LA PREGUNTA
Interesantísimo, el preguntar. Pero sin
pasarse, porque recuerdo la respuesta que el hijo del cacharrero de El Tejo le
dio a Efigenia, cuando esta le preguntó qué era lo que llevaba en el cesto: “Pues
para eso va tapado, señora, para que no se sepa”. Y, como quien
tiene por norma preguntar las cosas que no le importan suele ser reincidente, a
esta misma señora, en otra ocasión, le respondió el muchachito: “Las señoras
que preguntan tanto, dejan de llamarse señoras y se llaman preguntonas”.
Salvo lo anecdótico, me parece bueno y
saludable el preguntar. Siempre estuve convencido de que para saber,
no había nada mejor que preguntar, viajar y leer. Lo de viajar, no siempre
está al alcance de nuestros deseos, pero anda, que lo de preguntar y
el leer…
Jesús González ©

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