martes, 29 de noviembre de 2011

IGLESIA CATEDRALICIA.





-La misa bien vale un madrugón-



Hoy, la iglesia la forman unas tres aulas de niños y niñas; sus jóvenes “aitatxos y amatxos”, sus catequistas abnegadas –todas mujeres- y alguna persona de edad.
El sacerdote acoge a la chavalería con entusiasmo. Fuera hace frío, pero dentro el aire está medio congelado. Los catecúmenos cantan a pleno pulmón y baten palmas, al segundo que lo hace el sacerdote. Cantan el: ALABARÉ A MI SEÑOR, se puede decir que después de repetirlo cuatro veces sus corazones se han llenado de júbilo y sus manos están que arden.



En el momento de la representación del Evangelio, comienzan las prisas: unos corren, otros se trastrabillan; quieren ser El Pastor y la Oveja Perdida, los demás ríen. Se concentran durante la reflexión.



-¿Por qué busca el pastor a la oveja perdida?



- Porque la quiere mucho y la quiere tener en el rebaño.



-¿Y quién os quiere a vosotros como este pastor?



-Nuestros aitas, las andereños, las catequistas, tú, Jesús, las amonas…



El sacerdote quiere saber quién ha dicho Jesús y, al unísono, responden:



- YOOOooo . Los adultos sonríen.
-
Todos son protagonistas y todos afirman con sus cabezas y con sus corazones generosos que, durante la semana, querrán, mucho, a Jesús, a los “aittites”, a las a matxos…



La Eucaristía se celebra en un Ara especial, muy cerquita de los alumnos@s. Los@s que han hecho ya la Primera Comunión se adelantan, muy erguidos a comulgar, la mayoría cantan esperanzados el: VEN, SEÑOR JESÚS…



El querido maestro les despide con el : ID EN PAZ. Es la hora del recreo, pero el alumnado se mantiene en completo silencio. La difícil lección les ha resultado una lección fácil. ¡Qué pena!: ha resultado un poco corta.



- Su misa bien vale un atracón-



La foránea piensa que es la primera en llegar. Pero, no, el sacerdote quiere comprobar que todo funciona bien: el cable alargador, todo el sistema operativo… Sabe que mientras la respuesta de los niños se hubiera reducido a, lo sumo, a unas risas, los adultos harán, fuera, comentarios de lo trivial y se olvidarán, quizá, del mensaje de Jesús.



La foránea quiere desconectarse del tiempo que ha llevado al volante y comienza a resolver Sudokus. Media hora antes de la Misa Mayor, un grupo de mujeres comienza el Santo Rosario. (Hacen la señal de la cruz; rezan un Padrenuestros, tres Avemarías y el Gloria. Anuncian el primer misterio Glorioso, seguido de un Padrenuestro; rezan diez Avemarías y el Gloria. Al anunciar el segundo misterio Glorioso –puede que alguna pía ya esté medio dormida. La voz “cantante” seguida por la voz átona de las colegas ha llegado al quinto misterio. Todas están dispuestas para rezar la Salve: una bonita oración en la que los “desterrados hijos de Eva “ suplican a María).



Y comienza la letanía: Aquí, la foránea deja a un lado el cuadernillo de Sudokus y reza unas líneas:



Santa María, ruega por nosotros.
Rosa escogida, ruega por nosotros.
Hermosa como la torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de Oro, ruega por nosotros.
Consoladora de los afligidos, ruega por nosotros.



Ella sonríe ante los cientos de exquisitos sustantivos referidos a María, y vuelve a los Sudokus; piensa que ya queda poco para que sus oídos descansen entre estos bancos duchados de palabras memorizadas… Pero las beatas creen que, todavía, tienen que sufrir más “En este Valle de Lágrimas” y, sobre sus enfermas rodillas, siguen ofreciendo Padrenuestros a los miles de Santos que debe de haber en el cielo. Es de una monotonía mortal. ¡Por favor, Dios, que repiquen las campanas! Guarda el cuadernillo de Sudokus.



El sacerdote con semblante sereno, comienza la Misa. Hay cantos de perdón, cantos de alabanza; lectura del Evangelio. El sacerdote con el micrófono en la mano se acerca a los cristianos y juntos van reflexionando sobre el encuentro de Jesús con el joven, que a su temprana edad, ya cumple todos los Mandamientos de la Ley de Dios. Los feligreses se emocionan; aunque conocen las palabras que van a escuchar por milésima vez:



-“Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, ven y sígueme”.



Y el joven se aleja, mientras Jesús le mira con pena. En el silencio de la reflexión, se ven caras tristes. ¡Qué difícil es despojarse de los bienes terrenales! sobre todo, cuando uno@ ha sudado tanto.



Después del Ofertorio, el sacerdote entona el GURE AITA. Es una canción que llega al alma. En el “EGIN BEDI ZURE NAHIA” (hágase Tu Voluntad) la visitante ha silenciado sus labios y escucha, sobre todo, la voz preciosa y entregada del sacerdote. Luego la mayoría de la gente se acerca a tomar LA HOSTIA SAGRADA: ¡es todo un privilegio para ellos.!
El ministro del Señor que ha sabido llegar a la fibra más recóndita de los miembros de la Iglesia les extiende, solícito: La Paz; besa el Ara Consagrada, : inclina la cabeza ante el Crucifijo del altar y se marcha.



Los asistentes se mantienen quietos, fortalecidos en su fe, agradecidos… La mujer extranjera se sienta con el cuadernillo como abanico. Ha estado inmersa durante mucho tiempo en esta Iglesia tan cerrada; en esta Iglesia tan perfecta. Ha tenido, demasiado tiempo, la mascarilla de oxígeno puro. Necesita sumergirse en un mundo más variado, menos exigente.



San Vicente de la Barquera, 15 de noviembre de 20ll
Isabel Bascaran ©

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