Luis y dos amigos quieren ver el partido de futbol, su
equipo tiene que ganar, va en ello que bajen de categoría. Dispone sus
cervecitas, unos taquitos de jamón y queso en la mesita y se sientan en los
mullidos sofás del salón.
Todo de perlas, jugadas
maestras y el primer gol. Al poco rato los contrarios ponen el marcador en
empate. La cosa está al rojo vivo y las cervezas desaparecen como por encanto,
tal es la excitación que tienen.
De repente la pantalla
comienza a hacer estupideces. La imagen va y viene con ondulaciones y rayas
inesperadas. -¡escuchad! El viento sopla de lo lindo –dice Luis y sale al
jardín mirando hacia el tejado donde está la antena. Casi no se ve, ya que se
acerca la noche, pero vagamente distingue algo que baila la conga. Entra
desconsolado. Tienen que resignarse a ver el partido a trozos y encima se
perdieron el gol del desempate.
Ahora en vez de viento es
nieve. Aurora sale a meter leña en casa para encender la chimenea. Mira hacia
el tejado y ve posados en la antena unos gorriones ateridos de frío. Siente
lástima, así que va a la cocina y coge un cachito de pan para hacer miguitas y
se los tira por el suelo. Al segundo los tiene a sus pies picoteando y entra
más contenta en la casa. Se dispone a ver la TV. Hace mucho frío fuera, pero al
calor y viendo un reportaje sobre playas caribeñas y países exóticos hasta le
sobra la mantita de viaje que tiene sobre las piernas.
La antena, sí, sin ella no nos
llegarían las imágenes a nuestra “caja tonta” como la solemos llamar. Ya forma
parte de nuestra vida cotidiana. Puede que pasemos frente a ella más tiempo de
lo debido. Se dice que nos debe informar y entretener. También nos puede formar
o deformar, pero para eso tenemos plena libertad con el mando y cada uno tiene
sus gustos y preferencias. Tenemos de todo. Política, deportes, grandes
acontecimientos mundiales, formas de vida en otros países que nos quitan mucho
miedo para viajar o nos lo ponen si están en guerra. Ahora vivimos en la era de
la información, puede que exagerada. Con las antenas de los satélites vemos lo
que pasa en el mundo entero y hasta lo que pasa en el Cosmos, y cuando no
podemos más nos ponemos música.
¿Porqué le llamamos la “caja
tonta”? yo diría que es una “caja lista”. Demasiado lista diría yo. Pero no es
menos cierto que podemos aprender mucho culturalmente hablando. Toda clase de
arte, teatro, conciertos, historia, literatura, ciencia, alimentación, y
películas maravillosas galardonadas con premios importantes.
Hace un rato que acabo de
estar en Italia. En Cremona con su música clásica, y donde elaboran
maravillosos violines. En Pavía, en Mántua con sus tres maravillosos lagos y
donde se hace el queso Parmesano y con sus increíbles palacios; y qué decir de
Bolonia, sede cultural desde el siglo XI, de allí nos viene la famosa mortadela
y también tienen afamados quesos. Pasé unos momentos deliciosos.
Hay muchas clases de antenas,
y animales que van bien surtidos de ellas. Hasta hay escritores que confiesan
ir con la antena puesta, para tener temas sobre los que escribir. Yo creo que a
los españoles no nos hace falta poner la antena. Hablamos demasiado alto. Te
enteras aunque no quieras a veces de lo que se cuece en la mesa de al lado.
Mª Eulalia Delgado
González ©
Junio 2013
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