domingo, 11 de noviembre de 2018

UN ENCUENTRO INESPERADO




Nunca olvidaré aquella mirada penetrante. Parecía que pudiera leer mis pensamientos o, peor aún, que supiera antes que yo lo que iba a decir. Pero, por otro lado, era de esos seres que te cautivan en el mismo instante en que les conoces; no sabes por qué, pero sientes que formará parte de tu vida para siempre; es un tesoro que no estabas buscando, pero que un pirata debió de perder.

            –Lara…, Lara…, ¿estás con nosotros? Regresa a la Tierra.

            –¿Qué?… ¿Qué pasa, Toni? –dije, con una cara entre empanada y sobao de El macho.

            –Pasar, pasar, nada; y si pasa se le saluda, pero estabas otra vez en tu mundo sin escuchar la noticia que tengo que darte.

            –Jajajaja… ¡Qué ocurrencias tienes! –y volví a encontrarme con la mirada de aquella mañana de noviembre, que buscaba una calle y se encontró con una despistada como yo.

Me contó que había tenido una reunión con sus jefes, que estaban muy contentos con su último viaje a Pamplona, que los clientes estaban muy entusiasmados con su trabajo –la obra de arte llegó antes de tiempo, en un estado más que perfecto– y su trato había sido excelente (su expresión era mejor que la de un niño recibiendo su gominola favorita, y la mía se define con un babero).

            –¿Y te han dicho algo más?

            –Que van a formarme para hacer transportes especiales y así poder ascender dentro de la empresa. Eso sí, me han dicho que la formación es de varios meses y que tengo que ser muy constante.

            –Es una estupenda noticia, ¿no?

            –Hay una pega.

            –¿Cuál? A ti, el trabajado duro no te supone un problema y es lo que querías; bueno, lo que queríamos, ¿no? ¿Qué problema hay que no me estás contando?

            –Que la formación es en Madrid y tengo que irme por varios meses y…, claro…, esa parte no me gusta; llevamos muy poco tiempo juntos y…

            –Espera, para… ¿Estás diciendo que tienes dudas de ir… por mí?

            –Sí y no. Más bien por no dejarte sola y esas cosas…

            –¿Dejarme sola? Soy una mujer adulta, con su trabajo, su familia, sus amistades. Pero sobre todo, soy una persona hecha y derecha, cariño; he vivido más de veintiocho años sin ti y creo...

 Bueno, mejor dicho, sé que puedo vivir sin ti.

            –¿Ves? No quería contártelo porque vas a pensar que soy un cavernícola, y no lo soy, soy un hombre de los de antes.

            –Mira, cariño, no eres un hombre de los de antes, eres de los de ahora, criado para salvar a una damisela en apuros, porque es lo que ves en las películas y lo que tu familia te inculcó, pero… no soy una damisela en apuros; soy una mujer que tiene su vida y puede vivir sin ti pero he decidido compartir mi vida contigo, pero teniendo nuestros espacios, nuestros trabajos, y acompañarnos. Deja de ponerme de excusa para no enfrentarte a tus retos y los miedos que ellos te producen; no necesito un príncipe azul, no soy una princesa Disney.

            –Ya sé que no eres Blancanieves, pero siento la necesidad de protegerte. Sé que puedes vivir sin mí, pero… yo no sé si puedo vivir sin ti y… simplemente tengo miedo.

            –Toni, no soy extraterrestre, te entiendo perfectamente, pero… “nosotros somos los dueños de nuestros propios miedos”. Yo no necesito un héroe; necesito a alguien que me comprenda, me respete, pero sobretodo me quiera como soy, sin cambiarme.

            –Me va a costar dejar de ser un hombre de los de antes, pero… tienes razón; no puedo esconderme y ponerte de excusa, y además no vas a dejar de recordarme que eres una mujer de las de ahora.

            –No tengas ninguna duda. Así que ya sabes…, llama a tus jefes…

            –Entonces… voy a tener que hacerme una cuenta en Sky para que hablemos mientras estoy en Madrid, ¿no?… Lara…, Lara… (Ya esta otra vez en su planeta).


Jezabel Luguera ©

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