sábado, 18 de junio de 2011

LA MIRADA


HA LLEGADO EL AMBULATORIO AMBULANTE
SEÑORAS Y SEÑORES
HA LLEGADO EL DR. FISIOPLASTICO
COMPRO MIRADAS.
EL PRECIO LO PONE USTED.
SÍ, SEÑORAS Y SEÑORES
EL PRECIO LO PONE UD.
ACÉRQUENSE Y VEAN.

Los primeros en acercarse son dos hermanos gemelos, solterones. Como se acostaron con el sol, se han levantado con el sol, y para las nueve ya se habían tomado un par de carajillos cada uno. Aunque sus pies están en el suelo, sus cabezas ya asoman en el fabuloso ambulatorio: es todo luz, es todo perfume, es todo novedad. El Fisioplástico va vestido de blanco inmaculado; sus manos y sus pies cubiertos con guantes y chapines albos; y una mascarilla verde le cubre la cara El doctor les invita a acomodarse en sendas butacas. Dos androides, con sus barberos y carritos chick se les acercan. Realizan un perfecto trabajo de rasurado y limpieza cutánea –uno de ellos se ha detenido mucho ante la cara de su hombre- El cirujano comienza su labor: va extendiendo una mascarilla innovadora por la frente, por el contorno de los ojos –la succión en este punto es más dolorosa. Va aplicando la mascarilla extractora por los pómulos, la nariz, la comisura de los labios, el FP (Fisioplástico) inyecta morfina para evitar palabrotas innecesarias. Y sigue con sus toquecitos mágicos por las mandíbulas y, por fin, por el mentón. Y mientras el operado descansa, el Dr. FP –con sumo cuidado- introduce la máscara obtenida en uno de los compartimentos del gran armario empotrado. Es de color azul y lleva la etiqueta MIRADA OSADA. Una vez que el Dr FP ha obtenido la segunda máscara la pone en otro continente con el rótulo: MIRADA ELOCUENTE. Los dos hermanos, con las caras engasadas se dirigen hacia su casa; llevan entre sus manos rudas, pero acogedoras ahora, unas cajitas-fuertes, versátiles.

SEÑORAS Y SEÑORES
HA LLEGADO EL FISIOPLÁSTICO
COMPRO MIRADAS.
EL PRECIO LO PONE USTED.
SI. SEÑORAS Y SEÑORES

Tres jóvenes mamás acaban de tomarse un merecido café con leche. Entre adioses, besos y achuchones -que han impacientado al chófer del autobús escolar- se han despedido de sus angelitos Se acercan recelosas al ambulatorio. La más alegre sube la primera. Tres robots les practican un tratamiento facial tan placentero e hipnotizador que apenas se percatan de las succiones de la mascarilla glotona El doctor mientras va entregándoles las cajitas-fuertes, versátiles, les exhorta a que no se desprendan de las gasas protectoras hasta que lleguen a sus casas. Y él, con gran regocijo, deposita la MIRADA SOÑADORA, la MIRADA MIEDOSA, y la MIRADA MATERNAL en tres receptáculos de la unidad rosa.

Las tres jóvenes mamás, por fin, en la casa más cercana, se precipitan al baño: El esfuerzo por aflorar todos los sentimientos de felicidad que les hincha las entrañas se asemeja al parto que sufrieron, más ahora, nada emerge. La ex soñadora vomita el café. La ex nerviosa sufre un ataque de ansiedad. La ex maternal comienza a hacer la cama de su hijita, luego, maquinalmente, sigue con la cama matrimonial…

SEÑORAS Y SEÑORES
HA LLEGADO EL DR. FISIOPLÄSTICO.
COMPRO MIRADAS.
EL PRECIO LO PONE USTED.
SÍ, SEÑORAS Y SEÑORES.

Son las doce. Llega una viuda, después un matrimonio de unos sesenta años y por último un grupo de jóvenes de edad avanzada; vienen acalorados pues se han dedicado a sacar a pastar a sus vacas de leche. La ducha la hacen en un box del ambulatorio. ¡ Qué bienestar! Todos van saliendo con las caras cubiertas y las manos atesoradas.

Como llamados por una voz auxiliadora, los sinmirada se acercan a la casa del hombre EXMIRADA INTELIGENTE. No hay tiempo que perder. Solo cambiarse – disimular las caras-, coger la documentación, e introducir la cajita versátil en cualquier bolsillito. A las tres, en punto, llegarán tres taxis. Con el alma un poco más aliviada, hacen uso de los móviles: a los abuelos para que se hagan cargo de los nietos, por favor. A los amigos ahora viudos, para que recojan y disfruten de sus cuadras…

El ambulatorio ambulante deja la plaza a las tres menos dos minutos. El androide enamorado se percata de que los hermanos gemelos no van entrando en los taxis. Los tres taxistas ponen los motores en marcha y emprenden un largo viaje hacia alguna isla exótica, semipoblada.

Los hermanos gemelos han echado la siesta a pierna suelta. Se les han caído las gasas. Y sin tiempo para peinarse corren hacia la plaza. Nada, se han marchado sin ellos. Recorren la plaza de lado a lado; hacen espacio al autobús escolar. El primer estudiante, apeándose, de pronto se enfrenta con las caras de los gemelos. Los gallitos que emite duelen los oídos, gritos enloquecidos, chillidos insufribles, berridos lastimeros, patadas nerviosas… hacen huir a los dos hombres. Con la llave echada, se miran en el espejo del afeitado; asienten comprendiendo el horror que han sembrado en el pueblo. ¡Están condenados!

A las cuatro de la mañana, cuando los centinelas han cerrado los ojos, unos suaves nudillos hacen música en el cristal de la cocina. Los dos hermanos gemelos guiados por una mano perfecta, fría y de movimientos algo lentos caminan con solicitud hacia un coche que se pone en marcha silenciosamente…

Isabel Bascaran ©
San Vicente de la Barquera,
15 de mayo de 2011

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