viernes, 5 de agosto de 2011

LA ERÓTICA


Sucedió en aquella Boda, donde les presentó una amiga común. Desde que se miraron se disparó el resorte de un deseo desaforado dulce y tierno a la vez, pura fantasía pasando de la ilusión y el sueño a la verdad de un sentimiento muy sensual.

Tras los dos besos de rigor en ambas mejillas, hablaron sin saber lo que decían, se miraban a los ojos y a los labios, la voz de él era tan sensual y sugerente... su mirada penetrante y fija que Ángela no la podía resistir, no se sentía capaz de estar a su lado sin besarle, sin tocarle y entraron en un juego de seducción que les divertía.

Ella se sentía espectacular con su vestido; libre, sexi, plena y segura. Le costó decidirse en su elección pues invirtió su sueldo de un mes. Coincidieron en la misma mesa de la cena, el uno frente al otro. Edu la acosaba con su mirada, Ella no sabía que hacer se sentía tan atraída que no podía ni quería disimularlo y correspondía a sus miradas insinuantes.

Después de la cena los invitados pasaron a la discoteca del Hotel. A la entrada Edu la tomó por la cintura, susurrándole al oído:

-¿Tomamos una copa?

-Sí.

Ambos tenían ganas de estar juntos, en ese ambiente tenue, con velas en cada mesa y, una vez que el camarero les sirvió, Ángela se llevó un cigarrillo a los labios. Él se lo encendió; a Ella le temblaba la mano, estaba tan cerca que olía su varonil perfume. Le despertaba todos sus sentidos femeninos. Edu se aproximó, buscaba su boca y los rozó, eran templados y suaves lo hizo sin presión, Ángela respondió de igual manera, sin prisa, pausadamente repetidas veces. La música les iba llevando a un placentero gozo, se deseaban... Edu tomó las manos de Ángela y uno a uno recorrió con las suyas de arriba abajo sus dedos suavemente como descubriéndolos por vez primera, mirándola a los ojos a su boca. Ella se dejaba llevar impregnándose de esas caricias y miradas, y sin saber por qué le propuso bailar.

Salieron a la pista agarrados de la mano con aquella canción entraron en un éxtasis. Edu la tomó por la cintura con ambas manos y la atrajo hacia sí con una brusquedad exacta, bailaban lentamente, susurraban palabras seductoras, al tiempo le subía la mano tocando su espalda hasta la nuca de Ángela. Él, la besaba y abrazaba, Ella le acariciaba el pelo y ambos deseaban que todo aquello no terminara jamás y su voz... su voz en el oído la erotizaba, todo este juego le parecía estético y sensual...

Todos los invitados tenían habitaciones. Tras un largo y apasionado beso, Edu le dijo:

-¿Subimos? He pedido fresas y champagne, ¿original no? -y sonrió con una perfecta, cuidada y blanca sonrisa.
-Um... suena bien,-respondió Ángela.

En el ascensor, hasta la novena planta, los dedos de Edu soltaban poco a poco los cabellos de Ella, ésta le desataba la impecable corbata y a la vez desabrochaba lentamente los botones de la camisa. Entraron en la habitación, en una mesa se encontraban dos copas, una botella de champagne y un bol con rojas y maduras fresas.

Se sentaron en el gran sofá, Él con su chaqueta puesta sin corbata y la camisa totalmente desabrochada rellenó las dos copas. Brindaron cogidos de la mano ¡por esta locura! Edu , tomó una fresa y con ella rozó los labios de Ángela, ella la saboreó y le ofreció otra a Él, se fundieron en un apasionado beso después de un ¡Guau..! de Él, la levantó del sofá y la condujo hacia la habitación, sin soltarle la mano, allí encendió una de las lamparillas de la mesita de noche, pero le pareció demasiada luz y dijo:

¿No hay mucha luz?

Ángela, se quitó el foulard y lo puso encima de la lamparilla, la luz disminuyó y la atmósfera con aquel pañuelo rojo les invitaba. Edu, lentamente comenzó a quitarle el vestido por los hombros, Ella, la camisa, sus ropas caían al suelo... Edu, abrazándola, dijo:

El culpable de todo esto es ese vestido.

Ana Pérez Urquiza ©

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