miércoles, 22 de noviembre de 2017

infancia

TIJERA… ¡ZAS!
Resultado de imagen de tijeras costura dibujo

            Acabado el verano, tocaba prepararse para el inicio del colegio.
            El primer día, alegría del reencuentro con compañeras y búsqueda de caras nuevas. Llegada al aula y presentación del profesorado, entrega de libros y el horario de clases. Una signatura nueva, Labores, no me gustó, y pregunté a la hermana sor Raquel de qué trataba. Me lo explicó y pensé que ahí empezaban mis problemas. No me equivoqué.
            Llegó el día de la semana en que teníamos la dichosa clase y aparece la profesora de Labores, la señorita Encarnita: 1,15 metros de estatura, pelo afro y unos zapatos negros con un tacón y plataforma que la elevaban casi hasta los 1,50 metros. Tomen nota del material a comprar: tela de lino, agujas de coser, dedal (a mí me sobraba), botones, tijera, hilos de colores, etc. Y así se acabó la hora.
            Llega la siguiente clase con la señorita Encarnita, y todas con el material muy ordenadito en una cajita de madera. Instrucciones: coged la tela de lino, una aguja y un color de hilo y os voy a enseñar a hacer un dobladillo con vainica (la primera vez que había oído esta palabra). Nos recomendó poner hebras cortitas y así nos enseñó a rematar e iniciar el cosido oculto, dar dos puntadas y rematar, hebra, empezar. Me angustiaba y decidí poner una hebra muy larga para evitar tanto remate. Cuando estaba en plena operación, que no me daba el brazo para estirar el hilo, se me acercó con una tijera en la mano y me recitó: “Hebra de marimoco, que cosió siete camisas y le sobró un poco”. Y ¡zas!, cortó el hilo y me quedé con veinte centímetros, y de nuevo a rematar.
            Nunca nos entendimos y, pasado el tiempo, en una de las clases, me entregó un papel en el que había escrito: “¡APÁTICA!”. Nunca había oído semejante palabra y, por supuesto, le pedí que me explicara el significado, porque estaba segura de que un halago no era.
            –Sí, por supuesto, te lo aclaro. Apática quiere decir que te da igual ocho que ochocientos mil.
            Risas generalizadas, incluida la mía. No me sentí insultada y no me afectó en absoluto. Es más: creo que me definía perfectamente.


Nieves Reigadas©

No hay comentarios: