sábado, 20 de julio de 2013

LA ANTENA



                                               


                   El okupa, mi hermano, crecía y con él sus peripecias. Dejó de ser cuadrúpedo y como la evolución del hombre, un día, sin saber cómo, se irguió, comprobando que podía andar mediante sus dos piernas para el desequilibrio familiar  y sobre todo el fraternal por lo que a mí respectaba.

                    Andaba a tontas y a locas por aquí y por allá, tropezando y tirando cosas que cuando las rompía fingía un llanto, pero a mí no me la daba, no me engañaba ¡estaba encantado de haberlas roto!, se lo notaba en su risita, pero sólo yo, mis padres ni se enteraban , ¡se reían! A mis pobres muñecas las decapitaba ¡sin guillotina! le bastaban sus gordezuelos dedos y ¡zas! de un tirón, como en La Bastilla.
  
                     Y mi padre decía:

-  Va para médico, se le ve la vocación.

Y “destroller okupa”, continuaba campeando a sus anchas, se crecía día a día, mientras yo, pasmada, veía rodar cabezas por todos lados incluso una noche soñé que una de ellas  era la mía.

                      La última que hizo por aquella época fue muy gorda. Un día de tantos el verdugo enano, andaba por el jardín y cogió a un pobre e indefenso caracol. Días antes escuchó una conversación entre mis padres, comentaban que la televisión no se veía bien y se deberían cambiar las antenas del tejado, pero que dadas las circunstancias había que apretarse el cinturón. Y ni corto ni perezoso el descerebrado de él, no se sabe al día de hoy cómo, caracol en mano y con un cinturón de papá apretado en su cintura, gritó desde lo alto de nuestro tejado:

-        ¡Ya tá, la tele adeglada, he pueto al caracol aquí adiba y tiene antenitaz y tengo el sinturon apetado mu, mu fuete!
-         
                La casa fue rodeada de bomberos y vecinos, que perplejos miraban a mi hermano en lo alto del tejado, brazos en alto y con un cinturón negro rodeándole la cintura sobrándole agujeros y llegándole el resto de la correa a los pies ¡todo un espectáculo!

-        Papá dijo:
-         
-        No , no va a ser médico .
-         
Yo me llené de satisfacción, pero continuó diciendo:

-        ¡Va a ser INGENIERO!
 

                                                    Ana Pérez Urquiza ©

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