LA PREGUNTA

El
otro día escuchaba por la radio hablar sobre el silencio. ¿Silencio o ruido?
Para
mí, esto es como lo de los besos. Hay silencios y ruidos para dar y tomar.
Cientos, miles de silencios y de ruidos, unos placenteros, otros insoportables.
Se
decía “El silencio es muerte, el ruido es vida”, y es una verdad de Perogrullo.
¡Ahora viene cuando la
mataron! Que se lo digan a los que viven cerca de un aeropuerto donde los
aviones pasan por encima de sus cabezas cada poco. Siempre recordaré estando de
excursión en Mallorca, dentro de un autobús. Veíamos un avión dirigirse hacia nosotros y talmente
parecía que nos iba a engullir. ¡Vamos, nos pasó literalmente por encima!
Vivimos
en ciudades con excesivo ruido, y necesitamos a ratos un poco de silencio y
sosiego, como también gritar en competiciones deportivas y aplaudir en eventos
merecidos.
¿Qué
me decís de la “mosca cojonera” que se cuela en la habitación y no hay forma de
dar con ella, hasta que cogemos la primera prenda a mano, subimos la persiana,
abrimos la ventana y la maldita se queda entre las cortinas?
Existen
escritores que se van a un pueblo perdido y en absoluta soledad para poder
concentrarse y escribir en paz, y en cambio otros, hasta algunos muy famosos,
que les venía la inspiración y hasta escribían en cafeterías alborotadoras. Doy
fe de ello. Tuve en Madrid una vecina que, cuando hacía bueno, se salía a la
terraza del jardín a tomar el sol con música y el libro entre las manos: ¡economista
con sobresalientes!
Cuando
vamos con amigos, nos gusta estar en un sitio donde se pueda hablar con música
suave que mitigue las demás conversaciones, más que con música a tope y tener
que dar alaridos para que te entiendan.
¿Y
cuando todos quieren hablar por encima de los demás, como pasa en algunas
tertulias televisivas, o no televisivas? Como casi siempre, hay un término medio;
todo en su justa medida. Pero, ¿cuál es la justa medida? Jajaja…
Hasta
que nos digan –y no lo podamos escuchar– “Descansa en paz”, viviremos inmersos
en el ruido.
Existe
un ruido que no nos gusta a casi nadie: ”el ruido de las bombas”.
¿Nos
desapareceremos, o nos desaparecerán? En cualquier caso, nuestro pequeño
Planeta Azul, esa bola de fuego que está dentro de una galaxia perdida en el infinito
cosmos desde hace millones de años, seguirá con la vida que quede; y con sus
ruidos, a veces tremendos: tormentas atronadoras, mares embravecidos, volcanes
enfadados, tierra desquebrajándose o huracanes arrasando.
¡EL
RUIDO ES VIDA! ¡EL LLANTO DEL BEBÉ ES VIDA!
Mª
EULALIA DELGADO GONZÁLEZ ©
Marzo
2018
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