miércoles, 14 de abril de 2010

COLORES DE ANIVERSARIO


Dulce albi-rosa
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La habitación número 206 estaba abierta. Saludé a todos, di un abrazo a mi padre y observé la estampa: Los enfermos habían sido aseados y lucían pijamas relucientes; las chicas de la limpieza extendían blancas sábanas, blancas colchas y níveas toallas; al llegar las fregonas, los familiares salimos al pasillo. Entró el doctor Gaspar con la enfermera asistente. En la 206 sólo tenía dos pacientes. A la salida, el doctor se dirigió hacia la mujer de etnia gitana.

-Buenos días doctor. ¿Cómo está Roberto? Por favor, doctor, cúremelo. Hoy hace un año que le colocaron el by-pass y ha disfrutado de buena salud. Se lo pido por Dios, querido doctor, ¡sánelo!

-Enhorabuena por el aniversario, Roberto sufre una neumonía, es decir, inflamación de los pulmones y aunque ha mejorado, todavía tiene unas décimas de fiebre. Le seguiremos administrando la medicación por la vena, le mantendremos con el suero. Usted, Emilia, encárguese de darle algún yogurt nada más. ¿Entendido? -El doctor Gaspar le habló con su dulce voz y con sus labios y manos color rosa. Después me acerqué yo.

-¿Qué me dice de mi padre?

-¡Ah, sí, Gregorio! Sus bronquios van limpiándose, las flemas son cada vez más blancas, menos consistentes, pero ya sabe, aquí lo que hacemos es un parcheo, como a los coches que tienen muchos años y muchos kilómetros. El lunes irá a casa y disfrutará de relativa calidad de vida.

-Gracias doctor. -Y entré en la habitación con las mejillas sonrosadas.

A la una llegaron las bandejas con la comida.

-José, cama 1, entre silbido y silbido de sus pulmones tomó un poco de sopa y guardó la naranja para la merienda. La fruta le ayudaba a evacuar, (padecía cáncer de próstata).

-Roberto, cama 2, opuesta a la de mi padre, ni abrió la bandeja.

¡Qué guapo me pareció aquel hombre!, rubio, de ojos azules, sonreía al contemplar a su mujer.

-Mi padre, cama 3, comió casi todo.

-Juan, cama 4, tomó dos cucharadas de caldo y un poco de verdura. Debía de sufrir mucho, porque sus ayes no cesaban. Tenía además de su mal bronquial, sarcoma.

A las cuatro, mi padre tomó leche azucarada, (era muy goloso).

Cuando las celadoras recogieron las bandejas, Emilia llegó con dos vasos de café negro y una bolsa grande, como ella misma. Roberto sorbió su café con deleite. Desde la butaca yo les observaba incrédula, ¿sería por el aniversario?

A las 8 ruido de los carritos con la cena.

-José pinchó algo de pescado.

-Juan comió un poco de tomate.

-Mi padre rebañó los platos.

¡Sí, habéis acertado!, Roberto hizo otro desplante a la cena.

Luego, los enfermos, con los auriculares puestos, dirigieron sus miradas hacia la televisión. Entonces llegó un grupo de siete mujeres gitanas. Cada una se hizo con un plato y una cuchara y Emilia les sirvió el cocido con muchos sacramentos. No tardaron ni 5 minutos en zamparlos. Salieron éstas y entraron diez hombres, que tras saludar a Roberto se enfrascaron en el contenido de sus platos. Con prisa se esfumaron.

Emilia, con el plato lleno, cogió una silla y se sentó cerca de Roberto. Una cucharada para ella y otra para Roberto, otra para ella y la segunda para él. Incluso hubo una tercera cucharada para Roberto. Yo giré hacia mi padre: "Que sólo tome yogures", la exhortación del doctor martilleaba mis oídos. Cuando terminó su potaje, Emilia recogió los bártulos, me pidió que vigilara el goteo y se marchó.

Me acerqué a la cama 2. En la penumbra de la habitación, me extrañó el color negro azulado que presentaba la cara de Roberto. La segunda vez que inspeccioné el goteo, vi. que tenía la cabeza y los brazos desparramados, sin control sobre la colcha. Llegó Emilia, miró a Roberto y se tumbó en la butaca sorbiendo su café. Yo ya había visto aquellos colores y aquella dejadez corporal en otros enfermos. Me levanté, vertí el café negro de Roberto en el lavabo. Abrí el grifo... Emilia se había incorporado y zarandeaba a Roberto.

-Ring, por favor, urgente, cama número 2.

Oí pasos apresurados. Me tumbé en la butaca con la cara hacia mi padre y estiré la manta hasta las cejas.

Era el doctor Gaspar y su equipo, le había tocado el turno de noche. Cerraron el cortinón.

-¿Qué ha pasado aquí, Emilia?, ¿por qué no nos ha llamado antes?, ¿alguien ha visto algo?

Intentaron revitalizarlo: ¡Uno, dos, tres...! ¡Nada!... Tampoco Emilia pronunció palabra.

Yo seguía con mi respiración pausada, pero con el oído atento y el cuerpo contraído bajo la encubridora manta.

¡Por fin el ruido de las ruedas y de las pisadas de los médicos se alejó por el pasillo!

Detrás, como arrastrando las zapatillas, imaginé a Emilia.

Coche rojo, vagones negros
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Hacia las 7 de la mañana entró Emilia en la habitación. Me traía un café con leche.

-Eres una buena chica, ¡gracias!

Tenía la cara, entre temerosa y demacrada. Recogió las pocas pertenencias de Roberto del ropero número 2 y se alejó.

Los enfermos fueron despertándose. José y Juan dieron con el desenlace sin mi ayuda. A mi padre, la promesa de que le contaría todo cuando le dieran el alta, le tranquilizó.

Era sábado, día de visitas generales. El circular de coches era continuo. En un rincón del aparcamiento se formó un punto negro; luego el punto fue un borrón; el borrón se extendió como chapapote en el mar.

A las 4 salió el coche fúnebre ornado de coronas de claveles rojos. Sólo se veía el parabrisas. La gran mancha negra empezó a dividirse. Una parte entró en un auto: primer vagón negro. Otra se deslizó en otro auto: segundo vagón negro. La mancha desapareció tras difundirse en 15 autos. El tren con el coche rojo portando a Roberto, seguido de quince vagones negros comenzó su marcha ladera abajo, hasta el cementerio de Santa Isabel, justo al término del monte Artxanda de Bilbao.

-Isabel, ¿qué haces?, ya ha empezado el partido. -Explicó mi padre.

-¿Apostamos algo?, -le pregunté.

-Por supuesto. Van 100 pesetas a favor de los "coloraos".

-¡Ay, Aita!, creo que hoy vas a perder.

-Ya veremos, -discrepó él.

Pero yo sabía que todo el rojo de aquel día se había concentrado sobre el ataúd de Roberto, y en el sangrante corazón de Emilia.

Isabel Bascarán ©
San Vicente de la Barquera
11-4-2010

ANIVERSARIO

Cualquier evento a celebrar puede venir bien. Se supone que es un día feliz, y eso pretendo hacer con todos vosotros.

Creo que os acordareis de aquella ocasión en que celebramos el día del libro, este año pasado.

Al final fue la primera vez que me encontré con todos, pues acontecieron circunstancias que retrasaron el encuentro.

Pero lo que realmente celebro es haberos encontrado. La verdad es que poco podía imaginar que llegaríamos a tener este trato de amistad. Dentro y con algunos de vosotros fuera, en otras actividades, algún abrazo suelto y conversaciones aisladas pero reales y agradables.

En el lugar tan alto en el que conversamos, leemos, disfrutando de esa satisfacción general, se palpa el estar a gusto y hasta las nubes.

Se nota el vivir a pleno rendimiento, se siente el corazón de tu compañero de silla.

Y mira que es casi incomodo reposar sobre ese asiento, durante casi dos horas, sin apoyo, tan solo depositando un racimo de palabras nerviosas, acalladas, temerosas, alegres, a veces tristes, otras filosóficas, jóvenes...

Se ha llorado a “moco tendido” o a “lágrima viva”, al poco recuperados de esa sensación, después de leer Jesús, (eso casi siempre), el penar se cambia en alegría desmedida y entonces terminas por reírte “partiéndose el pecho” o a “mandíbula batiente”, lloramos más veces de la risa que por otra causa.

Tenemos tres personas de poca edad, ¡menos mal!, así la media de años baja bastante; a ver, no es que quite años, pero da la sensación de que todos andamos en la misma cifra, cosas de la estadística. Es algo curioso, parece que esto iguala, son sentimientos y estos no tienen tiempo posible, etéreos, pululando entre aquellas paredes, como arañones, (si los hubiera), de afecto.

Cosa curiosa, a pesar de tener edades heterogéneas, nos miramos de igual a igual. Al menos yo no noto la diferencia, es decir no la hay. La verdad es que me costó algo estar a gusto con alguno de estos seres escribientes, pero enseguida se abrieron o a lo mejor fui yo quien lo hizo. El caso es que caminamos juntos.

Algo que ha crecido también, es el nerviosismo que porto, cada vez aumenta, cada vez se nota más, cada vez intento dejarlo atrás pero resulta difícil. Qué curioso, da la sensación de que además de cariño, tengo el compromiso con los que quieres o admiras, de poder superarte, de mejorar.

Es el lugar donde nadie te llama loco, también se puede derramar tinta y otras cosas en las páginas de nuestros encuentros. Decía la amiga con la que subí, que allí todo estaba bien, todo gustaba, todo tenía valor; y es cierto.

Pero en este aula de pequeñas dimensiones, donde la campana golpea tan cercana al grupo, que parece que quiere bajarse con nosotros para leer su mensaje, es nuestro otro hogar lleno de recursos, con la sabiduría de los niños, la madurez de la juventud, la inocencia de los mayores, la inquietud casi adolescente de los maduros, la del enseñador perplejo a las respuestas que damos, a veces de protesta, otras de permisos, otras de poco o mucho tiempo empleado en los escritos y de viva voz.

Pasa tiempo observándonos, riendo a veces a escondidas con su cara entre cuartillas o con las manos extendidas mientras una tos actuada disimula una carcajada. Algunas veces le han visto entristecerse ante una sentida carta de un desenlace postrero.

Y de vez en cuando apostilla seriamente sobre una falta o repetición, el encuadre de un texto o la forma de salir adelante en un relato complicado. Conocimientos que consiguió por si mismo que ahora nos deja extendidos en el suelo de ese local que está encima de aquella biblioteca. A nuestra disposición.

Este entorno es el mejor para un escritor, fotógrafo, pintor, historiador, erudito en ornitología y vegetación autóctona, a pesar de esos pinos que plantaron los niños casi hace una cuarentena de años, paseante solitario, atrapador de paisajes gigantescos. Montañas, mar, cielos en atardeceres enrojecidos por el acalorado sur, en ese alto imponente, donde las luces descaradas de la noche, dejan entrever las sombras en las ventanas, olores a pitanza nocturna, canciones y nanas.

Lugares donde se enseñó a tantos críos a leer y escribir, portillos de entrada cerrados en piedra, iglesias, hospitales, curas, monjas, guardianes, alcaldes, jueces, municipales, cárcel, castillo, registro, cobranzas de impuestos, vientos infernales, oteros de vigilancia, cementerios y panales.

Trocitos de tradición, leyendas y hasta fábulas. De esos “hombres del saco”, castigos de inquisidores, rezos atormentados, procesiones y mortajas. Está lleno del pasado; un auténtico popurrí de épocas, está dentro de esos terrenos con cosas interesantes que aprender, cotilleos históricos, ¡pero claro!, estos tienen esa razón de ser importante, conocer nuestro pasado para decidir en el presente.

En la noche, gracias a su poca iluminación, deja en el cielo innumerables estrellas, a un solitario Venus o una luna cercana. Las nubes agrisadas encantan a los enamorados de nuestros escritos, en sus cartas, alumnos y poemarios, a los camaradas infantiles, las turbaciones del alma, ratones o charlatanas, besadores sinvergüenzas, pesadillas, recorridos en los bosques, razones sin importancia, trocitos de esas almas, abrazos coleccionados, volcanes y niñitas enfermadas.

Allí donde nos reunimos, recibimos escritores, envueltos en nuestras vidas y en la de otros que por esos lugares pasaron, cómplices de aquellas cosas, entregando lo que sabes y puedes, lo que gusta, lejos del consumo y la maraña de este mundo agitado. Dirían que somos un grupo de seres raros, esos que no se conforman con lo que se dice y deciden pensar por si mismos.

¿Quién será el acertado?

Así es que no queda otro remedio que ser portadores de esas cuartillas, llenas de emociones, para después retomar cada uno el camino de nuestros hogares y seguir en la realidad diaria, esperando otro encuentro arriba o coincidiendo en alguno de los otros lugares sin par que tenemos. Al final tenemos un privilegio haciendo lo que nos gusta, estar con quien nos apetece y conseguir ese otro trozo de felicidad, pues nuestro corazón se compone de eso: Trozos de felicidad unidos por la satisfacción de vivir.

Queridos amigos: Os invito a la celebración de este cumpleaños, se celebrará el día 13 de abril de 2010, a las 19.00 horas, porque este día es tan bueno como otro cualquiera para conmemorar el estar juntos.

Un abrazo al compás del verso de un beso.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vicente de la Barquera
13 de Abril de 2010

ANIVERSARIO CON ROSAS

Ha caído la noche, sentada en su sillón cierra el libro, mira hacia la terraza tras los cristales, salpicados de diminutas gotas de agua deslizándose sin prisa, mira la mesa y sillas de madera protegidas de plástico transparente, están salpicadas de pequeñas lagrimitas brillantes, la luna las ilumina en esta noche de estrenada primavera .

Siente como si esa Luna le observase... inevitablemente se aproxima Mayo, mes, en el que se caso con Mario. Sus recuerdos se agolpan en su mente, pasan como una película a cámara acelerada... Universidad, primer contacto visual aparcando sus ciclomotores... Mesones de moda, contacto personal…

Bea vestía pantalón y camiseta naranja, portaba su gran carpeta de dibujo... Mario le preguntó: ¿estás en decoración , verdad? Bea respondió: ¡con este carpetón es evidente ¿no?...

Continúa mirando a la luna y sigue evocando la época de su noviazgo... sonríe... esa palabra no les gustaba a ninguno de los dos. Pasan imágenes de amigos cenas, diversión, ilusiones...

A los cuatro años de conocerse, finalizados sus estudios, se casaron en Mayo. Bea recuerda, como la noche anterior, tras la despedida de solteros, iba a ver su ramo de siete bellas “orquídeas blancas”, ¡no podía dejar de hacerlo!... después tocaba su blanco vestido.

No olvida que prometió no emocionarse en su boda, mas cuando se vio ante el altar junto a Mario y sonó “El Ave María“... se estremeció tras el “si, quiero“, con el estrenado anillo en su joven y temblorosa mano...

La Luna continúa ahí arriba, Bea da un suspiro. A su memoria llega el primer Aniversario, Mario llegó a casa con una única rosa roja envuelta en papel de celofán con un bonito lazo junto con una tarjetita, ella pensó ¿sólo una rosa? y leyó: “Bea, cada año que pase junto a ti, habrá otra rosa roja, te quiero niña de naranja”. Mario.

Ese ramo llegó a veintiocho maravillosas, bonitas, frescas y olorosas rosas rojas, envueltas en papel de celofán, con un bonito lazo y con veintiocho tarjetitas diciendo...”Bea...y terminando, te quiero niña de naranja“. Mario.

Continúa mirando a la luna, que esa noche ha sido su silenciosa confidente, sonríe de nuevo, al ver como ella, tras esconderse en una nube, aparece de nuevo radiante mientras percibe que le envía un afectuoso guiño.

Cierra las cortinas y piensa...”he sido muy afortunada por haber tenido veintiocho rosas rojas”

Ana Pérez Urquiza ©
Abril 2010

LLEGÓ LA PRIMAVERA

Llegó la primavera,
preludio del verano,
llegó con su vestido
y el verde de los campos.

Llegó fiel a la cita
que cumple cada año,
llegó tras un invierno
muy duro que ha pasado.

Llegó con su sonrisa
al cielo azul lejano,
y pronto los jilgueros
sus trinos entonaron.

Llegó con sus poemas
al pecho enamorado,
y entonces los amantes
tomáronse las manos.

Llegó la primavera
al río tan menguado,
las aguas del deshielo
ya saltan los barrancos.

Llegó tras dura espera
en nuevo aniversario,
las fuentes cantarinas
renuevan hoy sus cantos.

Llegó hasta la ribera,
el bosque del Parnaso,
las Hadas y los Elfos
contentos saludaron.

Llegó muy dulcemente,
los musgos se animaron,
brotaron margaritas
cubriéndonos su manto.

Llegó la primavera
al mar de mi Cantábrico,
rugió con nuevas olas
y besos renovados.

Llegó a los marineros
el yodo tan preciado,
salitre de los mares
que llevan en sus labios.

Llegó con la gaviota
y el vuelo del albatros,
llegó con los corales
y océanos lejanos.

Llegó junto a la brisa
que sopla sin descanso,
hurgando por los cuerpos
secretos muy guardados.

Llegó la primavera,
los miedos se han calmado,
los sueños cobran vida,
se vive sin descanso.

Llegó la compañera
de niños y de ancianos,
llegó junto a la rosa
y el lirio deseado.

Llegó cual Cenicienta
vestida con andrajos,
y pronto cobró vida
cubriendo los tejados.

Llegó la fiel amiga,
subió hasta el campanario,
cerrando allí sus ojos
mandándome su abrazo.

...Llegó la primavera
vestida con su encanto,
y me quedé dormido
sintiéndola a mi lado.

Rafael Sánchez Ortega ©
12/04/10

ANIVERSARIO

Celebramos aniversarios de muchas cosas que nos acontecen en la vida, cumpleaños, bodas de plata, de oro, de platino, de diamante, dependiendo de los años que hayan transcurrido.

Ahora acababa de hacer un año en que comenzamos nuestra andadura con el Taller de Escritura.

Nuestro primer trabajo “El Mar” está fechado el 16 de Febrero 2009. Parece mentira, pero sí, efectivamente, ya ha pasado un año y creo que ha sido muy fructífero para todos nosotros ya que nos encanta lo que hacemos y algo, en este tiempo, hemos tenido que aprender.

Nos sentimos muy a gusto cuando nos reunimos y se nos pasa el tiempo volando escuchando la lectura de nuestros trabajos. Los de Jesús con algún toque gracioso. A veces comienza María a reírse que se pasa y seguimos los demás; los de Flor tan tiernos; los versos de Blanca tan ilustrados; los escritos de Ana tan sensibles; los de Isabel tan difíciles, “es profe”; los de Laura tan profundos; los de María con su toque novelesco; los de Lines, un volcán de información; los de Jezabel con su creatividad; y por último el “profe” nos lee sus versos que le salen sin aparente esfuerzo, enormes, preciosos y llenos de romanticismo.

Luego, transferidos los trabajos al Blog, corregidos y con la fotografía siempre tan acertada, según el trabajo, queda de un lucido que hasta parecen tener su toque de importancia. Gracias Foncho por ponerme la foto de Las Hilanderas en mi último trabajo sobre Velázquez.

Hay gente que está en lista de espera para entrar en el Taller, pero me parece a mi que si no es por fuerza mayor ninguno de nosotros lo quiere dejar, así que seguiremos con nuestros escritos hasta de que se canse D. Rafael.

¡Feliz Aniversario!

Mª Eulalia Delgado González ©
Abril 2010

ANIVERSARIO

No encuentro un motivo apropiado para que un relato con este título resulte original, ¡y cuidado que habrá en este mundo cosas y sucesos que merezcan comentar su aniversario! Por ejemplo, sin ir más lejos, el número 800 de los Fueros de San Vicente. Pero qué coño de originalidad vas a conseguir, cuando resulta que con tal motivo se ha convocado un concurso de relatos a nivel nacional. Pues no habrá pocos que más o menos, no vengan a decir las mismas cosas.

Así que he pensado que si la originalidad me falla, cosa que es fácil de que nos ocurra a todos los contertulios, trataré al menos que el asunto resulte entrañable. Y para ello nada más simple y cercano a todos que referirme a nuestro primer aniversario del Taller de la Escritura que acaba de cumplirse este pasado mes de febrero.

Doce meses reuniéndonos aquí, en el apartado de los ordenadores, y doce meses ocupando cada cual prácticamente los mismos asientos del primer día. Se lo comentaba yo hace poco a Isabel que la tengo siempre a mi izquierda: “Somos como las vacas, animales de costumbres que cuando entran en el establo cada una va derecha a su lugar del pesebre”. Ya, ya se lo que me vais a decir, que nosotros no tenemos pesebre. Eso ya lo se. ¿Y sabéis porqué no le tenemos? Porque nuestro alimento es algo intangible. Nuestro alimento no es alfalfa, ni nada por el estilo. Nuestro alimento son poemas y relatos que se digieren directamente en el cerebro, porque si hubiera que rumiarlos en el estómago, seguro que hubiéramos construido el pesebre.

Pero como decía el gallego del cuento, “déjate de tonterías de pesebres y vamos a lo nuestro”: ¿Qué hemos sacado de bueno a lo largo de todo un año? No sé que pensaréis los demás, pero yo, os juro que para mi lo mejor ha sido conoceros de cerca a todos vosotros. ¡Encontrarse a gusto con tanta gente maja no hay dinero que lo pague! Esto es un regalo caído del cielo.

Y luego están nuestros trabajos. Mejores o peores, para nosotros son obras maestras. Bueno, exagerando un poquitín… Pero a mi me encanta abrir el ordenador y de vez en cuando leer lo que Lali dice de sus pintores favoritos, o “ver” como Lines se lía la manta a la cabeza y nos cuenta con pelos y señales cuanto ocurre en San Vicente. También leer como estas dos vascas sensibles Ana e Isabel desnudan el alma y nos hablan de sus vivencias íntimas y dolidas… Laura, que lo mismo vale para un roto que para un descosido, y es un todo terreno tocando cuantos temas hagan falta, y luego Blanca con sus poemas callados, como sombras, suaves y silenciosos como es ella, para después saltar al cascabel de Flor, capaz de hacer un retrato en verso al mismísimo lucero del alba. No, no se me han olvidado María y Jezabel, la sabia nueva y pujante del conjunto de soñadores que somos, capaces de hacernos ver en sus escritos, aunque no las conociéramos, su juventud desbordante. Punto y aparte para Alvaro, el benjamín de la casa que con su primer relato sobre Dinosaurios nos dejó a todos con la boca abierta. Faltan dos, Foncho y Rafael. Como mínimo a poema por día, y algo más si se tercia. Si dos, dos, que por dos vale lo que escribe, lo que vale, y lo que enseña… Pero flores no, flores a nadie, que el motivo solo era eso, el aniversario….

Jesús González González. ©
Abril 2010

50 –ANIVERSARIO

Fue un día especial, diferente, además de muy emotivo. Los padres de una amiga celebraban cincuenta años de casados y nos invitaron, ese día, a disfrutarlo junto a ellos. Su hija y yo quisimos darles una sorpresa, prepararles una ceremonia religiosa y que se volvieran a casar, pero no pudo ser, pues ese día y a la hora que queríamos que se celebrara la ceremonia no había sacerdotes disponibles.

Esto no nos desanimó y aunque "chafó" un poco nuestros planes seguimos preparando a conciencia esta ceremonia. Su hermana y ella se encargaron de que los regalos fueran diferentes, entrañables, les confeccionaron un álbum de fotos desde que se habían conocido, pasando por todas las etapas de su matrimonio hasta llegar a este día.
A la vez les compraron dos relojes como símbolo de todo el tiempo que han vivido juntos.

Fuimos diez personas en la celebración. La mesa exquisitamente preparada para el evento que se celebraba, adornada con un bello centro de flores. La comida fue agradable y sabrosa, llena de anécdotas e historias que los agasajados nos iban contando.

Llego la hora de la tarta que con música nupcial sirvieron en la mesa, esto asombró a los novios y demás personas que compartían con nosotros el inmenso comedor, la cortaron como manda la tradición y se les pidió que se besaran como es costumbre en las bodas, ellos tímidamente, con rubor lo hicieron ante el aplauso de los que allí nos encontrábamos.

Después de este momento emocionante donde se vio una lagrima correr por sus rostros, comenzaron las sorpresas en forma de regalos, esto los conmovió, pues no esperaban nada, los nervios les traicionaban al abrir los envoltorios.

Mas lagrimas corrían por sus caras que intentaban disimular, pero nos contagiaban a todos al verlos tan ilusionados, para terminar dejamos mi sorpresa, cuando me vieron aparecer con aquella gran caja se quedaron asombrados, era un regalo simbólico, eran cincuenta objetos que reflejaban los cincuenta años desde que se habían casado y que con toda la paciencia del mundo fueron abriendo uno a uno, mientras les iba explicando el significado de lo que era cada paquete que iban desenvolviendo, y a la vez fui narrándoles lo que representaban, ya que cada uno de ellos albergaba un recuerdo de todos estos años de matrimonio.

Allí había, desde una simbólica vela con su palmatoria, reflejo de las carencias de aquellos tiempos, pasando por, unas monedas que simbolizaban las arras, lo cual les gustó mucho pues en su boda no las habían tenido, y así todo un sinfín de recuerdos que les hizo recordar momentos del pasado tan entrañables.

Estaban encantados pues fueron unos mintos tiernos y en sus caras irradiaba la felicidad descubierta en aquellos gratos recuerdos, con gran contenido simbólico, los cuales fueron guardaron cuidadosamente para conservarlos como algo muy particular y dedicado exclusivamente para ellos dos.

Tengo que decir que fue una tarea laboriosa, el buscar y recopilar todo aquello, pero que viendo el resultado y lo que les gustó, mereció la pena, pues en aquella caja iba una parte importante de recuerdos de su vida.

Este día que pasamos todos juntos, fue muy especial, celebrando el cincuenta aniversario de los padres de mi amiga, a los cuales sorprendimos gratamente y con los que compartimos muy felices esa fecha tan especial.

Flor Martínez Salces ©
Abril 2010

ANIVERSARIO

Aniversario, que palabra más complicada, ¿verdad?. Bueno, por lo menos para mí, ya lo es el pensarlo.

Aniversario es la celebración de algo que te ha pasado en tu vida, o a alguien que tienes alrededor, o mas raro aun de alguien que no conoces personalmente, pero sabes que existe y que hizo algo que hay que recordar.

Y ya pAra remate, la celebración puede ser, porque se hizo un hallazgo fabuloso para la vida, o un nacimiento, igual que también un hecho histórico, monstruoso, o la muerte de alguien.

¿Alguien lo entiende?, yo la verdad que no.

Pensando en el tema de esta semana, me ha venido una idea a mi cabeza. Celebramos muchas cosas que pensamos que son importantes y si las olvidáramos, nosotros mismo nos juzgamos y nos imponemos un castigo horrible.

Pero, ¿y las cosas pequeñas que hacemos todos los días? ¿No son importantes de recordar?, opino, que las cosas pequeñas, son las que hacen nuestra vida sea nuestra. ¿No?

Quien no se acuerda de la primera vez, que leyó un libro, o la primera vez que cocinó un huevo. Seguro que si os preguntara a todos los que ahora me estáis escuchando, me diríais, qué libro leísteis, o con que años entrasteis en la vida culinaria.

La verdad es, que sin darnos cuenta, tenemos aniversarios todos los días, pero no nos damos ni cuenta de su existencia; son esas pequeñas cosas, las que para mi son importantes porque como leí, una vez: ”las cosas pequeñas, son las que merecen que la vida valga la pena”, bueno igual no era exactamente así.

Después de esta reflexión, que estoy encantada de poderla expresar, y que espero os de que pensar, quizás observéis las cosas pequeñas, esas que hacen que vuestra vida sea vuestra.

¡Ah, y feliz aniversario!.

Jezabel Luguera ©
Abril 2010

NARANJO DE BULNES

Hace ahora cuarenta años me enteré de que cerca de donde yo vivía había un “picu” muy famoso, no solo a nivel nacional, sino también mundialmente.

Y llegué a ese conocimiento por un desgraciado accidente que tuvo en vilo a media España, o quizás teniendo en cuenta la época de la que estoy hablando y dándose la circunstancia de que en este país solo teníamos una cadena de tv, posiblemente haya sido el país entero quien estuviera pendiente de la noticia.

El caso es, o fue, que en Asturias dentro de los Picos de Europa, tenemos un pico llamado Naranjo de Bulnes, o Picu Urriellu para los asturianos, donde los afamados alpinistas han hecho sus prácticas de ascensión por la cara sur, norte o por la oeste.

Dicen de este “picu” los entendidos que es la montaña más caprichosa de Asturias y no es por su altura, 2500 m. aproximadamente, ya que las hay más altas. Por lo visto tiene una forma y un color especiales. En su historia destaca el hecho de que el primer escalador que tuvo, allá por el año 1904, fue un Marqués, el de Villaviciosa, acompañado de otro escalador apodado “El Cainejo”.

Muchas expediciones, a partir de esa fecha, han venido a probar suerte por las distintas laderas del Pico y algunas muertes se han cobrado en el empeño.

Allá por el año 1970, en febrero para ser más exactos, cuatro amigos, expertos escaladores, comenzaban la aventura desde Potes. Sabedores de que el reto era de mucho riesgo dejaron aviso de que si en 6 días no estaban de vuelta se diese la alarma y subiesen a buscarles.

Pasaron por Fuente Dé, Cabaña Verónica, donde durmieron, llegando al día siguiente a la Vega de Urriellu.

Dos de los alpinistas inician la escalada quedando los otros dos como apoyo en la base de la montaña.

La climatología en esos días era muy cambiante hasta el punto de que una gran tormenta de nieve les impide continuar la escalada a tan solo dos cordadas de la cumbre.

En aquella época la comunicación con los compañeros que habían quedado en la base era a gritos, lo que hizo que siendo gritos de auxilio lo que salían de sus bocas parecieron gritos de alegría por haber conseguido el reto, a los que desde abajo escuchaban. Dando estos por concluida su labor de apoyo se marcharon del lugar tan satisfechos por la hazaña conseguida que se tomaron el camino de vuelta con suma tranquilidad tardando tres días en llegar a Poncebos.

En la zona ya había saltado la alarma por la desaparición de los cuatro montañeros movilizándose en su auxilio especialistas de toda España.

El despliegue de medios fue espectacular debido a lo complicado que resultaba el rescate.

Los montañeros llevaban siete días colgados de la pared norte de la montaña y el fuerte viento impedía a los helicópteros acercarse a ellos.

Finalmente fueron 12 alpinistas quienes escalaron por la pared sur y desde la cima pudieron izarles.

A uno de ellos le recuperaron en estado muy grave, falleciendo una semana más tarde en el hospital y el otro volvió por su propio pie con el equipo de rescate.

Han pasado 40 años de aquel suceso que hizo tristemente famoso al pueblo de Cabrales y a los montañeros Lastra, Arrabal, Rodríguez y Herreros.

Tres años más tarde Pérez de Tudela, Ortega y García Gallego lograron la ascensión invernal por la cara oeste del Picu Urriellu.

En 1906 un geólogo alemán consigue por primera vez la ascensión a la cima del picu en solitario, bautizando a la montaña con el nombre con que sería conocida mundialmente a partir de aquella fecha, El Naranjo de Bulnes.

Laura González ©
Abril 2010

ANIVERSARIO FELIZ

Pensando en el aniversario, no es en el de año tras año, sino que puede ser el de las bodas de plata, a los 25 años o las de oro a los 50. Dicha celebración me imagino causará cierta alegría, tiene que causar cierta alegría tan sublime acto.

Me haría muy feliz el poder llegar a celebrar este acontecimiento, en compañía de toda mi familia, mis hijos y nietos.

Entre unos y otros sumaremos unos treinta. Esperemos que se cumpla y salga todo perfecto. Cincuenta años es casi una vida y se ha pasado volando.

Aniversarios de cumpleaños de mis nietos, que pueden ser uno al mes. Disfruto mucho viéndoles como se lo pasan felizmente, con sus regalitos y la simpática piñata, recogiendo cosas por el suelo; por último después de comer la tarta, se disfrazan y incluso bailotean, hasta rendirse.

A esta gente menuda no hay quien los pare, nosotros de pequeños haríamos igual que ellos.


Blanca Santos ©
13-4-2010