jueves, 4 de mayo de 2017

"LA CONFESIÓN"

YO CONFIESO
 Resultado de imagen de PERSONAS MIRANDO UN ESCAPARATE DE LIBROS
Creo que sueño todas las noches. Cuando era joven, recordaba perfectamente lo que soñaba. Ahora no. Ahora tengo la impresión de que solo sueño en las mañanas cuando estoy próximo a despertarme, y lo soñado se me escapa como peces sorprendidos. Se escurre de mi mente con una rapidez increíble, y solo me queda en el subconsciente una débil estela de lo soñado.
No obstante, hay sueños que recuerdo perfectamente. Son los que sueño estando despierto y que, por estar despierto cuando los sueño, no sé si, mejor que sueños, debería llamarlos ilusiones. Posiblemente su verdadera identidad esté a mitad de camino entre  ambas definiciones. Creo que sueños de este tipo los tenemos todo el mundo. Son sueños íntimos de los que no hacemos partícipe a  nadie. Sueños secretos en los que siempre nos recreamos en la más absoluta intimidad. Sueños que ocultamos no por temor a nada, sino por puro pudor, y que nos ruborizaría como niños dejarlos al descubierto. Pertenecen a la vida interna de cada persona, y supongo que son un eslabón más de esa pequeña cadena de cosas que nos diferencia de lo que llamamos animales.
En esta ocasión escribo para el Taller de Escritura, y el tema que hoy tenemos a redactar es ‘La Confesión’. Por ello, y por primera vez  para vosotros que sois mis amigos, os voy a confesar, (también en secreto), uno de mis más viejos sueños que nunca veré cumplido. Guarda íntima relación con la escritura, por lo que espero acojáis la confesión de este sueño  con la máxima comprensión y  benignidad:
            Como a vosotros, siempre me gustó escribir. Y a quienes escribimos, nos gusta que nos lean. Es la más normal de las aspiraciones de todo  aquél que practique cualquiera de las distintas artes que embellecen nuestra existencia. (Un cantante no cantaría en un escenario sin público, ni un rapsoda declamaría un poema sin alguien que le escuchara). Nosotros, (al menos yo), no escribiríamos si supiéramos que nadie había de leer lo que escribimos.
Pues bien, siempre soñé con ver publicado alguno de mis escritos, y acabo de llegar a la conclusión de que nunca se realizará este  sueño. Sí es verdad que han aparecido algunas cosas mías en periódicos locales y en alguna revista, pero eso no ha sido ‘mi sueño’. Mi sueño fue un libro. Y la imagen siempre soñada, fui yo parado ante el escaparate  de una librería, leyendo mi nombre impreso sobre la cubierta de un libro.
Mitigo mi decepción pensando que quizás yo no hice lo suficiente por conseguirlo. Aunque también pienso que, de haberlo hecho, mis escritos no interesarían al gran público, porque solo escribo cosas sencillas sobre temas rurales de escasa importancia. Pero me hubiera conformado con eso: una publicación menor, para un reducido número de lectores sin grandes ambiciones literarias.
Nunca lo conseguí. Sin duda, por justa penitencia a mi pecado de íntima vanidad. Y tras esta confesión de auténtica sinceridad, solo espero de vosotros, mis amigos, la más noble y comprensiva de las absoluciones….

Jesús González ©


No hay comentarios: