Quiero
llorar, y no puedo.
Quiero
volar, y tampoco.
Estás
tan lejos que no te alcanzo.
Sufro
porque tu luz no me acaricia, ni mi piel arde con tu sol explosivo.
No
sé si los olivos y los pinos me recuerdan ya.
Cierro
los ojos y me veo frente a tu mar azul cegador, en el que mi respirar, acompasado
por su dulce melodía, me golpea como una metálica tormenta primaveral.
No
consigo vivir entre tinieblas, ni en la atrapada oscuridad de mi corazón.
Mis
pies, envueltos entre el agua y la arena fría, se cristalizan y adormecen igual
que mi alma.
Mi
vestido azul se ha teñido de negro.
Me
envuelvo en el matiz del color de esa tierra añorada, del secreto olor de tu
orgulloso Mediterráneo, de esa ciudad bella, inteligente y llena de misterios cuya
mirada se pierde en el horizonte, abrazada por sus calles, palacios y
monumentos.
Esta
es mi voz.
Francis Cortés Pahissa©
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