sábado, 12 de febrero de 2011

JUGANDO A LOS BARQUITOS


Todas las tardes cuando salía del colegio, Pablo corría hacia la ria, estaba enamorado del mar y en cuantas tenia ocasión se acercaba hasta él. Como siempre llevaba en sus bolsillos muchos trozos de papel, con ellos haría unos barquitos, para echarlos a navegar, disfrutaba de aquel juego, tan pronto, se convertía en capitán navegando en altamar para pescar grandes tiburones, como de repente hacía pasar por un pirata y soplaba con fuerza los barcos librando una y mil batallas.

Algunas tardes sus amigos se reunían a su lado, y en grupos realizaban un montón de barquitos, después jugaban a hundirlos lanzando piedras desde la orilla.

Durante toda su infancia se divirtió con aquellos juegos y su pasión por el mar le llevo a estudiar a una escuela de marina. Hoy, muchos años después, se ha convertido en capitán de un navío; en su puente de mando lleva, dentro de una urna de cristal, un barco de papel. Es un recuerdo de todos aquellos amigos con los que jugaba y que le regalaron cuando embarcó por primera vez.

A escondidas, de vez en cuando, con unos trocitos de papel, hace unos barcos y vuelve a jugar en el mar como antaño, ese es su secreto, del que disfruta tanto como cuando era un niño, aunque ahora tripula un gran barco, no puede evitar algunas veces volver a la infancia y de nuevo jugar a los barquitos.

Flor Martínez Salces ©
Febrero 2011

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