sábado, 15 de febrero de 2020

¡AY, QUÉ DARÍA YO!



El polvo del camino,
la fragancia de unos pinos,
el murmullo de un río,
el brillo de una estrella…
Ay, qué daría yo! 

La honradez de su gente,
la verdad de sus palabras,
las arrugas de sus manos,
las migas de su pan…
¡Ay, qué daría yo! 

Ese viento que embiste,
esa mar brava que solloza,
esa cala que me acuna,
ese querer que no me calla…
¡Ay, qué daría yo! 

La luz de una amada tierra,
el sueño de unas noches,
el corazón de una madre,
la lágrima de un silencio…
¡Ay, qué daría yo! 

Una vida lejos que se va,
una ilusión que se pierde,
una puerta cerca que se abre,
un castillo nuevo que se crea…
¡Ay, qué daría yo! 

El caos de unos amores
que no encuentran su camino,
fundiéndose en abrazos
de esperanza a una hija...
¡Ay, qué daría yo! 

Dime tú, como parar
esa nostalgia desgarradora,
ese caudal descontrolado
de ese fuego que es mi tierra…
¡Ay, qué daría yo! 

Son las ocho y no para
ese largo pasadizo
de estrecharse entre sus aguas,
¿sabes, amigo mío, a dónde va?...
¡Ay, qué daría yo! 

Dile, cuando esté solo
y cerca de una dulce ola,
que fue ladrón de mis sueños,
de mi vida y de mi historia.
¡Ay, qué daría yo! 

©Francis Cortés Pahissa

1 comentario:

Lines dijo...

Aplaudo. ¡Vaya qué sí!
Un abrazo.