La
primera vez que te vi, no te vi. Te cubrías con una gasa blanca que apenas
dejaba entrever tus ondulaciones. Iba recostado en la parte trasera del coche.
Me habían hablado tanto de ti que quería conocerte, que creía conocerte. Pero
no, no te conocía. El aire empezó a soplar y aquel blanco traslúcido comenzó a
desvanecerse. No sabía si estaba dormido o despierto y miraba, miraba por todas
las ventanas. Todo lo llenabas. Abrí la ventanilla, no sé si para despejarme o
para respirarte. Ese olor ya me acompaña siempre. La niebla se apartó y ahí
estabas, bella, húmeda, limpia, única: Cantabria, mi diosa.
Almudena Pascual@
No hay comentarios:
Publicar un comentario