Esperanza,
Esperanza, solo sabes bailar cha, cha, chá… Pero no creo que Rafael se
refiriera a la Esperanza del cantar, cuando nos dio esa palabra como tema
obligado para el escrito de este mes de mayo.
Conozco
por ahí alguna otra Esperanza, pero es de forma tan superficial, que me impide escribir sobre ellas cosa que merezca la pena.
Y
esperanza, como estado de ánimo que me
haga pensar que sean posibles las cosas
que deseo… pues, ¡como que no! No ves
que a estas alturas de mi vida, ya no puedo
esperar casi nada. La esperanza se usa de continuo en la juventud, que
es cuando uno sueña con comerse el
mundo, y a cada fracaso se le encuentra una justificación para a continuación
soñar con otro imposible en el que poner de nuevo la más ilusa de las
esperanzas…
Porque a
la esperanza es a lo último que todos nos agarramos cuando por el camino de lo
práctico, las ilusiones se nos escurren de entre los dedos como auténticas
anguilas. La esperanza es la droga que
en la vida mantiene latentes nuestros
sueños más imposibles, lo que la convierte a mi juicio en la única de las
adicciones beneficiosa para el cuerpo,
pero muy especialmente para el espíritu…
¡Joer…!
Que sin darme cuenta, se me escapan las letras por la filosofía de
pacotilla, y eso no me gusta. Así que vuelvo a lo mío, que al fin y al cabo
es lo que mejor conozco: Yo la única esperanza que tengo la pongo en práctica todos los días, y es la
de llegar vivo a mañana. Soy un yogur con la fecha de caducidad cumplida,
pues según parece, la esperanza de vida en España es de 81,9 años, y yo hace
tiempo que doblé esa esquina. No lo digo como lamento, sino como cántico a lo
que ya he vivido, pues la realidad lejos de preocuparme, me hace vivir con más
intensidad cada minuto del presente.
En secreto
te digo que aún conservo una de mis últimas esperanzas: La de ver un libro
impreso con una selección de poemas y relatos de todos los miembros del Taller
de Escritura… Estoy seguro que la cosa se realizará, pero ya no lo estoy tanto
de que yo lo llegue a ver. Pero, eso. Que aún mantengo encendida la llamita
de esa esperanza…
(P.D. Acabado de escribir lo presente, y cuando
estaba a punto de enviárselo a Rafael, recordé lo de las cinco palabras
obligadas, así que sigue leyendo por favor, que me lo invento sobre la marcha
para no desbaratar lo hecho):
Es el
OCASO de mi vida quien de momento había borrado de mi mente las cinco palabras
obligadas. (No te rías, que allá llegarás y me darás la razón, suponiendo que
entonces estés en condiciones de razonar Pero de momento, no pierdas esa
esperanza). En esta MAREJADA de palabras que debemos escribir para cumplir con
lo ordenado por nuestro director, tengo
la esperanza de gastar la TINTA necesaria para dejar las cosas claras sobre el tema que nos ocupa,
y no dejar el papel en BLANCO. Si lo consigo, escucharás un SUSPIRO de alivio. Más si consideras que la cosa te
dejó así como ni fu ni fa, me lo dices, y no pierdas la esperanza, que soy
capaz de rehacerlo, hasta dejarte satisfecho…
Jesús González ©
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