domingo, 20 de mayo de 2012

LAS PERIPECIAS DE MI LIBERTAD


Libre, soy libre, y es verdad. Para muchas cosas soy libre. “Somos libres”. No en todos los países pueden decir lo mismo, aunque hace ya bastante tiempo que pienso que esto de la libertad tiene unos tintes un tanto ficticios, pues todos estamos sujetos a nuestras obligaciones. Si nos gustan ¡qué suerte!, sino a fastidiarse tocan.

Desde pequeños nos educan, y nos preparan para poder ejercer una profesión con la que poder subsistir. Estamos inmersos en un mundo que hemos creado con leyes y religiones. Vamos avanzando en tecnologías que nos hacen la vida más cómoda. Ahora por ejemplo, parece ser que quieren que nos la pasemos mirando una pantalla, y lo peliagudo es que lo están consiguiendo, para eso tenemos el mundo a ritmo de tecla.

Como el tema es muy peliagudo y yo no soy ninguna filósofa para explicarlo, prefiero rajarme y conseguir de vosotros una sonrisa con la que nos está cayendo y contaros la historia de nuestro primer perro. ¡ah! Creo que es él el que os la quiere contar.

Me llamo “Boby” y soy un Setter Irlandés. ¡Lo que me costó mi libertad! Sí, estaba en una casa, creo escuchar que en Madrid. La verdad es que me querían mucho y tenía un jardín donde hacer hoyos; eso sí, tenía que respetar las flores. ¡Las flores pinchan, me decían, y pinchaban!

Pero yo cuando de verdad disfrutaba, era cuando la Sra. salía a pasear con su niño en la silla y como soy perro de caza, lo mío era corretear entre las jaras detrás de los conejos que me hacían burla. Pero que no se quejase, que llevaba compañía, un San Bernardo enorme, que salía de un jardín todavía sin vallar, se acercaba al niño, lo bañaba a lambetazos y paseaba a su lado hasta que por fin volvíamos a casa. Entonces se tumbaba y no había forma humana de menearlo para que se fuese a la suya. ¡A mí me daba completamente igual!

Lo mío era trepar y escaparme. Una vez escuche que alguien decía. -¡Sra. usted tiene un perro o un gamo?

Un día me vino un lindo olorcillo a perrita irresistible. Venía de cerca de casa. Salté la valla, entré en el jardín. Tuve que sortear dos perrazos enormes. El olor venía de dentro. Merodeé hasta que encontré una ventana medio abierta. ¡Esta es la mía! Y me colé.

¡Me pillaron! La Sra. me cogió del collar y me llevó de nuevo a mi casa. Solo sé que la escuche decir con un acento meloso. ¡A mi perrita no te la puedo dejar, es muy chiquita para ti!

La frase fatídica que escuché fue esta otra. -¡No tenemos más remedio que amarrarlo! Y lo cumplieron, ya lo creo que lo cumplieron.

Me ataron a una encina grande que soltaba muchas bellotas. Estaba desesperado. Miraba el vallado de los vecinos con arrobo, pero las arizónicas estaban enormes. ¿y si salto?. No me digáis como lo hice pero lo hice, y quedé colgado entre ellas al otro lado. ¿Es que nadie me va a salvar? No podía ladrar, me ahogaba…

Escucho abrir el portón. Es el niño que viene del Colegio. Se quedó atónito cuando me vio y comenzó a gritar como un poseso

-¡Mamá, mamá, Boby está colgado de las arizónicas!

-¡Pero qué dices niño!

-¡Que sí mamá, que Boby está colgado de las arizónicas.!

Me desataron incrédulos. Sobre tres metros había saltado según decían.

¡Me salvé, y entonces fue cuando pude disfrutar de mi libertad. Me llevaron a tierras Palentinas, de caza, a la liebre y a la perdiz. ¡Por fin a lo mío, a lo mío!


Mª Eulalia Delgado González ©
Abril 2012

No hay comentarios: