LA PREGUNTA

Jacinta y Fernando son una pareja
que celebraba sus bodas de oro. Estuvieron todo el día de fiesta con cantidad
de familiares y amigos que acudieron a felicitarles. Todos se preguntaban el
secreto de llevar toda una vida juntos; sobre todo los más jóvenes lo veían
imposible.
Fernando –decía una de sus
amistades– ha sido un buen mozo y muy guapo; pero ahora mismo, si no es por su
bastón, apenas puede caminar.
Jacinta, todo un bellezón en su
juventud, ¡quién lo diría! Hasta sus ojos claros han perdido el color. Por eso
pienso que deben de estar muy enamorados, pues siempre se les ve muy bien.
Cuando acabó la fiesta, al
anochecer, pudieron quedarse solos en el porche de su casa, contemplando la
puesta de sol, descansando del ajetreo de todo el día. En un determinado
momento, el anciano se quedó mirando afectuosamente a su mujer y le dijo:
–Jacinta, estoy orgulloso de ti.
–¿Qué has dicho? –preguntó la
anciana–. Sabes que soy un poco dura de oído. Habla más alto, por favor.
–¡Estoy orgulloso de ti!
–Me parece muy lógico –dijo ella,
con gesto despectivo–. También yo estoy harta de ti.
Mi pregunta es el perfecto oyente:
te escucha aunque no digas nada.
Mari Carmen
Bengoechea©
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