miércoles, 25 de abril de 2018

LA PREGUNTA


LA PREGUNTA
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El otro día escuchaba por la radio hablar sobre el silencio. ¿Silencio o ruido?
Para mí, esto es como lo de los besos. Hay silencios y ruidos para dar y tomar. Cientos, miles de silencios y de ruidos, unos placenteros, otros insoportables.
Se decía “El silencio es muerte, el ruido es vida”, y es una verdad de Perogrullo.
¡Ahora viene cuando la mataron! Que se lo digan a los que viven cerca de un aeropuerto donde los aviones pasan por encima de sus cabezas cada poco. Siempre recordaré estando de excursión en Mallorca, dentro de un autobús. Veíamos  un avión dirigirse hacia nosotros y talmente parecía que nos iba a engullir. ¡Vamos, nos pasó literalmente por encima!
Vivimos en ciudades con excesivo ruido, y necesitamos a ratos un poco de silencio y sosiego, como también gritar en competiciones deportivas y aplaudir en eventos merecidos.
¿Qué me decís de la “mosca cojonera” que se cuela en la habitación y no hay forma de dar con ella, hasta que cogemos la primera prenda a mano, subimos la persiana, abrimos la ventana y la maldita se queda entre las cortinas?
Existen escritores que se van a un pueblo perdido y en absoluta soledad para poder concentrarse y escribir en paz, y en cambio otros, hasta algunos muy famosos, que les venía la inspiración y hasta escribían en cafeterías alborotadoras. Doy fe de ello. Tuve en Madrid una vecina que, cuando hacía bueno, se salía a la terraza del jardín a tomar el sol con música y el libro entre las manos: ¡economista con sobresalientes!
Cuando vamos con amigos, nos gusta estar en un sitio donde se pueda hablar con música suave que mitigue las demás conversaciones, más que con música a tope y tener que dar alaridos para que te entiendan.
¿Y cuando todos quieren hablar por encima de los demás, como pasa en algunas tertulias televisivas, o no televisivas? Como casi siempre, hay un término medio; todo en su justa medida. Pero, ¿cuál es la justa medida? Jajaja…
Hasta que nos digan –y no lo podamos escuchar– “Descansa en paz”, viviremos inmersos en el ruido. 
Existe un ruido que no nos gusta a casi nadie: ”el ruido de las bombas”.
¿Nos desapareceremos, o nos desaparecerán? En cualquier caso, nuestro pequeño Planeta Azul, esa bola de fuego que está dentro de una galaxia perdida en el infinito cosmos desde hace millones de años, seguirá con la vida que quede; y con sus ruidos, a veces tremendos: tormentas atronadoras, mares embravecidos, volcanes enfadados, tierra desquebrajándose o huracanes arrasando.
¡EL RUIDO ES VIDA! ¡EL LLANTO DEL BEBÉ ES VIDA!

                                                                       Mª EULALIA DELGADO GONZÁLEZ ©
                                                                                              Marzo 2018

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