Si
un gesto pudiese definir su sabor, sería una sonrisa; pero una sonrisa
compartida, acompañada de palabras que hablan de recuerdos, de escapadas
bañadas de surf, de despedidas, de un hasta pronto.
Recuerdo
de plácidas mañanas, de compras cotidianas, de intercambio de secretos; de
lugares, de recetas, del vermut que te hace estallar en risas un día cualquiera,
que te hace olvidar, o no, de esas recetas.
Comidas
que se alargan, que se superan, que se comparten. O escapadas rápidas de
cocido, vino y siesta.
En
invierno, ellos, nosotros en todo tiempo, como el agua, como el pan y como el
vino.
¿A
qué sabe? A Cantabria; a mar y a tierra.
Almudena Pascual@
Ruiloba, 9 de diciembre de 2018
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