miércoles, 8 de marzo de 2017

EL DESAYUNO

EL DESAYUNO

 Resultado de imagen de NIÑO DEVORANDO TARTA DE CUMPLEAÑOS
Mi hermano es como un Troll noruego. ¿Por su físico? Bueno, un poco sí. La nariz, sobre todo: es prominente, larga y termina en una bolita gorda, redonda. Con estas características, huele la comida a distancia, más que cualquier humano ―perdón, no digo que no lo sea; humano, lo es―. Vi su primera ecografía, que ahí estaba ese puntito dentro de mamá, y ya destacaba su nariz, lo único que pude distinguir cuando me dijeron “tu hermano”. Bueno, esto ya es el pasado; corramos un tupido velo; volvamos al presente.
Ayer por la tarde tuvo dos cumpleaños, de unos compañeros del colegio; en ambos merendó como si no hubiera mañana. Como buen Troll, olisquea y se tira en plancha sobre cualquier cosa comestible, dulce o salada, carne o pescado. Mi abuela dice que es un estómago muy agradecido. Cuando llegó a casa después de los dos cumpleaños, quería cenar:
―Guillermo tiene hambre ―dijo la criaturita, hablando en tercera persona; ahora le ha dado por ahí.
Mamá le dio un gran vaso de cacao. Lo tiene que tomar todas las noches; de lo contrario, no duerme. Lo hace como un cachorrito, panza arriba, emitiendo sonidos de placer.
Al día siguiente, bien de mañana, se levantó diciendo:
―Guillermo tiene hambre, quiere desayunar. Mami, caliéntame la leche en “tu croondas”.
Mamá, se quedó extrañada y dijo:
―Guillermo: será caliéntala en el microondas.
Y respondió el okupa:
―Sí, mamá, eso ha dicho Guillermo: en tu croondas.
Mamá oculta la mente, digamos distraída, de mi hermano; se hace la loca, todo está bien, perfecto. Yo miré a papá, arqueando mis cejas. Él me retiró su mirada, aguantando la risa. Yo no le vi la gracia, la verdad.


Ana Pérez Urquiza ©

No hay comentarios: