Me
horroricé. Los avatares de la vida son inexorables. Son lentos como una
apisonadora que no se detiene, y que hunde y aplana transformándonos sin darnos
tiempo para advertir el cambio que vamos sufriendo.
Me
lo hizo notar Sara, la locutora de Radio Occidental, en nuestras tertulias
literarias de los lunes por la tarde.
“En antena, Jesús, suenan muy mal los tacos”. Y fuera de antena también; lo que ocurre es
que cuando uno se habitúa, hasta la
mierda deja de oler mal.
Y
nos estamos habituando a lo zafio y chabacano, ayudados principalmente por los
medios de comunicación que nos rodean. Yo creo que la cosa llegó con la
democracia. De repente dijimos que éramos libres para todo, y como
decían los viejos de mi pueblo cuando
yo era crío, hemos dejado que el carro se pase delante de las vacas.
Saqué
la antena de la observación, y me di cuenta del deterioro que la sociedad española ha sufrido en los últimos
treinta años. La primera de las censuras es para mi persona. Escribir o decir un taco en el momento
preciso, parece que hace más gráfica la intención de las palabras. A lo mejor
lo veo así, porque no encuentro recursos suficientes para decir lo mismo de un
modo más fino.
Y
claro, si soy capaz de ver mis defectos, los ajenos los veo con muchísima más
claridad. Como aquí no solemos tener
términos medios, es decir, que nos pasamos o que no llegamos, en 1.988 el
mandamás de turno ordenó que la blasfemia dejara de ser delito. En
Finlandia por ejemplo, donde hombres y mujeres comparten desnudos la sauna, al
blasfemo se le suele encarcelar. Porque la blasfemia tiene poco
que ver con las iglesias y los curas que no nos gustan. Por blasfemia se
entiende toda expresión tremendamente
abusiva o insultante hacia toda
materia sagrada de cualquier religión del mundo, que pueda causar
indignación a sus seguidores.
Pienso
que en este desmadre hay muchas reminiscencias de los tiempos del Dictador,
como si Franco y su régimen hubieran impuesto la moral, y ahora sintiéramos la
necesidad de hacer todo lo contrario. Las palabras Dios, Patria, Honor, son muy
anteriores a esos tiempos y tuvieron el más digno de los significados. No entiendo
que personas que se burlan de ellas,
puedan sentirse al mismo tiempo simpatizantes del programa creado en 2007 por Naciones Unidas, con el nombre de “Alianza de las
Civilizaciones”, para entre Occidente y
el mundo árabe y musulmán, conseguir
erradicar el terrorismo por otro camino que no sea el militar.
Si
no respetamos lo nuestro, mal vamos a respetar lo ajeno. Aquí se difama
tranquilamente incluso en los medios de comunicación, mientras que por ejemplo
en Irlanda la difamación se castiga hasta con multas de veinticinco mil euros.
Somos el único país del mundo donde hay gente que se mofa de la Bandera
Nacional. Defendemos el uso en nuestro
país de los velos islamistas, mientras
arrancamos de las paredes los crucifijos, que si
no forman ya parte de nuestra fe, lo forman al menos de nuestra historia… Con esta libertad tan mal entendida,
no me extraña que hasta nuestros
estudiantes hayan descendido hasta ser
los más ignorantes de la Comunidad Europea…
Jesús González ©
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