Veinticuatro de diciembre, Nochebuena, mientras mamá andaba entre
pucheros preparando la cena, de fondo la tele decía que esta noche nace el
Niño. Entonces le pregunté:
-
Mamá, ¿cómo nació Guillermo?
-
Igual que tú, primero la cabeza, luego el tronco y por
último las piernas.
-
¡Qué horror! ¿nacimos por piezas y nos unisteis
como un mecano, y el Niño Jesús también mamá?
Me miró fijamente con una risa
contenida, iba a responder, cuando sonó el timbre de la puerta. Mamá miró el
reloj y dijo antes de abrir:
-
Son las seis, ya han llegado Marta y compañía, hoy es
Nochebuena y no Tardebuena, les dije que a las nueve, claro luego a las siete
seguro que alguno de ellos dirá, ¡qué hambre! pues haber venido a la hora
fijada, estoy sin vestir, aún no he hecho los canapés. No, si me lo hace
aposta. Abrió la puerta.
-
¡Sorpresa, Feliz Nochebuena!
Eran
Marta y los dos Eladítos sin hache, mamá respondió irónicamente:
-
¡Feliz Tardebuena!
A Marta, le empezó su tic en el párpado derecho, eso significa ¡peligro,
peligro! la noche prometía. Mientras mi madre se cambiaba de ropa comento a
papá:
- ¿Lo ves? ha venido pronto para pillarme,
se cree que estoy en chándal por casa como ella, pues se ha dado con un palmo
en las narices. Papá asentía sin más, por si acaso. Al okupa, se le antojó
hacer un muñeco de nieve, salimos al jardín, él, Eladito sin hache y yo. Lo que
pasó entre fogones con la del tic y mamá, lo desconozco, pero no pintaba nada
bien.
Comenzamos a juntar nieve,
dirigidos por la abuela Mamen, ya que al peinar canas, prefirió no entrar en la
batalla culinaria y se quitó del medio ¡es lista mi abuela! y nos iba diciendo:
-
Hay que hacer una gran bola y otra menor encima ¡venga
chicos!
Hacíamos lo que se podía, pero
redondas, redondas no quedaban. En las películas navideñas, quedaban redondas,
redondas y blancas, muy blancas, este no era el caso, nuestro muñeco tenía
michelines y era tirando a gris. Los dedos se nos quedaron como palitos de merluza
recién sacados del congelador.
La cena, caótica, Marta comenzó
al ataque:
-
El paté, está bien, pero le falta... yo le pongo un
poquito de... y mejora. ¿Tú qué opinas Mamen?
-
¿Propinas, a quién hay que dar propinas? Yo soy
pensionista hija.
Mi abuela, está en esa edad que
oye lo que quiere. Okupa y Eladito sin hache, se pasaron la cena, enseñándose las
papilas gustativas y el bolo alimenticio, la abuela haciéndose la sorda, papá y
el Eladio mayor pegados al carro de las bebidas, bebiendo como si fuera barra
libre, mamá y Marta compitiendo hasta por cual era la mejor marca de turrón,
¿yo? mentalmente, tomando nota de todo, para cuando sea mayor saber que me
tengo que acostar desde el veinticuatro de Diciembre y levantarme el ocho de
Enero! Qué resaca navideña!
Ana Pérez Urquiza ©
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