domingo, 15 de febrero de 2015

EL CRUCE





Estoy desasosegado  desde hace días. Es verano, la tarde aplanada, y para mí, un Mastín del Pirineo, que ni me han cortado el pelaje, (menos mal a los baldes  que mi dueña ha sacado de borra al cepillarme) me hallo un poco más fresco. Estoy a la sombra de una centenaria encina y desde aquí domino bien la entrada de la casa, que de eso se trata. ¿por qué se empeñará esta gente en tenerme aquí, si yo soy feliz en medio de la nieve? Menos mal que en invierno disfruto. Me acuerdo de una nevada en el jardín. ¡Fui feliz! Cuando subieron por la mañana las persianas, me encontraron tirado encima de ella y pensaron que me había pasado algo. ¡Qué sabrán!

Veo un coche que aparca junto a la verja; llama una señora al timbre y salen los dueños a recibirla. Abren la puerta y el coche entra. Muchos besitos y abrazos, serán amigos; así que ni me inmuto; pero de repente mi agudo olfato presiente algo.

Del coche junto con el dueño sale una sofisticada perrita de mi raza, muy lavada, cepillada, perfumada y con un collar divino.
-Rocco, me dicen. Te hemos  buscado una novia. ¿Te gusta?

¡Ya lo creo que me gustaba! Comencé a dar saltos, contorsiones y jadeos en torno a ella. Ellos se quedaron en la terraza tomándose unos refrescos y cuchicheando, seguro que sobre nosotros. 

Pero la perrita, tan mona, no quería saber nada de mí, es testaruda y me lanza ladridos y má ladridos.

Me quedo quieto y vuelvo a mi posición inicial; patas delanteras estiradas, cabeza encimade ellas, y solo meneando los ojos para no perderla de vista.

Pasea por el jardín olfateándolo todo. Se mete en las rosaleda y nadie la riñe ¡Qué suerte tiene la condenada!

Baja unas escaleras hacia el pequeño estanque y se pone a beber agua.

¡Esta es la mía! Bajo también y me pongo enfrente haciendo lo mismo, Alzamos la cabeza y nos miramos. Doy la vuelta y me pongo a su lado. Me atreví a darle un buen lengüetazo en el morro.

¡Me dejó!... Doy saltos y comienzo a olerla. Subo las escaleras y me sigue. Se puso a mi lado. Voy pavoneándome de mi conquista y la llevo al fondo del jardín, donde crecen los tomates y caen al suelo los melocotones…

  M.ª EULALIA DELGADO GONZÁLEZ ©
                   Febrero 2015

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