miércoles, 25 de abril de 2018

LA PREGUNTA


ROSALÍA
Resultado de imagen de hortensias blancas jardin

"Estábamos en una ratonera", así terminamos aquel estupendo fin de semana. Un grupo de gente fuimos invitados por una amiga común que tenía mucho dinero y tuvo ese capricho: invitar un largo fin de semana, por todo lo alto, a los amigos y amigas que por su vida habíamos pasado.
Aquella mañana no fui el primero en llegar al salón con puertas de cristal, pero sí lo bastante pronto como para apreciar los detalles. ¡Pobre Rosalía!, sentada en aquel sillón frente al ventanal. Recuerdo el olor y el asco que me dio la sangre y aquella masa blancuzca salpicada en los libros cercanos. Le habían abierto la cabeza con un hierro de la chimenea. No era invierno, pero la sensación era de mucho frío; aquél cadáver blanco lo transmitía. En la mesita auxiliar había una copita con restos de orujo.
Fuimos llegando, poco a poco, todo el grupo. La extrañeza comenzó en la mesa del desayuno: no sólo Rosalía no aparecía, es que no olía a café como la mañana anterior, ni a bizcocho. Y en la cocina, el silencio. Las caras de cada uno de nosotros eran muy curiosas: después del fiestón de la noche anterior, los ojos eran rendijas que chorreaban ojeras. Todos sufríamos una terrible resaca y nuestra capacidad de entendimiento y recuerdo estaba bastante mermada.
Habíamos disfrutado de tres días maravillosos: nuestra amiga y anfitriona no había reparado en gastos, conocimos a gente estupenda, tuvimos bailes, fiesta, mascarada; hasta una pequeña obra de teatro, gentileza de un grupo de amigos de ella. Nos invitó por puro cariño y, de paso, desdibujó las telarañas que el tiempo había trazado en su corazón.
Eligió la Casona de Rosalía, rural, lujosa y con clase. Conocía a la mujer desde hacía años y sabía que no le fallaría. Era una buena mujer, de unos 70 años, pequeña y hermosa, diligente en su trabajo y magnífica cocinera. Fue cariñosa y detallista con cada uno de nosotros, encontramos flores frescas en todas las habitaciones. Cuando Rosalía nos acompañó, le comenté que por el camino había visto unas colmenas y que me encantaba la miel. En menos de media hora, me hizo llegar un frasco lleno del dorado líquido, cubierto con una telita de cuadros verdes. ¡Qué mujer más encantadora! –pensé–. ¡En fin!, unos días de puro deleite.
¿Qué pudo haber pasado? Cierto es que la mayoría nos acostamos bastante bebidos, pero algo debiéramos haber oído. La mujer –dijo el forense– había muerto en torno a las cuatro de la madrugada. Imaginamos que, después de recoger los restos de aquella gran noche, necesitaba un poco de reposo y sosiego y se sentó un rato a admirar las hortensias blancas del jardín, iluminadas por pequeños focos exteriores – esas flores eran su orgullo–. Y su copita de orujo antes de dormir.
En la prisión, pronto traerán el desayuno. Yo tampoco puedo dormir, y a mí también me gustan las hortensias blancas. ¿Por qué me lo dijo? Yo sólo bajé a buscar el bolso de Casilda, mi mujer; lo había dejado olvidado junto al sofá. ¿Por qué me tuvo que decir que me había reconocido? ¿Por qué tuvo que recordar que yo había estado allí, pero con otra mujer? ¿Por qué puso precio a su silencio? Me dijo que estaba cansada de trabajar y que, con el dinero que yo le diese, podría traspasar el negocio. Casilda nunca debería enterarse de eso. En algún lugar he leído que, en la mayoría de los asesinatos, la víctima tiene la culpa. ¡En éste, sí! Me clavó unos ojos fríos y no le tembló la voz en la amenaza. Loco del susto, pillé el hierro de la chimenea y la golpeé en la cabeza. Yo estaba borracho y ella lo sabía. Volví a la habitación con el bolso.
Nunca más he vuelto a tomar miel. Aquí tampoco nos la dan.

                                                                                  REMEDIOS LLANO
                                                                                                                                   COMILLAS 
                                                                                                                                    MARZO 2018

No hay comentarios: