JUGUETE ROTO
Mirara donde mirara, solo había oscuridad. Por
más que gritase pidiendo ayuda, las voces que escuchaba a lo lejos me ignoraban
de una manera tan fría, como hace un niño cuando no le cumples una promesa y
simplemente le pides disculpas. ¿Pero dónde estaba? Lo único que recordaba era
a…. Carlitos, sonriendo a carcajadas y diciendo:
–Mira mamá, es un cohete y va despegar para ir
a la luna.
–¿Ah sí? ¿Y quién es el audaz piloto que
pisará la luna?
–Quién mejor que Luck, el mejor aventurero del
mundo y mi mejor amigo.
Y después solo escuché un siseo de mecha
encendida y humo. Intenté moverme, pero... estaba pegado, y mis piernas... no
las sentía... Estaba muy nervio, ¿esto sería la luna?
Y esta sensación tan desagradable, ¿era la
ingravidez que decía Carlitos o serían los marcianos que me han capturado?
De repente, una luz dio paso al ser más
siniestro que jamás había visto: unos brazos negros, como de goma, y en la cara,
una máscara blanca; y su voz era una de las que me habían ignorado.
Mi angustia aumentaba por momentos, porque
Carlitos me había enviado a la luna y yo, en casa, era feliz.
El ser me observaba y, cuando pensé que iba a
comerme...
–Paco, este no tiene solución...
–Pues ya sabes qué hacer con él.
Y esa noche solo se escuchaba la trituradora
trabajando.
Jezabel
Luguera ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario