miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL DILEMA.




Usufructo se quedó pensativo mientras contemplaba el verdeazul del cantábrico. Las olas llegaban sinuosas y sensuales, como sus pensamientos, y se estiraban en un abrazo interminable por la arena de la playa, tratando de absorberla.

Pero Usufructo se debatía en un dilema, iba a ser padre y debía encontrar el nombre para su hijo. Un nombre que no le marcara ni condicionara, como había pasado con el suyo, ya que en su niñez tuvo que soportar las risas de los compañeros en el colegio y luego más tarde, en la mili, cada vez que llamaban a lista, la sonrisa picaresca del sargento.

En realidad había nacido en un pueblecito asturiano llamado Campo de la Iglesia, porque sus padres, oriundos de la provincia de Sevilla, tuvieron que hacer la ruta inversa de los jándalos y subir a la cornisa cantábrica a buscar el pan y el sustento.

Su padre se llamaba Torcuato Iglesia Torcida y sus raíces procedían de La Campana. Su madre tenía por nombre Dolores Campo Sordo y precisamente descendía de otro pueblecito sevillano llamado Cabeza del Sordo.

Cuando conoció a su esposa en un pueblecito de Tembleque, en la provincia de Toledo, no pensaba en estas cosas, ya que aparte de los primeros rubores de la infancia con su nombre, nada hacía presagiar el gran trauma que con el tiempo el mismo le podía causar. En realidad se enamoró de Ana estando en la mili y acudiendo a una romería. Fue el suyo un amor a primera vista y el flechazo de Cupido fue rápido. Pero de la misma forma, cuando días más tarde, ella le dijo sus apellidos él sintió como remordimientos de conciencia y su alma se debatió deshojando la margarita sobre la decisión a tomar. Los apellidos de Ana eran Púlpito Salido, con lo que el conjunto de su nombre, Usufructo Iglesia Campo, sumado al de Ana Púlpito Salido sonaba un poco extraño, ó al menos eso le parecía a él.

Pero con ser preocupante todo esto, ahora debía enfrentarse a su futura paternidad y a ese buscar un nombre apropiado, masculino y femenino, para la criatura que estaba a punto de nacer y ver la luz, precisamente aquí, en el norte de España y no en la tierra de su esposa, ya que aunque se conocieron en Tembleque, Ana descendía de un pueblecito burgalés llamado Tinieblas de la Sierra y sus padres se llamaban Abundio Púlpito Oscuro y Presentación Salido del Pozo.

Difícil situación la de Usufructo ya que debía de enfrentarse a un cruce de apellidos para la criatura en el que los cuatro apellido que llevaría su hijo serían Iglesias Púlpito y Campo Salido.

¿Cómo llamarle entonces?... Jesús, María, Ignacio, Rosario, Roberto, Anacleta... Los nombres danzaban sin cesar en su cabeza y ninguno le convencía, porque además quería llegar a la pila del bautismo con un nombre que fuera digno y de una clara trayectoria.

De pronto recordó el nombre de su maestro y se le encendió una luz exterior, porque ese nombre sí que era de prestigio, al menos así lo veía él, ya que recordaba si figura señorial y siempre vestido con su traje lustroso y la corbata bien puesta, paseando por la ribera del Guadalquivir, con un bastón en la mano. Pero también le vino a la cabeza el nombre de la hija de los marqueses propietarios y dueños de las tierras que ellos cultivaban en aquel tiempo en Andalucía.

¡Sí, ese nombre le pondría!, ya que el mismo valía para un chico que para una chica y él lo había podido comprobar en su maestro y en la hija de los marqueses.

Se levantó de un salto y corrió hacia la Villa. Ahora sí que le podía mirar a los ojos a su esposa, porque Buenaventura, que ese era el nombre elegido, le podían poner sin miedo a la criatura que aún estaba en el vientre de su madre y ajena a estos tejemanejes de sus mayores, ó para ser más precisos de su padre, Don Usufructo Iglesias Campo, esposo de Doña Ana Púlpito Salido.

Usufructo entró en casa muy sofocado y sudando por la carrera

-¡Ana, Ana...! Ya encontré un nombre para nuestro hijo. No importa que nuestro hijo sea niño ó niña, se llamará Buenaventura. ¡Sí!, Buenaventura de la Iglesia y Púlpito, ¿te gusta el nombre?

Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/11

No hay comentarios: