sábado, 1 de julio de 2017

LA VISITA
Resultado de imagen de la Ermita de San Antonio de la Florida

Hace poco fui a Madrid, en una excursión cultural de seis días (cuatro, de no parar). Aunque viví once años allí y casi todo lo conocía, había un sitio que no, y en esta ocasión lo conseguí: la Ermita de San Antonio de la Florida. Han hecho otra igual al lado para el culto y esa ha quedado para museo. Tuvimos la suerte de que en esos momentos, además de los frescos de Goya —tan bonitos, rememorando el milagro de San Antonio—, estaba también “ÁNGELAS”, de Denise de la Rue, visto por TV. Habían colocado un espejo enorme en el suelo, casi no quedaba espacio para andar alrededor. El efecto era espectacular, reflejándose todo, y parecía que una caía en el fondo o estaba entre las pinturas.
            Tuvimos un recorrido de norte a sur y de este a oeste desde el autobús con guía, explicándonos éste todos los sitios más emblemáticos de la capital. Parada para ver, por supuesto el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la plaza de Oriente con sus jardines, donde está el Teatro Real. Ya lo conocía, pero esas cosas no importa verlas una y otra vez. Seguimos andando con otra guía por el Madrid de los Austrias, con sus monumentos de aquella época. Parada en la plaza de San Miguel, con un mercado del mismo nombre, precioso, de forja y cristal, lleno de delicatesen, que daban ganas de quedarse a comer allí. Puerta del Sol, plaza Mayor, calle de Bordadores, donde se hace encaje desde el siglo XVII.
Otra visita guiada fue el paseo por el Madrid de los literatos (tampoco lo conocía). Siglo de Oro, calle de las Huertas. Casas donde habían vivido Cervantes, Quevedo, Lope de Vega y Calderón de la Barca. El mentidero, donde los literatos leían sus obras. El suelo se iba adornando con textos de        Benito Pérez Galdós, Luis de Góngora, Gustavo A. Bécquer, José Zorrilla, José Echegaray, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Larra y Espronceda. Eran unas calles llenas de encanto, con flores, comercios y bares antiguos; hasta vimos (no recuerdo el nombre) un tablao flamenco, lleno de murales enormes hechos en cerámica, dentro y fuera, muy bonitos y alegres.
            No podía faltar la visita al Monasterio del Escorial. Por mucho que lo conozcas, es tan impresionante… Esta vez vi la biblioteca, con sus frescos en el techo, que parece la Capilla Sixtina. Y una explicación curiosa: los libros, por la sequedad ambiental, están vistos por la parte de las hojas, ventilados por sus rejillas. Otra explicación curiosa: después de tanta historia y opulencia arquitectónica, cuando bajamos al Panteón de Reyes, el guía nos explicó que ya solo quedaban dos tumbas vacías, las que estaban encima de la puerta, guardadas para los padres del Rey Juan Carlos, que siguen en el pudridero. Hay dos opciones: o reformar ampliando (que sería muy costoso) o ponerlos a todos por matrimonios, con lo cual quedaría libre la mitad.
Comimos  en el pueblo y paseamos por sus preciosas calles, llenas de árboles, recordando muchas tardes de cuando vivimos cerca de allí.
Me mereció la pena la excursión porque nos llevaron a Alcalá de Henares, que tampoco conocía. Su nombre significa “castillo sobre rio Henares”. Patrimonio mundial por la Unesco desde 1998. La universidad, fundada por el Cardenal Cisneros en 1499, el palacio arzobispal y la catedral, con los restos en urna de plata de los Santos Niños Mártires, Justo y Pastor. La plaza Cervantes, con jardines y centro animado, junto con su calle Mayor de medio kilómetro. Con arcos a ambos lados y mucho comercio y terrazas. Compramos almendras garrapiñadas, muy famosas. En esa calle está el Museo Casa Natal de Cervantes. Delante, un banco con Don Quijote y Sancho. En ella se recrea la vida cotidiana de una familia acomodada de los siglos XVI y XVII. Está junto al hospital de Antezana, donde pudo haber trabajado el padre del escritor. Había una botica, donde se exponían instrumentos quirúrgicos. El estrado de las damas, donde, entre cojines, alfombras y braseros, leían o hacían labores de bordados, comedor, cocina, habitaciones…
Para el día final, nos dejaron por Aranjuez, que era donde teníamos el hotel. Me encanta, y otra vez vi el Palacio Real con su sala china de porcelanas y espejos, tan maravillosa. Los inmensos jardines junto al rio Tajo, sus fuentes (menos la grande de la entrada) funcionando. Una tarde inolvidable de sol paseando por ellos.
Merecieron la pena esos días, aunque acabáramos todos agotados.
           
                                                           Mª EULALIA DELGADO GONZÁLEZ©

                                                                                  Junio 2017

1 comentario:

lns Ángeles Sánchez Gandarillas dijo...

¡Vaya itinerario artístico e histórico! De matrícula de honor.
Abrazo Laly.