque la recuerdo perfectamente, no me atrevo a escribirla aquí. ¡No, no!, no insistas que no la voy a cantar, no vaya a ocurrir que no recuerde la música tan bien como yo creo, y haga delante de ti un mal papel.

De las músicas navideñas, me suenan dos. Hombre, si pongo mucha atención, a lo mejor reconozco alguna más, pero tengo que estar muy atento. Además, como estoy sordo…

Que si, que es una pejiguera esto de estar sordo, porque a veces estoy con un grupo de amigos, y me quedo a media vela de las cosas que estoy oyendo. Y cuando me piden opinión de algo que se dijo, no me queda más remedio que poner cara de circunstancias, (algunas veces debe ser cara de idiota,) encogerme de hombros, y responder como quien hace una concesión, hombre, ya sabes, hay de todo. Con lo que no te comprometes a nada, pero al menos contestas aunque no sepas a qué. Es una lata, ya lo se. Otras veces me conformo pensando que para oír las cosas que se oyen, es una suerte la sordera. Y algunas otras, es una auténtica suerte. Es cuando algunos pensando en que tu no oyes, se arriesgan demasiado en sus comentarios, y te enteras de lo que ellos no quisieran que te enteraras. Mi mujer me suele decir que no oigo lo que no me interesa, y hay veces que acierta.

Pero bueno, yo te estaba hablando de las dos músicas navideñas que reconozco casi al primer golpe de compás. Son Noche de Paz, (Llevo casi ochenta años escuchándola,) y la del anuncio de Turrones el Almendro. ¡Jo, tío, la del Almendro, me encanta!. Sobre todo el blando, que para el duro no me fío demasiado de la dentadura que le compré al dentista. Y no creas que es porque vi rodar aquí varios anuncios, e incluso hice cierta amistad con el director de rodaje que me introdujo un poco en ese curioso mundo. No, no es por eso. Es que soy un goloso redomado que jamás en esta vida encontré algo demasiado dulce, y los turrones son una de mis muchas debilidades. Los turrones y los mazapanes, y los polvorones y los alfajores, que una vez estuve en Medina Sidonia que es donde dicen que se hacen los mejores del mundo, y no reventé porque Dios no quiso. No, en Estepa no. De ahí son los polvorones que tampoco es moco de pavo; pero los alfajores fetén, son los de Medina.

Pensándolo bien, te diré que tampoco me importan otras marcas, como El Lobo, o 1880, u otras muchas de las que hay por ahí, con tal de que no traten de meter gato por liebre, y le pongan cacahuetes en lugar de almendra. Mira chaval, te lo estoy contando y sin darme cuenta babeo de puro placer. Es que eso de morder despacio y triturar la almendra molida impregnada de miel y clara de huevo es puro placer de los dioses del Olimpo.

A mi siempre me extrañó una barbaridad que los Reyes Magos no le hubieran llevado turrón al Niño. Lo del oro, hombre si, está bien, que el oro vale lo suyo Lo del incienso no creas que me convence mucho; vete tu a saber si Melchor, Gaspar o Baltasar no tenían por su país alguna plantación de marihuana y pretendían introducir en Belén sus aromas. Y lo de mirra, nada, la mirra es una gomorresina arábiga que no vale cuatro perras. Ahora, si se les ocurre llevar turrón, aunque el Niño no tuviera dientes, hubiera sido un auténtico éxito. El Chavalín se hartaría de chupar a la hora de dormir y no les hubiera dado a sus padres ni una mala noche. No irás a decir que el turrón no se había inventado en aquellas fechas. Si no se inventó entonces fue porque ellos no quisieron, pues no quedamos en que los hombres aquellos de los camellos eran Magos?

Pues nada, que empecemos todos las Navidades con la música de Noche de Paz, y tengamos todos la suerte de acompañarla con cualquier turrón que sea bueno, aunque no sea capaz de recordar la música de su anuncio. ¡Feliz Navidad, y Próspero Año Nuevo!

Jesús González González ©
Diciembre 2.010

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