viernes, 14 de diciembre de 2018

EL COCIDO MONTAÑÉS





Si un gesto pudiese definir su sabor, sería una sonrisa; pero una sonrisa compartida, acompañada de palabras que hablan de recuerdos, de escapadas bañadas de surf, de despedidas, de un hasta pronto.

Recuerdo de plácidas mañanas, de compras cotidianas, de intercambio de secretos; de lugares, de recetas, del vermut que te hace estallar en risas un día cualquiera, que te hace olvidar, o no, de esas recetas.

Comidas que se alargan, que se superan, que se comparten. O escapadas rápidas de cocido, vino y siesta.

En invierno, ellos, nosotros en todo tiempo, como el agua, como el pan y como el vino.

¿A qué sabe? A Cantabria; a mar y a tierra.


Almudena Pascual@
Ruiloba, 9 de diciembre de 2018

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