viernes, 5 de agosto de 2011

AL AMANECER


Al amanecer sintió en su espalda unas manos cálidas que la hicieron despertar, con ternura se deslizaban en un masaje sensual que la excitaba, con acompasados movimientos de aquel cuerpo pegado al suyo que le provocaba deseo.

Se dejo acariciar, un escalofrió subía y bajaba por su espalda, aquéllas manos buscaban sus partes más sexuales y se dejo llevar.
Se volvió lentamente hacia él y le tomo entre sus manos le sostuvo tiernamente la cabeza e intentó besarle despacio, era tal su pasión que casi gimió de placer, el amor que emanaban entre los dos era aún más ardiente

Palpitaban sus corazones acelerados, las manos, el alma que pugnaba por salir, de sus cuerpos tan pegados, él sudor les resbalaba por la piel, dejaba surcos entre el fresco ambiente de la habitación, impregnada de energía amorosa.

De vez en cuando se oía un suspiro que salía de adentro de sus almas, placentero y fugaz.

Sus cuerpos se movían acompasados y se entrelazaban apasionados, de tal manera que, parecían hundirse uno en otro, se abrían y cerraban reclamando más amor.

La luz de la mañana que entraba por la ventana los cubrió con su claridad y se hizo aliada de aquella pasión.

Se amaron hasta caer rendidos, agotados de tanto placer, abrazados descansaron hasta que de nuevo al amanecer, sintió en su espalda unas manos cálidas que la hicieron despertar.

Flor Martínez Salces ©
junio,2011

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