miércoles, 22 de noviembre de 2017

infancia



LA INFANCIA

Resultado de imagen de niños con renacuajos
Es el primer periodo de nuestra vida; el recuerdo que tengamos de ella, de nuestra persona y del mundo que nos rodea. Nos fundimos con nuestro entorno (no hay nada más allá de eso). Poco a poco, vamos descubriéndolo; sobre todo, al llegar al colegio y comenzar a tener amigos. Ya no son solo papá, mamá, tíos, primos, vecinos…
Las primeras letras. La P con la A: PA. La M con la A: MA. PAPÁ, MAMÁ. Al poco tiempo, ya sabemos poner nuestro nombre y, con ayuda, hacer una tarjeta de felicitación para ellos.
Ahora nos hablan de muchas cosas… Del planeta Tierra, en donde vivimos; del punto en el mapamundi que es nuestro país, y del puntito invisible en el que estamos. Nos hablan del SOL, de la LUNA y las ESTRELLAS, del DÍA y la NOCHE; de las estaciones, de los CINCO CONTINENTES y sus RAZAS.
Vamos comprendiendo nuestro entorno y la naturaleza que nos rodea. Que la leche que tomamos por la mañana viene de esos animales tan grandes que se llaman VACAS, y los huevos tan ricos donde mojamos el PAN, que se hace con TRIGO del campo, proceden de otros animales que se llaman GALLINAS; que las frutas tan ricas que nos comemos de postre están en los ÁRBOLES FRUTALES.
Y nuestra habitación está hecha de MADERA de ÁRBOL. También nos hablan del MAR, de los BARCOS y de los pescadores que cogen esos bichos tan raros que tienen espinas y mamá nos las quita y nos vamos dando cuenta de cómo se hace, para sentirnos como héroes si lo conseguimos sin ayuda.
Esos jerséis tan bonitos, que seguro nos hizo mamá, o las tías o abuelas, con esos ovillos esponjosos y suaves de colores con los que tanto nos gusta jugar son LANAS que salen de las OVEJAS que vemos pastar por los prados, y los vestidos son de una planta que se llama ALGODÓN. También sabíamos de la SEDA, que sale de esos gusanos blancos y fríos que cogíamos y metíamos en una caja de cartón, dándoles hojas de morera, y viendo cómo se iban convirtiendo en capullos amarillos. Otro experimento era coger renacuajos de una charca y meterlos en un frasco de cristal para ver su metamorfosis.
            Y quién no hizo las ALUBIAS entre algodón húmedo, para ver las raíces y esa hojita verde y tierna que enseguida queríamos plantar en un tiesto y la ahogábamos de tanto regar.
Los días especiales de nuestra infancia eran las fiestas de cumpleaños, del nuestro o de nuestros amigos (merienda y diversión asegurada). Y ya, para qué decir de lo MÁGICA que era la NAVIDAD, con sus luces, sus bolas de colores, tan frágiles y maravillosas, para el ÁRBOL, y las figuritas para hacer nuestro BELÉN, agrandándolo poco  a poco a través de los años y echando harina que simulaba la nieve (yo echaba mucha).
El remate final era el día de REYES. Ya por la radio, en aquella época, se hacían campañas de Navidad y juguetes, y es que, aunque éramos pequeños, no éramos tontos. ¿Nos traerían a nosotros algo pedido a nuestro REY en la carta que, con ayuda de nuestros padres y tanta ilusión, habíamos escrito? Si habíamos sido buenos, igual caía algo; pero el carbón también existía, como ahora… –¡de dulce, claro!

                                                           Mª EULALIA DELGADO GONZÁLEZ ©

                                                                       Noviembre 2017

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