sábado, 12 de febrero de 2011

BARCOS DE PAPEL

Muchas llamadas de móvil en la Tierra. Constantes plegarias entre la Tierra y el Cielo por medio de un amigo común.

Ese mismo agosto fui nombrada profesora de Manualidades.

-”Celeste 1: Elige a las Celestes más artistas y a cuantos compañeros necesites y poneos a construir superbarquitos de papel”.

Cada uno aportó su barco de papel boceto. Resultado: un centenar de barquitos de papel –Kinder Garden- Cuando el Supremo observó aquella escuadra, tan infantil, sonrió.

-“Celeste l: Construid ahora un hermoso barco pirata, que tenga, por lo menos, dos metros de eslora”.

Y del brainstorming, (torbellino de ideas), surgió un barco pirata, de nuevo, simple, fiel ejemplo de nociones elementales de papiroflexia.

El Supremo lo aceptó por delicadeza.

-“Celeste 1: Urge que embellezcáis media docena de barquitos de papel.

Y los Celestes 2 fabricaron la pez para impermeabilizar los barcos. Los Celestes 3 prepararon cien gamas de pintura. Los Celestes 4 serraron placas de papel cartón para las cubiertas y las Celestes 5 recortaron triangulitos de papel de cebolla para los barquitos y uno a escala 20/1.

El amigo portador de sonrisas llegó a la casa de Javier cargado de luz. Poco a poco, los rayos tímidos del sol fueron borrando algún que otro nubarrón y cuando Javier notó el calorcito acogedor que se expandía por el hogar de Alegría se durmió. Su mente le presentaba un barquito de papel repleto de solecitos. Quiso atraparlo para enseñárselo a su amatxo, a su aitatxo y a su querido amigo, pero, el monstruo de los tentáculos le succionaba aquella parte del cerebro.

Después de una semana penosa, aquel jueves se presentó frío y desapacible; sin embargo Javier, Sonia y Raúl esperaban ansiosos la llegada de su amigo del alma. Sonó el timbre. La mamá -frotándose las manos y la desilusión- estampó un beso dulce en la mejilla de su hijo. Javier cerró los ojos y sonrió. No sólo veía el barquito de papel soleado, ahora le acompañaban cinco barquitos más: el barquito de papel adornado de muchos balones; el barquito turrón: el barquito de papel pijamón: el barquito bicicleta y el barquito de papel… El niño frunció el entrecejo.

-Gracias, Juan Ignacio. Sea lo que sea: lo que le hayas mandado, le ha hecho muy feliz a Javier.

-¿Yo? -se extrañó su amigo.

-“Celeste 1: Nuestro niño apenas ve. Ahora necesita barquitos diferentes: unos audiorrinopalpasaboritivos. Y así con la idea del Supremo apareció el barquito viviente.

El día 6 de Enero, Javier Pirata a horcajadas sobre el lomo sedoso de una delfín madre saboreaba las gotas saladas, enjugaba sus gotas dulces de placer y escuchaba entusiasmado las melodías de los cetáceos acompañantes. Y así, en grupo Javier iba amilanando a los piratas furtivos y exterminando a los monstruos marinos… El esfuerzo lo dejó tan extenuado que su amatxo y su aitatxo se retorcían de dolor. Pero el domingo, 19 de enero, el sincero cariño de los catecúmenos, las fervientes súplicas de catequistas, de parientes, las peticiones de los amigos y de desconocidos infundieron alegría en Javier: Sí, aquellos niños y niñas serían sus secuaces amigos piratas . Parte de aquella plegaria fue también dirigida a Sonia y a Raúl para que se sintieran fortalecidos y reconfortados.

-“!Celestes! Mi agradecimiento por vuestro abnegado trabajo. Ahora descansad. Yo os voy a relevar”

-Ha sido todo un honor ¡Señor!

El barco pirata con su alquitranado casco; el blanco papel pintado de rojo amor; la semi cubierta con el camarote del pirata; la gran vela con el logotipo bordado obtuvo el visto bueno. El Supremo también amó la escena de Javier con su manita derecha protegiendo el sueño nervioso de su mamá y la manita izquierda abarcando el sueño pausado de su papá.

-“¿Cómo te encuentras, hijo mío?”

-Muy cansado. Mi aitatxo y mi amatxo dormidos y mi querido amigo ya se ha ido

-“¿Te gustaría convertirte en un verdadero pirata?”

-Sí, me encantaría.

-“Anda. Despierta, pues, a tus padres”.

-!No, ¡No! Quiero que descansen. Quiero que descansen y sueñen Quiero que descansen, que sueñen y que vuelvan a ser felices.

Y el Javier indestructible entra a formar parte de otro mundo. En la bahía cientos de barquitos de papel –iluminados por estrellitas- lucen sus mejores galas. Un soplo Divino ilumina el barco pirata Unas manos difuminadas, pero, seguras van izando la vela:

¡JAVIER, PIRATA QUERIDO!
¡BIENVENIDO!

Y un alarde de colores, dibujos, luces y sonidos acompaña a la escuadra de barcos de papel en su travesía hacia un mundo nuevo y venturoso.


Isabel Bascarán ©
San Vicente de la Barquera,
l de febrero de 2011

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