lunes, 23 de octubre de 2017

Verano




REFLEXIONES DE TERRAZA
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Tras pasar una gran época de barbecho, ya que las musas me habían abandonado por falta de atención hacia su persona, hoy me encuentro en una terraza del mediterráneo, con uno de los mejores atardeceres como anfitrión para hablar del “verano”.
El verano es esa sensación que tiene el ser humano de realizar todo aquello que se proponga y que a lo largo del año no se atreve. El aumento de sol en nuestra piel hace que la melanina aumente, y la valentía se alimenta de ella.
En verano, la vergüenza se guarda detrás de nuestras gafas de sol con cristal de espejo y se ata con los lazos de nuestros bikinis, y todo aquello que le ocultamos a nuestro humilde espejo del baño lo ponemos en el escaparate de arena blanca que tenemos en nuestras playas. Porque el moreno nos elimina esas vergüenzas, que el mundo nos impone de manera subliminal; y cuanto más moreno, menos tapujos.
En el verano, los relojes no controlan nuestras vidas; simplemente se convierten en artículos de decoración que marcan el tiempo que llevamos sin hacerle caso, y su tic-tac se convierte en parte del ambiente, como las sonrisas dentro de las terrazas o el viento del sur, que aumenta nuestro calor.
La melodía de nuestras vidas, por unos meses, se transforma en canciones de verbena que todo el mundo corea como un himno de… libertad, o mejor de libertinaje, acompañado de  conversaciones y brindis de botellas de cerveza, que  culminan con…: esto tenemos que repetirlo antes de Navidad.
En verano, los colores oscuros son guardados al fondo del armario, al lado de aquella balda que ibas a colgar el domingo, que la compraste hace meses, porque no combinan con la tonalidad que ha adquirido nuestra alma veraniega, y entonces todos aquellos colores que solo usamos como subrayadores de cosas importantes en nuestras agendas se apoderan de nuestro armario, pintan uñas, pero sobretodo de  nuestros bikinis y sombrillas. (Este último caso tiene su lógica… para encontrar nuestro sitio en la playa cuando salimos de nuestro cuarto baño).
Sé que estáis pensando: ¿qué le ha pasado a la chica que soñaba cuentos y os los escribía a la mañana siguiente? Pues simplemente que el verano se ha apoderado de mis musas y este escrito tiene olor a mediterráneo, con una pizca de terraza y algo de añoranza de mis palabras escritas.


Jezabel Luguera ©

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