domingo, 15 de enero de 2017

UNA VEZ SOÑE

UNA VEZ SOÑÉ…
(Tema obligado con el que iniciaremos
 nuestra andadura en el año 2017)

Resultado de imagen de CLUB DE LECTURA

Hace unos días y por primera vez, nos juntamos en la Biblioteca Municipal los componentes del Taller de Escritura y los del Club de Lectura. Nos sentimos más arropados, más hermanados. Por sorpresa para mí, también  asistieron dos concejales de nuestro ayuntamiento (uno de ellos, la de Cultura), que escucharon con atención la lectura de nuestros relatos y sus comentarios correspondientes. Aquella noche fue la de mi sueño:
«La Concejala  de Cultura permaneció hasta el final, con una atención increíble. Después nos felicitó. Dio la mano a cada uno de nosotros y se despidió prometiendo que asistiría a todas nuestras reuniones, siempre que le fuera posible.
Volvió varias veces con un entusiasmo creciente. Tanto fue así que su imaginación comenzó a madurar una idea, que, según nos dijo, iba a exponer  en el primer pleno que se hiciera en el Ayuntamiento: “Tomar cuatro o seis escritos de cada uno de los componentes del Taller y editar un libro”. En el pleno hubo consenso total y editaron el libro. La corporación municipal regaló un ejemplar a cada uno de los autores y dos ejemplares a cada biblioteca municipal de nuestra Comunidad Cántabra.
Fue como una fértil semilla dejada caer sobre  un terreno ansioso de producir. A los dos  o tres meses, la semilla germinó, y prácticamente todas las bibliotecas municipales de Cantabria tuvieron funcionando un taller de escritura. La historia se repitió. Cada municipio publicó su libro, que también  regaló a las demás bibliotecas, con lo que estas se fueron enriqueciendo, y así todos los lectores pudieron conocer la creatividad, el trabajo y sentir de sus congéneres más cercanos.
Como la curiosidad es la madre del atrevimiento, algunos de los pocos cántabros que jamás tuvieron un libro entre las manos, primero, quisieron saber lo que por escrito contaban sus conocidos y se atrevieron a leer lo editado por su ayuntamiento. Quedaron satisfechos y luego quisieron saber lo de los demás ayuntamientos. Sin darse cuenta, estaban ampliando sus conocimientos. Y así, a lo tonto, que dirían en mi pueblo, o a la buena de Dios, que diría alguien más recatado, la Comunidad entera se aficionó a la lectura. Los hubo que empezaron por leer a los aficionados como nosotros y terminaron por leer a los clásicos, ¡que ya es leer!»

La presión de mi vejiga me despertó. Medio dormido, me fui al baño y, como todavía no había despertado totalmente, en lugar de orina. Vi como mi cuerpo eliminaba una catarata de libros diminutos que el sanitario fue tragando uno tras otro. 
Jesús González González


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