En el taller se habló del vacío interestelar y del galáctico, el universo; pero yo voy a hablar de otro concepto del vacío más próximo que existe en nuestro pequeño universo: la Tierra. El cambio climático producido por intereses económicos y políticos, y también por la mayoría de sus habitantes, que se ha tratado de ignorar, y no por falta de aviso, me produce un vacío existencial. Como vacías se están quedando muchas zonas de la Tierra, porque dicho cambio está haciendo emigrar a sus gentes, porque se están creando zonas desérticas en nuestro país, vacías de vegetación, de ganadería y, por tanto, de gente. Vacíos los océanos, vacíos los bosques y selvas de sus árboles, de su fauna; vacíos los polos de sus hielos, glaciares deshelándose y costas inundadas y vacías. Demasiado vacío.
Voy a recordar una historia de hace tiempo, pues empezó durante la guerra civil. Trata del coto de Doñana, esta zona que hoy conocemos y reconocemos como un parque nacional, por albergar fauna y flora, siendo un ecosistema donde hacen su parada en sus migraciones multitud de aves que vienen de Europa a pasar la invernada. Pero no se consiguió hasta 1969, así que fue una lucha larga que llevaron a cabo dos científicos y uno de los propietarios de tierras en Doñana. Consiguieron que no se colonizara para agricultura, que no se plantaran eucaliptos y pinos, como quería el régimen de aquel entonces. Y recabando ayuda de científicos europeos –principalmente ingleses–, llevando todo tipo de especialistas de la naturaleza, fotógrafos, y hasta haciendo una película –“Wild Spain”–, buscando dinero o haciendo crowdfunding –como se dice ahora–, dando dinero para comprar terrenos, con la principal ayuda de Inglaterra y Suiza, podemos disfrutar hoy en día de esta zona. Por cierto, una zona que aparece en el mapa de posibles costas inundables por el calentamiento global.
Estos dos científicos arriba mencionados son José Antonio Valverde y Francisco Bernis, y el propietario de tierras en Doñana, Mauricio González Gordón. A partir de su preocupación por proteger Doñana y recabar ayuda de Europa, se creó 1961 World Wildlife Fund (WWF) con el objetivo de defender la naturaleza amenazada en todo el mundo. Adena es su delegación para España, creada en 1968, que tenía como presidente al príncipe Juan Carlos y como vicepresidente a una persona, que creo muy importante, porque en su época nos acercó a la naturaleza para conocerla, respetarla y amarla: Félix Rodríguez de la Fuente, el primer ecologista que conocimos y que perdió la vida por su pasión de enseñarnos la naturaleza y la fauna.
Y es que la presión económica y política es aplastante, no miran nada más que, una, sus beneficios en dinero y, otra, sus beneficios en votos. El Parque Natural de Oyambre, en los setenta, querían urbanizarlo y fue una lucha que llegó hasta 1988, año en el que se declara parque natural. Se criticaba mucho, y aún se hace, a los ecologistas, pero, aunque a estos les mueva la naturaleza, van respaldados por científicos. De no haber ocurrido esta declaración, se hubieran perdido las dunas, se hubiera construido con más ánimo especulativo que constructivo, las playas y su entorno no serían lo que hoy admiramos y disfrutamos. Recuerdo las manifestaciones que se hacían en la playa de Oyambre, a la que acudíamos muchas personas que nos manifestábamos con los niños, haciendo una cadena humana a lo largo de la playa. Todavía quedan en una zona de la ría restos de troncos de los eucaliptos que habían plantado en su día y que alteraron el ecosistema propio de una ría. Otra vez los eucaliptos, al igual que en Doñaña; el interés económico, frente a la protección de la naturaleza y su ecosistema.
Cuento esto porque creo que son dos buenos ejemplos de hacer las cosas bien para proteger la naturaleza. En los dos casos, fueron básicamente gente ecologista, apoyados por la ciencia, y otros solamente por amor a la naturaleza.
Ahora toca preocuparse y ocuparse, no de una zona, sino del planeta. Porque el cambio climático ya no admite más conversaciones de si es o no es: ES. Ya no es un problema inventado por grupos de ecologistas “locos”, aunque a veces se hayan jugado la vida, y tenemos que ser todos los que nos pongamos a hacer lo que toca, algo que ya sabemos todos, y de no ser así, preocuparnos en informarnos, si no queremos un planeta VACÍO. Porque no aguanta más CO2. Hemos añadido grandes cantidades, aparte del existente en la tierra de forma natural, con nuestro llamado “progreso”, que no sabemos en qué puede acabar de no tomar conciencia y, por lo tanto, medidas, que debemos exigir a los políticos mundiales, empezando por los nuestros, y a todos los habitantes de nuestro planeta, empezando por nosotros. Son solo 1’5 grados de subida de temperatura lo que nos separa de una catástrofe.
Carmen Montojo©
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