martes, 27 de octubre de 2009

EL NORDESTE

En una mañana de otoño sale el sol radiante y al mismo tiempo perezoso, que a las nueve de la mañana asomaba por el horizonte, resplandeciente, con una fuerza cegadora.

A poco más de una hora se presenta con furia el intrépido y atrevido nordeste y todos comentamos: "ya está aquí nuestro amigo el nordeste"

No pasa desapercibido, se cuela por las rendijas mas diminutas, hasta el interior de nuestras casas; nos congela los hogares y hasta la sangre de nuestras venas.

Al contrario que el sol, abrimos puertas y ventanas para darle entrada. Al nordeste le tenemos pánico, es como un duende, forajido e incansable que no cesa ni un momento desde la mañana hasta el anochecer.

Un buen día de sol, cuando sale el nordeste, nos ponemos prendas de abrigo, como si fuera pleno invierno, pero ni aun con eso quitamos el frío.

Cuando nuestra flota pesquera eran barquitos pequeños y salían a pescar, al salir el nordeste, todos enfilados se volvían para puerto sin haber capturado nada.

En verano agradecemos ese aire fresquito, que en muchas partes quisieran para sobrellevar el calor agotador de mas de 35º, pero también nos quita el calor del sol, en las épocas que mas lo necesitábamos y que tanto añoramos.

M. Blanca Santos Gutiérrez ©
Octubre 2009

EL NORDESTE

¿Nunca has tenido la sensación de no saber donde estas cuando te despiertas? Pues esa misma sensación tenía Lara junto antes de abrir los ojos, pero fue mucho peor un minuto después, cuando despertó totalmente..

Se encontraba tumbada en medio de un campo con un color entre el azul oscuro y el gris perla, no sé si llegas a imaginarlo, pero la imagen fue mejorando; se levantó y miró a su alrededor y solo encontró un árbol enorme y tierra nada más. No había casas, ni gente ni ríos, pero de repente se dio cuenta de que no veía agua pero sí la escuchaba, aunque no sabía de dónde venía ese maravilloso sonido, que tanto le gusta desde que era pequeña, ya que había crecido en un pequeño pueblo, rodeado de agua y siempre se había sentido libre al escuchar las olas chocando contra el acantilado.

Pero en donde se encontraba no había agua sino su sonido; dio unos rodeos por aquella tierra pegando varia voces para ver si allí había alguien y poder preguntarle donde estaba y si sabían como salir de allí pero nada. Parecía como si las voces que dio fueran respondidas por el silencio ya que allí no apareció nadie; de nuevo se volvió a sentar, un tanto desesperada, porque tenía la sensación de no controlar nada y de estar allí sola.

¿Dónde estaba la gente? ¿Y su familia? ¿Qué hacía allí? No paraba de hacerse preguntas pero, pero estas cesaron ya que un susurro extraño movió las ramas de aquel gigantesco árbol, y le dio una sensación de escalofrío

De repente tras ese extraño susurro, apareció alguien delante de ella. Sorprendida se levanto de un salto, y empezó hacerle preguntas una tras otra, pero aquel extraño personaje, vestido entero de blanco, no le contesto, es más parecía como si no la escuchara, y no la mirara a los ojos pero sí, si hablaba, aunque ella no entendía nada de lo que decía porque no hablaba con ella, ¿pero con quién hablaba? ¿Y de qué? Solo entendió que se llamaba Pablo Méndez y que él sabia como se llamaba ella.

De repente otra vez ese susurro helado y aquel hombre de blanco desapareció como había venido. Lara no sabía si reír, pegar saltos o quedarse callada y eso hizo, dio vueltas por la tierra dando vueltas y pensando: “estoy soñando, esto es un sueño. Lara despiértate y vuelve a tu mundo”

Esto se decía, mientras abría y cerraba los ojos pero allí seguía, al lado de aquel árbol azulado, y de repente no se lo podía creer otra vez ese susurro, que movía las ramas hasta que aparecieron varias personas, pero esta vez esas personas, ella si las conocía eran su familia, aunque no la escuchaban y tampoco la mirada era igual que con Pablo, pero eso sí, si la hablaban.

La contaban qué habían hecho ese día y también viejas historias de su familia. Así estuvo un tiempo escuchando, sin poder hablar. Y ella no entendía nada, solo quería que la escucharan, que la ayudaran a salir de allí y volver, y no aguantó más se levantó empezó a gritar y a llorar sin parar, como nunca lo había hecho, porque no entendía nada, porque quienes la podían ayudar, no la veían y peor aún no la escuchaban.

Entre todo este caos el susurro apareció silencioso y frío como siempre y con él Pablo, hablando con mi familia y no conmigo. Como un ave de mal agüero ese susurro silencioso apareció y con él toda la gente que estaba a su alrededor, no pudiendo decir ni adiós a su familia.

Frustrada, intento calmarse respirando tranquila, escuchando el agua tranquila. Entonces empezó a rondarle una idea, ¿y si estaba allí por algo, para aprender algo?

Lara empezó a gritar diciéndole al mundo que la rodeaba “¿qué quieres de mí? ¿qué quieres que vea o aprenda?” Pero no hubo respuesta, así que tras un tiempo desistió en la búsqueda de la misma e intento descansar, pero no podía y tras un tiempo que a ella se le hizo eterno, el susurro silencioso que Lara ya odiaba porque solo hacía que la gente apareciera y desapareciera a su antojo, apareció de nuevo y con él Pablo, pero esta vez no iba de blanco y ahora entendía lo que decía, es más le notaba cercano pero triste a la vez y no sabía porque, no podía preguntárselo, lo que más le sorprendió fue que le hablaba de fuerza y de esperanza, pero Lara no sabía para qué necesitaba fuerza, ¿para salir de allí? o ¿para que la escucharan?.

¿Entonces Pablo sabía dónde estaba, o era su imaginación que la estaba jugando una mala pasada?. Mientras daba vueltas a esa idea el susurro se llevo a Pablo, y con el también las dudas de Lara; ahora lo tenía claro tenía que salir de allí, ¿cómo?, no lo sabía pero tenía que ser fuerte y luchar pues tenía que descubrir el misterio de haber llegado hasta ese lugar, y estaba segura que lo descubriría y después de salir de allí, buscaría qué era lo que provocaba ese susurro silencioso como si fuese “el nordeste” y decirle que es la peor sensación que había sentido nunca y que la eliminara de aquel extraño mundo porque te hacía sentir frío, sentirte solo y sobre todo sentirse sin nadie.

Sin saber porque se sintió cansada y se tumbó y durante unos cuantos días descansó. No quería despertar, pero abrió los ojos y miro a su alrededor; ya no estaba en ese extraño mundo pero tampoco en su casa,

¿Dónde estaba?... De repente vio a Pablo y él le pregunto si se encontraba bien y si le oía. Ella le pudo contestar y se sintió feliz, de repente miró a su alrededor y vio que era un hospital donde se encontraba, pregunto ¿qué había pasado? Y Pablo le contó que era su médico y que llevaba cuatro días en coma y que con fuerza y esperanza había salido.

Entonces Lara empezó a entender todo, el mundo extraño, que no la escucharan… Pero el paisaje, ¿de dónde era? Y de repente miro por la ventana y vio a ese majestuoso árbol y escuchaba el agua. Pablo le contó que el agua que se escuchaba era una fuente que desde la ventana no se veía, entonces Lara empezó a reír y a contarle a su médico donde había estado en el coma. Pero de repente el susurro silencioso apareció en escena, y Lara se dio cuenta que el susurro era el aire, que se producía al abrir la puerta de su cuarto, y lo producía la gente que venía a verla y a decirle que estaban con ella y la estaba esperando a que se despertara.

Y se dio cuenta, de que aquel susurro frío, que ella odiaba y la hacía sentirse sola, era todo lo contrario era el aliento de la gente que la quería, y querían que estuviera otra vez con ellos.

Jezabel Luguera González ©
Octubre 2009

sábado, 24 de octubre de 2009

SIGUE EL VIENTO SOPLANDO DEL NORDESTE

Sigue el viento soplando del nordeste
y acaricia la brisa mis cabellos,
es un roce despacio y prolongado
es un suave murmullo desde el cielo.

Las banderas se agitan en los mástiles,
el castillo recibe al fiero viento,
y las piedras labradas hace años
se estremecen un tanto sin saberlo.

Yo te siento nordeste de mi tierra,
y medito despacio en el silencio,
escuchando la música divina,
que enaltece la paz y el embeleso.

Hay un aura que siempre te acompaña,
y alborota a los niños en sus juegos,
es la luz y la brisa seductoras
penetrando en el alma muy adentro.

Hoy admiro a la alegre golondrina,
la gaviota pasando con su vuelo,
el gorrión del jardín, alborozado,
la paloma escondida en el alero.

Y contemplo, prendido en esta tarde,
este cuadro y conjunto que yo veo,
el producto del viento del nordeste
que me trae todo esto con un beso.

Y te veo, mi bella mariposa,
la escapada y surgida de mi pecho,
buscas paz y esperanza en este día,
en la flor y el jardín del viejo puerto.

Yo sé bien lo que buscas en la tierra
y también lo que esperas de tus cuentos,
es la eterna pregunta de la vida
la que hace que tiemble mientras siento.

Siento amor, siento paz y siento frío,
con el viento y la brisa de los sueños,
el nordeste ha llegado hasta la puerta
y acaricia mi cuerpo con deseo.

Rafael Sánchez Ortega ©
17/10/09

ÉSTE, NUESTRO, NORDESTE

Esta tarde, he dado un largo paseo por lo más alto de este tranquilo pueblo en el que vivo. Las vistas son impresionantes, a mi espalda los Picos de Europa, hacia debajo, de frente, San Vicente de la Barquera y pegado a él está el mar.

Nuestro Nordeste estaba presente, se hacia notar, es un viento juguetón, se mete y se cuela por cualquier rendija, sopla y sopla sin parar. Mirando hacia el mar he podido ver olas alargadas y torbellinos de salpicaduras... Es brusco, racheado, caprichoso, frio, fuerte, es aire, limpia el cielo de nubes las barre, siempre dando un soplido del mismo lado constante y persistente.

Me daba de lleno en la cara, deseaba me arrastrara pensamientos, arrojarlos y que los lleve, preguntarle... no se qué cosas. Mas tarde bajando por un camino, renovada, serena he podido observar como daba múltiples volteretas a las hojas ya caídas, secas en el suelo y como iba desnudando a los manzanos, castaños nogales, avellanos... El reloj de la Iglesia, a lo lejos, ha sonado, tin.. tan... tin... tan... hasta dar la hora. Silencio, tranquilidad solo rota por el sonido de la campana, el rumor de las hojas mecidas, arrancadas por el viento y los trinos de los pájaros recogiéndose .

La tarde estaba envuelta de un amarillo dorado, admirable y prodigioso .Ya de regreso he tenido que sortear frutos secos caídos a mis pies, unos enteros, otros aplastados confundiéndose entre las piedras del camino.

Cerca de casa pastan placidamente unas cuantas entrañables Tudancas; me detengo siempre para contemplarlas largo rato, me ven, las miro creo me reconocen, no se... la mas cercana se acerca curiosa, dudando, me ve, la miro... se va, me voy...

Ana Pérez Urquiza ©
Octubre 2009

NORDESTE

Nordeste llevas de nombre,
vento frío e insolente,
en los rostros vas dejando
un semblante diferente.

Traspasas con virulencia
a través de los rincones,
arremolinas banderas
y ropas en los balcones.

A tu paso por el mar
embraveces con fiereza
y a sus aguas tú le das
con excesiva dureza.

El campo dejas agrietado
y te llevas su frescura,
dejando huertas y prados
segados con hendiduras.

El sol calentar no dejas
y le vences caprichoso
no dejando que sus rayos
nos calienten a su antojo.

Nos irritas y perturbas
con un frío que incomodas,
nos asedias y fastidias
con las brisas que ya agobian.

Nordeste viento irritable
que aceleras los sentidos,
tu aire tan desapacible
nos produce escalofríos.

Intentamos esquivarte
y librarnos de tu fuerza,
poniéndonos a cubierto
rindiéndonos a tu braveza.

Te marchas como llegaste,
tan robusto y prepotente,
muy soberbio y altanero,
con tu brisa irreverente

Flor Martínez Salces ©
Octubre-2009

VIENTO DEL NORTE

Principios de verano, presumía un día precioso de playa. Mañana fresquita, día limpio de nubes. Me iba a hacer falta llevar la sombrilla.

Llegué temprano, todavía no había mucha gente, una delicia para poder pasear junto a la orilla.

La marea estaba baja y una suave brisa del nordeste envolvía mi cuerpo y eso hacía que pudiese caminar más ligera, sin agobios ni calor.

Me cansé con la caminata y me tumbé debajo de la sombrilla de alegres colores. De pronto sentí que la arena me golpeaba las piernas y que cuando alguien pasaba andando junto ami, se me venía a la cara. La brisa ligera del nordeste iba subiendo de tono.

Cogí mis cosas y decidida a tolerarlome acerqué a la orilla, junto a la arena húmeda. Un poco de hoyo para proteger el cuerpo y la consabida sombrilla sirviéndome de parapeto.

¡Qué bien, -me dije. lo he conseguido!

Al poco rato otra ventolada fuerte; hace frío, la gente se va marchandoy la arena barre toda la playa. Aburrida claudico y también acabo marchando contra mi voluntad.

Es el viento del nordeste, nordestillo maravilloso que suaviza los calores veraniegos o nordestazo que nos levanta los sesos, como solemos decir.

Empieza en primavera y se queda bastante con nosotros. A su favor tiene que es seco, ideal en este clima húmedo.

Pero este año se nos acaba de colar en estas fechas en que el viento sur ya había hecho su aparición. Los días son límpios, sin nubes, las noches cielo raso y las heladas han venido demasiado pronto.

¡Puñetero viento del nordeste, nos haces abrigarnos!. Solo al socaire y al sol da gusto estar. Los árboles danzan y siguen soltando sus hojas que arremolinan al lado contrario de cuando sopla el sur, ese sur con el que jugábamos de pequeñas abriendo nuestras capas o abrigos cual diminutas mariposas danzando entre las hojas de los plátanos que llenaban el suelo del camino a casa, cuando salíamos del colegio.

María Eulalia Delgado González
Octubre 2009

EL NORDESTE PEJÍN

Hola Jane, hoy intentaré definirte como es y como nos sienta a los lugareños de San Vicente, este viento frío pero que elimina casi por completo, la humedad ambiente de este pueblo y todo su ayuntamiento.

El circulo o esfera de la Rosa de los Vientos, se divide en cuatro cuadrantes, esto ayuda entre otras cosas, los rumbos, direcciones de los vientos, etc. El Noreste se encuentra en el primer cuadrante, puesto que es del Norte al Este. La presión isobárica alta suele ser precursora de este viento, por esta zona no se da la mar de fondo. Poco deseado entre los marineros, es tremendamente entorpecedor para la pesca, pues crea una marejada muy seguida, que dificulta hasta la estabilidad y seguridad de todos ellos. Incluso en barcos preparados y grandes les es difícil, llegando a trastearlos de tal manera, que al posar pie a tierra o en el muelle, se encuentran mareados, por el cese rápido de ese tremendo vaivén. Suelen decir, que les vuelve locos…y agota.

En la zona gallega es tan violento, que algunos barcos han naufragado, se dice que le denominan “El caimán”, allí sopla con fuerza duplicada o quizás más, se dice que un gallego al morir, perdonó todo y a todos, menos al viento de nordeste. En el Mediterráneo y Andalucía se le denomina viento de Levante. En estos días, han puesto bandera roja, por ejemplo en el Cabo de Finisterre, allí se manifiesta con gran velocidad.

Si la corriente fuera en contra de la dirección de ese viento, la marejada se recrudece, esto ocurre con todos los vientos y lugares, enfría el agua y los peces suelen refugiarse seguramente, entre dos aguas para estar protegidos.

Otro inconveniente, este ya en tierra, es que seca el terreno y parte de los cultivos que se den en ese momento, los pobres repollos, coliflores, acelgas, calabacines, sufren la sequia acompañada de las ya frías rosadas de la noche. Lo uno con lo otro, produce que se acoracen y dejen de crecer como es debido, arruinan los vegetales. Incluso los prados empiezan a tomar colores amarillentos, es un efecto parecido a las suradas, es una ayuda fuerte a la caída y secado de las hojas caducas, adelantando un poco el efecto de esta estación.

Para las personas, es tiempo fresco, muy fresco, nos coge ahora con la bajada de las temperaturas lógicas del otoño, da escalofríos pero aún en los hogares, se nota el calorcillo de la anterior época, así que cuando se llega de la calle, la sensación de cobijo es considerable. Se nota el calorcillo y además se agradece, un caldito caliente con alguna caloría añadida, un pijama abrigado, sentarse en el sillón cerca de alguno de nuestros seres queridos, arroparse con esa mantita para las piernas. Es posible que este acercarse a los nuestros, nos produzca esa ternura que nunca sobra.

Pero tenemos alguna ventaja en este tiempo, por ejemplo que el Sol luce con claridad y fuerza, la ausencia de humedad seca mejor la ropa, da apetito de cosillas calóricas, se abre el taller de escritura, jajaja. La lluvia desaparece mientras este sople, porque es el llamado“ nordeste de clarón”, aunque también existe el que denominan ”negro”, que viene cargado de nubes y suele llover e incluso nevar. Mi panadera está feliz por el ambiente seco, ayuda a que el pan esté más crujiente y se conserve más horas así, es bueno para recolectar y secar los frutos del tiempo, los maíces, las alubias, castañas, nueces, avellanas.

Los colores eléctricos que se ven a marea llena, pasan de azules, verdes, plateados o grises en todos sus matices. El pequeño movimiento que imprime el aire en el agua, en esta ría interior cercana a Abaño, a pesar de que enfría un poco, merece la pena disfrutarla, lo mismo que en la Atalaya.

Este ambiente casi castellano, aminora los dolores de huesos, los problemas bronquiales y otros padecimientos que la humedad afecta. A pesar de los pesares alegra la vista, hace vistosos todos los panoramas y da una cierta alegría. Cuando se está al socaire el calor es notorio, es buen momento para pasear por la zona de la Ronda o hasta el recodo que llevaba por el antiguo camino a La Acebosa, leer sentados en los bancos que están a refugio o charlar mientras se ve jugar a los niños.

Tiene sus efectos más evidentes en la primavera y otoño, pero también se nota más porque el tiempo es fresco por sí mismo. Entra con más fuerte al subir la marea, la pleamar es el punto más álgido, a la bajamar se suele retirar o bajar su fuerza, la noche también rebaja la velocidad. Como todo en la vida, tiene partes favorables y en contra, deberemos soportarle tratando de sacar sus ventajas y aprovechar esas circunstancias.

Hasta otra vez Jane, seguro que en tu zona de residencia, tendrás este viento con algún otro nombre. Un abrazo fuerte, para evitar que nos lleve el aire.

Lines

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la Barquera
26 Octubre de 2009

EL NORDESTE

El nordeste. Como si no hubiera otra cosa de que hablar, más que del nordeste. Supongo que la idea fue de Foncho, de quien iba a ser si no. Solo a un poeta un poco pirado se le puede ocurrir decir: escribamos del nordeste. ¡Hala, ahí queda eso!. Y veréis como él empieza a buscar palabras melódicas que va tejiendo con sutileza, y nos hace un poema de los suyos que nos acojona a todos.

Pero yo que malamente “entarajilo” prosa, dime que puedo decir de un viento del nordeste que empieza por soplar las nubes del panorama, y termina por hacernos meter las manos en los bolsillos y esconder la nariz tras la bufanda que llevamos al cuello.

El nordeste. !Pero si a nadie he oído hablar bien del nordeste…! Desde que vivo en San Vicente he oído a los hombres del mar, que con nordeste no hay pez que pique el anzuelo; que el nordeste hace transparentes las aguas del mar, y ya les puedes ofrecer a los peces el mejor manjar, que ellos te contestan “que para tu abuela”. Ya puedes sentarte en el barco a cantarles una serenata, que con nordeste no hay pez que se asome a la ventana. Que a ellos no se la das con queso.

Y antes de vivir en San Vicente, cuando andaba por estos pueblos nuestros de un poco hacia adentro, solía escuchar a las gentes maldecir al nordeste que les “disipaba” los tres dedos de verde que había en los prados, y se quedaban sin una hierba que segar para el ganado. Esas son todas las lindezas que he escuchado sobre el nordeste.

Personalmente, yo que tengo un poco de huerto y jardín, cuando me levanto por las mañanas y miro a ver hacia donde hondean las banderas del Castillo, no puedo menos de exclamar: “Ya está ahí otra vez ese cabrón”. Pues el nordeste resaca la tierra hasta el punto de dejarla agrietada como si hubiera habido un terremoto, y como no ande listo a coger la manguera y regar como Dios manda, en un par de días lo mismo me seca rosales del jardín que un cuadro del huerto plantado a pimientos. Mira tú las flores y las bendiciones que yo le puedo echar al nordeste.

Hombre, ya se que se le puede buscar algo bueno al nordeste. Cuando sopla no suele llover. Y si por ejemplo, te vas a casar ese día, pues que sople el nordeste para que no llueva. Aunque quien sabe si pasando el tiempo hubieras deseado que diluviara ese día…

De todas formas, a la mejor para alguna otra cosa es bueno que salga el nordeste, pero vamos, que a mi… que a mi no me va el nordeste.

Jesús González González ©
Octubre 2009