jueves, 16 de mayo de 2019

LA CHINA




Acabo de estar con amigas unos días en Menorca. Ya la conocía y había hecho excursiones, pero esta vez cogimos un coche alquilado por cuatro días y decidimos ir tranquilas a nuestro aire. Fuimos a Maó a ver el puerto, aparcamos al principio y nos lo pateamos hasta el final. Ya lo conocí en catamarán y ahora tengo las dos versiones, estupendas ambas, del puerto natural más grande de Europa. Conocimos Fornells, otro precioso puerto pesquero y turístico, donde es típica la caldereta de langosta y que quedaba cerca de donde estaba el hotel en Arenal d’en Castell, y subimos a la torre defensiva. Cerca  también quedaba  el punto más al norte, el Cap de Cavallería, con su famoso faro.

            Descubrimos calas que no conocía, de aguas cristalinas de color turquesa con sus praderas (mal llamadas algas) de posidonias, que son las responsables de tal maravilla. Nos recomendaron Cala Galdana, un rincón maravilloso; el pueblecito en miniatura de Binibèquer, rememorando un antiguo pueblo de pescadores; Son Bou, con su playa grande y larga de arenas finas; Cala Turqueta, Macarella, Cala en Porter, Cala Addaia…

            Subimos al Monte Toro, la cima más alta, desde donde se puede apreciar toda la isla. Te recibe un Sagrado Corazón y una iglesia con maravillosos tapices (y un montón de antenas).

            Tocaba ver la Cova d’en Xoroi al atardecer para contemplar la puesta de sol. Impresiona donde está; es un acantilado grandioso. Bajas y bajas escaleras, con terrazas imposibles, hasta la Cova, en la que hay una sala de fiestas. Conseguimos por fin una mesa en una terraza para tomar una “pomada” bebida típica, y entonces la vi: “LA CHINA”.

            Se acercó a la barra una pareja joven con una niña. Eran chinos y me quedé gratamente sorprendida: ella calzaba sandalias planas, vestido moderno largo, chal y bandolera. Va mejorando la raza –pensé–. Era la primera vez que veía a una china tan alta y tan guapa y entonces pensé en un libro que habíamos leído en el Club de Lectura que nos gustó mucho y nos impactó, pues al principio cuenta el sufrimiento indecible de la reducción de sus piececitos con agua caliente y vendajes, ya que iba a ser su mejor atractivo sexual.

            Nadie como Pearl S. Buck para hablar de las costumbres ancestrales de ese país milenario. Tengo una trilogía: La buena tierra, Viento del este, viento del oeste y La estirpe del Dragón. También he leído La madre. Ahora sigue siendo la tierra de grandes estructuras, todo a lo grande…

            Seguimos viendo y perdiéndonos por Maó y Ciutadella, con sus monumentos y casas típicas de los tiempos de dominación británica, sus tiendas llenas de las sandalias menorquinas –imposible resistirse– y de sus famosos quesos, sus poblados talayóticos de piedra y sus caballos negros, como de seda brillante, que salen en Ciutadella en las famosas Fiestas Ecuestres de San Joan.

            Pero también es una isla cuidada y mayormente virgen y así la quieren conservar.
                                                          
Mª Eulalia Delgado González©

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