martes, 26 de abril de 2016

EL TEMA

EL TEMA

                 Ese día madrugamos, porque mi hermano, llevaba tiempo pidiendo ir a la nieve. A mis padres, les gusta practicar este deporte extremo, éste y otro igual de peligroso; ¡Hablarme, cuando acabo de despertar a tempranas horas! A ver, que yo no digo que “el amanecer”, no sea bonito, lo es, pero ¿lo podrían poner más tarde? a esas horas, aún ¡no se me han acabado los sueños!

                 Mamá y mi hermano, entraron en mi habitación, como dos elefantes a una cacharrería para despertarme:

                -Buenos días Cris ¡Venga, venga, que nos vamos a la nieve!

                -¡Si, si, nieve, nieve!-dijo okupa, saltando sobre mi cama, como la mona Chita.

                -¡Mamá, como siga saltando así, yo no voy con éste a ningún lado!

                -¡Haz lo que quieras Cris!-dijo mamá con mirada asesina.

                  El tema es que cuando tu madre te diga; “Haz lo que quieras,” no lo hagas, quédate quieta, no parpadees y hazte la muerta. “Haz lo que quieras” es sinónimo de que estás castigada, si no obedeces y al final terminas llorando y haciendo lo que tu madre diga, con lo cual...

                  Ya estamos los cuatro en el coche, parecemos cuatro “madelmans”cuatricolores, de tanta ropa que llevamos encima. Antes de encaminarnos hacia la carretera que nos lleva a la Sierra, papá, aparcó el coche al lado de un cajero automático para sacar dinero, mi hermano le acompañó de la mano; papá, hizo la operación ante el cajero, okupa, al ver que salían billetes, se volvió hacia la gente que hacía cola y dando palmaditas y saltitos dijo:

                -¡Mi papá, tiene mucha suerte, siempre le toca el premio!

                   Una anciana señora de detrás, dijo sonriendo:

                 -¡Qué niño tan listo! ¿Qué quieres ser de mayor?

                 -Lo que quiero ser es “gente”-respondió el listo de él.

                  ¿Gente, eso es abarcar mucho, poco, es listo, lo contrario? ¡Me desconcierta mi hermanito! Al cabo de dos horas insufribles de preguntas de mi hermano como: ¿Falta mucho?, ¿cuándo llegamos? o para molestar como: ¡Tengo pis, tengo sed, tengo hambre! y más “tengos”, llegamos a la estación de esquí. Todo estabacubierto por un manto blanco, resplandeciente por los rayos de sol, había muchísima gente repartida entre los remontes y trineos, practicando. Papá y mamá, antes de subir al telesilla, nos dejaron con un monitor de esquí para niños, éramos todos novatos, claro, nos enseñaron los primeros pasos, poner y quitar los esquís, manejar los bastones y cosas básicas. Pasé un buen rato, pero a mi hermano, le aburría todo esto, le gustaba el trineo y así se lo hizo saber a mamá, cuando regresaron del descenso, el muy pelota dijo:

                 -¡Mamá, mamá, yo quiero ir en el trineo contigo!

                    Y dicho y hecho, se montaron los dos en uno, papá y yo en otro, salieron ellos primero y comenzaron el descenso, pero con tan mala suerte que pillaron un pequeño montículo y mamá cayó boca abajo sobre la nieve, mi hermano, sobre mamá. Cuando llegamos nosotros, al preguntarle, ella se quejaba de dolor en el pecho, rápidamente se personó un médico de la estación, y  a la pregunta de qué le duele, mamá dijo que estaba bien que sólo le molestaba el pezón, a lo que el okupa, preguntó:

                 -¡Señor médico! ¿Un pezón, es un pez grande?, ¿cómo ha entrado ahí? ¡Quíteselo señor, quíteselo!


Ana Pérez Urquiza ©

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