sábado, 18 de febrero de 2012

CARNAVAL.


Por fin se acercaba la fecha, se notaba en el ambiente la alegría de los niños y también de los no tan niños. Yo no entraba en mi de la excitación y nervios, porqué este año sí, seguro que lo consigo.

Oigo acercarse la Nuria, la dependienta de la tienda, y al cabo de unos instantes se hace la luz dentro del pequeño mundo de la caja de artículos de carnaval. Nos coloca a todos en el mostrador y con mucho mimo nos limpia y nos adecenta para que sus clientes nos quieran llevar a sus casa.

Ya era mi turno, estaba tan reluciente como el mismo día de mi creación, con mis lentejuelas plateadas y mis plumas. Pero justo antes de devolverme a mí sitio Nuria me coloca en su cara y delante del espejo, hablando para sí misma, (porque no sabe que yo la escucho) dice -“no entiendo porque nunca han comprado esta máscara si es espectacular”, yo me siento feliz porque este año se que alguien me llevara a los carnavales y formare parte del misterio de su disfraz y de la alegría de la noche.

Cuando ya estamos todos listos para ser expuestos a sus clientes, nos pasamos toda la mañana de acá para allá, porqué Nuria era muy perfeccionista para el escaparate. Al final a mi me coloco en el centro de su obra al lado de un enorme sable de pirata y unos dientes de vampiros muy habladores.

Nos saludamos todos, porque todos éramos desconocidos, ya que ellos eran nuevos, (una cosa muy normal para un artículo de carnaval) y yo la veterana en esta fiesta.

Me contaron miles de aventuras, como que este año estaban de moda los vampiros, y por eso este año los dientes de vampiros eran tan parlanchines o que las princesitas no estaban de moda.

Todos se sorprendieron cuando les conté que era mi tercer año de carnaval que nunca había salido al exterior de aquella pequeña tienda.

Pasaron los días, y mis nuevos compañeros de aventuras me fueron abandonando. El primero como todos sabíamos, fue parlanchín (los dientes de vampiro). Al cabo de unos días la dependienta vino a buscarme alguien se había fijado en mí, estuve entre sus manos, en su cara y yo le gritaba ¡llévame, llévame!. Pero al cabo de unos instantes decidió que no era lo que buscaba y me dejo otra vez sobre el mostrador. La verdad estaba muy decepcionada. y pensé: confirmado; perdí porqué no pude ni intentarlo.

Pero mi suerte cambio, cuando la tienda cerró, me recogieron del mostrador y me metieron en una caja rumbo a un destino inesperado. Pasaron varias horas o días no lose hasta que la luz se hizo. Unas manos en guantes de raso me sacaron y frente al espejo me di cuenta que Nuria vestida de princesa de cuento, estaba espectacular. Y entonces me di cuenta que yo era parte de ese cuento de hadas.
Me coloco en su rostro la verdad estábamos espectaculares y justo antes de abandonar la habitación, me guiño un ojo y me dijo “este año es nuestro año”.

La noche fue prefecta, que mas podía pedir un antifaz de carnavales. ¿No? Pero lo mejor de todo, que ahora estoy colgada de la pared del dormitorio de Nuria y veo todos los días la luz y la foto de aquellos carnavales.

Asique solo me quedan dos cosas que decir: Que disfrutéis los carnavales para ser lo que siempre soñasteis. y compartirlo con la gente que os quiere.

Que nunca digáis “confirmado; perdí porqué no pude ni intentarlo; porque siempre se puede intentar y conseguir.

Os lo digo yo, un antifaz.

Jezabel Luguera González ©
Febrero 2012

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