Todo este sábado me lo voy a
pasar
Privando en mi casa hasta reventar.
Ya estoy harto, no quiero salir más,
Siempre lo mismo, mierda de ciudad.
Privando en mi casa hasta reventar.
Ya estoy harto, no quiero salir más,
Siempre lo mismo, mierda de ciudad.
Gritan los
Kortatu, hasta que una figura se interpone…
–¿Vas a salir hoy?
–No, ¿por?
–No, como son las fiestas, pensé que
saldrías con tus amigos por ahí, y además he oído que tocan luego unos rockeros
de esos que te gustan.
–Na, me voy a quedar por casa hoy, que
los amigos de mis amigos no me caen muy bien, y además los rockeros esos seguro
que son la típica banda de perroflautas que salen a tocar versiones de Mago de
Oz, y antes prefiero meterme un erizo por el culo.
–Qué grotesco te pones a veces, parece
mentira que seas hijo mío. Bueno, igualmente te va a tocar salir, que tu abuela
está con bronquitis y le he comprado estos medicamentos.
–¿Y no se los puedes dar tú?
–Podría,
pero hoy mama y yo hemos quedado para cenar con unos amigos y ya vamos tarde,
así que arreando…
Menudo marrón, yo que me había
descargado una peli de chinos peleones para verla mientras me pongo hasta el
culo de pizza, y ahora me toca surcar el macrobotellón más grande de toda la
comunidad de Madrid, las fiestas de Majadahonda. Aunque, con suerte, en casa de
mi abuela hay algún táper de su “carne con macarrones”, que no “macarrones con
carne”.
–Abuela, ¿te puedo coger algún táper
de la nevera?
–Sí, por supuesto, mejor eso que
tirarlo. Y toma, un poco de dinero para que salgas con tus amigos.
–No hace, no tengo pensado sali…
–¡Que cojas el dinero he dicho, coño!
–Vale, vale…
Bueno, al final no ha salido tan mal
la jugada. Ahora, además de pizzas, tengo unos macarrones de los buenos y unos
veint…
Coño, si ese es Javi y sus colegas.
–¡Javi!
–Coño, Fran, ¿tú qué haces de fiesta?
–Na, fui a llevarle unas cosas a mi
abuela.
–Ya decía yo… Por cierto, mira lo que
he pillado.
Empieza a buscar en los bolsillos,
gradualmente con más angustia y, de repente, grita:
–¡Joder! ¡He perdido la china! ¡La
puta china!
Sus colegas, exaltados, gritan y
entran en pánico mientras yo me río de la situación. Sin saber muy bien por qué,
acabo ayudándoles a buscarla y, como quienes buscan una lentilla caída, nos pasamos
cosa de una hora desandando el camino para por fin encontrarla y darme cuenta
de que estoy a casi cuarenta minutos de casa, así que decido sentarme con ellos
a descansar un rato.
Impulsado por la sed, acepto una de
sus litronas y bebo hasta quedar saciado. Pero mi cuerpo, no acostumbrado a la
ingesta de alcohol, y el humo que desprende la bengala esa a la que llaman
“porrillo” hacen que rápidamente pierda el control y, sumido en un estado de
pánico, sin saber ni si quiera dónde estoy, me dejo guiar por el grupo.
Me llevan por toda la pequeña ciudad,
pero no sé por dónde. Intento escucharles, pero la confusión es tal que solo
consigo entender palabras sueltas –“pedo”, “leña”, “carpa”, “recinto”–, pero
nada parece tener mucho sentido.
Para cuando me quiero dar cuenta, ya
los he perdido. No sé dónde estoy, hay mucha gente, está a oscuro, hace un
calor infernal. De repente, todo el mundo grita –¿será de terror?–. Una gran
luz me deslumbra, no puedo ver, pero de entre el destello parece alzarse una
figura. Los gritos siguen siendo insoportables, pero un estruendo los calla y
una poderosa y a la vez familiar voz se pronuncia, y recita:
“Es cosa corriente
sentirse diferente
y entrar en ambiente,
navegando a la muerte.
sentirse diferente
y entrar en ambiente,
navegando a la muerte.
Creyéndote muy fuerte
estás tan despistado,
fingiéndote valiente,
navegando a la muerte.
estás tan despistado,
fingiéndote valiente,
navegando a la muerte.
Verás como naufragas
en la barra de algún bar.
en la barra de algún bar.
Tan pronto te instales,
sabrás que ya no vales
y entonces te sientes
navegando a la muerte,
navegando a la muerte…”
sabrás que ya no vales
y entonces te sientes
navegando a la muerte,
navegando a la muerte…”
Esta es la
falsa historia de cuando fui por macarrones a casa de mi abuela y acabé en un
concierto de Rosendo.
Lucas Nuño ©

No hay comentarios:
Publicar un comentario