sábado, 9 de noviembre de 2013

LA FIEBRE.



Extiendes tus tentáculos cada vez que paso cerca del revistero.

Mi madre solía recalcarnos que el domingo era día dedicado al Señor; que por lo tanto, no se debía trabajar. Por eso te di la espalda y me senté a tomar el sol. La temperatura rondaría los 23 º centígrados. Los intervalos silenciosos eran inundados de gratos aromas. El reloj de la iglesia irrumpió con tres campanadas. El abejorreo también se unió a las desapacibles ondas acústicas. (Recordé el aguijonazo que recibí hace ya años –por ser demasiado altruista- y me cubrí  rápidamente.  El cirujano tuvo que hacer una incisión y el veneno putrefacto salió como un surtidor)  Según me dirigía hacia casa, la fiebre fue cediendo.

Tras el graznido exabrupto de las urracas volví a mirarte de frente y como tantos otros días, volví a prometerte: ”Mañana”…, para lo mismo repetirte mañana.

-¿Por qué me has cubierto con la mantita?

-Porque noto que me envías décimas de fiebre.

-Por qué me has cubierto con la mantita?

-Porque como el avestruz, afirmo: “ojos que no ven corazón que no siente” es decir, sin décimas, sin cefalalgias

-¡Ay, cuántas excusas vanas!


-Tu actitud pertinaz, tu deseo enfermizo de verte ornado… ¿me creerás esta vez?

Siempre me he tenido por una persona  leída, mas… ¿qué sé yo de los clásicos universales?  Y para escribir hace falta poseer un vasto bagaje de los literatos.  Esto afirmaba hace poco el nuevo Príncipe de Asturias de las Letras: D. Antonio Muñoz Molina. Y yo solo había leído un único libro suyo.

Entre cientos, miles… de buenas plumas yo me siento una analfabeta.

-No te exijo que me embellezcas de insignes relatos, de magistrales lecciones de propiedad y exactitud de lenguaje, tampoco que te suba el mercurio por aportar al diccionario nuevos vocablos; solo te pido sinceridad, amenidad, humildad, sin aspiraciones a codearte con literatos cervantinos.

-Baja de las nubes y confórmate con el privilegio que tienes de que me ofrezca para que emborrones mis hojas, incluso te dejo que garabatees en mis sufridos e inmaculados folios.  Aunque tus letras no sean más que logros de principiantes yo te valoraré como si fueras DON ANTONIO MUÑOZ MOLINA.

San Vicente de la Barquera, a 28 de octubre de 2013
Isabel Bascaran ©

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