jueves, 10 de octubre de 2013

EL SILENCIO





          ¡SILENCIO… Silencio… Silencio… Silencio… Silencio… Silencio… Silencio… Silencio…  Silencio……………… . . . . . . . . . .   .   .  ¡..



            Y después, dejar la página en blanco.  Esa sería la mejor definición escrita, del silencio.

             De otra manera, el silencio absoluto, creo que no existe. Se habla del silencio de la noche, el silencio del  campo, el silencio del claustro… Pero también  esos silencios tienen sus murmullos: porque  existen los movimientos de los muchísimos seres que viven las noches,  los  quiebros de las enramadas, y los susurros del aire, el crujir de los suelos que se pisan…

            Tras el silencio de los fuerte ruidos, permanecen los ecos. Cuando los ecos se apagan, se escuchan los ruidos que éstos ocultaban; y si estos se extinguen permanecen los ecos lejanos. Incluso cuando creo que del exterior ni un soplo me llega, escucho el tenue   silbido del temblor de mis tímpanos…

            Creo que el verdadero, el Silencio que se escribe con mayúsculas, es necesario estar muerto para escucharle en toda su grandeza.

            Jesús González ©

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