Nunca
olvidaré aquella mirada penetrante. Parecía que pudiera leer mis pensamientos o,
peor aún, que supiera antes que yo lo que iba a decir. Pero, por otro lado, era
de esos seres que te cautivan en el mismo instante en que les conoces; no sabes
por qué, pero sientes que formará parte de tu vida para siempre; es un tesoro
que no estabas buscando, pero que un pirata debió de perder.
–Lara…, Lara…, ¿estás con nosotros?
Regresa a la Tierra.
–¿Qué?… ¿Qué pasa, Toni? –dije, con
una cara entre empanada y sobao de El
macho.
–Pasar, pasar, nada; y si pasa se le
saluda, pero estabas otra vez en tu mundo sin escuchar la noticia que tengo que
darte.
–Jajajaja… ¡Qué ocurrencias tienes!
–y volví a encontrarme con la mirada de aquella mañana de noviembre, que
buscaba una calle y se encontró con una despistada como yo.
Me
contó que había tenido una reunión con sus jefes, que estaban muy contentos con
su último viaje a Pamplona, que los clientes estaban muy entusiasmados con su
trabajo –la obra de arte llegó antes de tiempo, en un estado más que perfecto–
y su trato había sido excelente (su expresión era mejor que la de un niño
recibiendo su gominola favorita, y la mía se define con un babero).
–¿Y te han dicho algo más?
–Que van a formarme para hacer
transportes especiales y así poder ascender dentro de la empresa. Eso sí, me
han dicho que la formación es de varios meses y que tengo que ser muy
constante.
–Es una estupenda noticia, ¿no?
–Hay una pega.
–¿Cuál? A ti, el trabajado duro no
te supone un problema y es lo que querías; bueno, lo que queríamos, ¿no? ¿Qué
problema hay que no me estás contando?
–Que la formación es en Madrid y
tengo que irme por varios meses y…, claro…, esa parte no me gusta; llevamos muy
poco tiempo juntos y…
–Espera, para… ¿Estás diciendo que
tienes dudas de ir… por mí?
–Sí y no. Más bien por no dejarte
sola y esas cosas…
–¿Dejarme sola? Soy una mujer adulta,
con su trabajo, su familia, sus amistades. Pero sobre todo, soy una persona
hecha y derecha, cariño; he vivido más de veintiocho años sin ti y creo...
Bueno, mejor dicho, sé que puedo vivir sin ti.
–¿Ves? No quería contártelo porque
vas a pensar que soy un cavernícola, y no lo soy, soy un hombre de los de
antes.
–Mira, cariño, no eres un hombre de
los de antes, eres de los de ahora, criado para salvar a una damisela en
apuros, porque es lo que ves en las películas y lo que tu familia te inculcó,
pero… no soy una damisela en apuros; soy una mujer que tiene su vida y puede
vivir sin ti pero he decidido compartir mi vida contigo, pero teniendo nuestros
espacios, nuestros trabajos, y acompañarnos. Deja de ponerme de excusa para no
enfrentarte a tus retos y los miedos que ellos te producen; no necesito un
príncipe azul, no soy una princesa Disney.
–Ya sé que no eres Blancanieves,
pero siento la necesidad de protegerte. Sé que puedes vivir sin mí, pero… yo no
sé si puedo vivir sin ti y… simplemente tengo miedo.
–Toni, no soy extraterrestre, te
entiendo perfectamente, pero… “nosotros somos los dueños de nuestros propios
miedos”. Yo no necesito un héroe; necesito a alguien que me comprenda, me
respete, pero sobretodo me quiera como soy, sin cambiarme.
–Me va a costar dejar de ser un
hombre de los de antes, pero… tienes razón; no puedo esconderme y ponerte de
excusa, y además no vas a dejar de recordarme que eres una mujer de las de
ahora.
–No tengas ninguna duda. Así que ya
sabes…, llama a tus jefes…
–Entonces… voy a tener que hacerme
una cuenta en Sky para que hablemos mientras estoy en Madrid, ¿no?… Lara…, Lara…
(Ya esta otra vez en su planeta).
Jezabel
Luguera ©
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