sábado, 20 de julio de 2013

LA ANTENA





Luis y dos amigos quieren ver el partido de futbol, su equipo tiene que ganar, va en ello que bajen de categoría. Dispone sus cervecitas, unos taquitos de jamón y queso en la mesita y se sientan en los mullidos sofás del salón.

Todo de perlas, jugadas maestras y el primer gol. Al poco rato los contrarios ponen el marcador en empate. La cosa está al rojo vivo y las cervezas desaparecen como por encanto, tal es la excitación que tienen.

De repente la pantalla comienza a hacer estupideces. La imagen va y viene con ondulaciones y rayas inesperadas. -¡escuchad! El viento sopla de lo lindo –dice Luis y sale al jardín mirando hacia el tejado donde está la antena. Casi no se ve, ya que se acerca la noche, pero vagamente distingue algo que baila la conga. Entra desconsolado. Tienen que resignarse a ver el partido a trozos y encima se perdieron el gol del desempate.

Ahora en vez de viento es nieve. Aurora sale a meter leña en casa para encender la chimenea. Mira hacia el tejado y ve posados en la antena unos gorriones ateridos de frío. Siente lástima, así que va a la cocina y coge un cachito de pan para hacer miguitas y se los tira por el suelo. Al segundo los tiene a sus pies picoteando y entra más contenta en la casa. Se dispone a ver la TV. Hace mucho frío fuera, pero al calor y viendo un reportaje sobre playas caribeñas y países exóticos hasta le sobra la mantita de viaje que tiene sobre las piernas.

La antena, sí, sin ella no nos llegarían las imágenes a nuestra “caja tonta” como la solemos llamar. Ya forma parte de nuestra vida cotidiana. Puede que pasemos frente a ella más tiempo de lo debido. Se dice que nos debe informar y entretener. También nos puede formar o deformar, pero para eso tenemos plena libertad con el mando y cada uno tiene sus gustos y preferencias. Tenemos de todo. Política, deportes, grandes acontecimientos mundiales, formas de vida en otros países que nos quitan mucho miedo para viajar o nos lo ponen si están en guerra. Ahora vivimos en la era de la información, puede que exagerada. Con las antenas de los satélites vemos lo que pasa en el mundo entero y hasta lo que pasa en el Cosmos, y cuando no podemos más nos ponemos música.

¿Porqué le llamamos la “caja tonta”? yo diría que es una “caja lista”. Demasiado lista diría yo. Pero no es menos cierto que podemos aprender mucho culturalmente hablando. Toda clase de arte, teatro, conciertos, historia, literatura, ciencia, alimentación, y películas maravillosas galardonadas con premios importantes.

Hace un rato que acabo de estar en Italia. En Cremona con su música clásica, y donde elaboran maravillosos violines. En Pavía, en Mántua con sus tres maravillosos lagos y donde se hace el queso Parmesano y con sus increíbles palacios; y qué decir de Bolonia, sede cultural desde el siglo XI, de allí nos viene la famosa mortadela y también tienen afamados quesos. Pasé unos momentos deliciosos.

Hay muchas clases de antenas, y animales que van bien surtidos de ellas. Hasta hay escritores que confiesan ir con la antena puesta, para tener temas sobre los que escribir. Yo creo que a los españoles no nos hace falta poner la antena. Hablamos demasiado alto. Te enteras aunque no quieras a veces de lo que se cuece en la mesa de al lado.

         Mª Eulalia Delgado González  ©
         Junio 2013

No hay comentarios: