sábado, 8 de mayo de 2010

LA SORPRESA


Estaba ya despierta, pero quería seguir estando dentro de la cama. Hoy no quería ver al mundo que me esperaba, pero de repente sonó el timbre de la puerta. Dejé que el tiempo pasara por si no volvía a sonar, pero no fue así.

Abrí la puerta y vi al mensajero con una enorme sorpresa para mi. Nerviosa firmé la factura y como no tenía nada a cambio, no hubo propina y la fabulosa sonrisa del mensajero huyó despavorida.

Dejé la sorpresa sobre la mesita, ya que por dentro, mis nervios no paraban de saltar. Respiré profundamente y leí la nota: "lo vi y no me pude resistir". Asustada me imaginé lo peor, ¿no será una prenda íntima?, ¡lo mato!,

Me dije a mi misma, que no debia caer en la desesperación que me invadía, así que muy decidida, abrí la misteriosa caja.

Tras levantar la tapa mis ilusiones desaparecieron, porque dentro, había otra cajita con su nota.

Abrí la segunda nota que ponía: "cuando lo lleves puesto, el fragor de mi amor, me saldrá por todos los poros de mi cuerpo". Dejé la nota en la mesa, me asusté mucho más que antes, mi corazonada se iba confirmando, "una prenda íntima", sonreí y abrí la segunda tapa y claramente vi otra caja y otra nota.

Mis expectativas cada vez descendía más y más, pero esto ya se había convertido en un reto. Cogí la nota: "está hecho a tu medida y es exclusivo para ti".

Ya desesperada rompí la tapa, porque ¿qué me deparaba el destino?, o mejor dicho esta sorpresa.

Al fin llegué al fondo de la caja y no me lo podía creer. Había una minúscula cajita y una enorme nota.

"Mi amor, me imagino que estés desesperada porque pensarás que tu sorpresa no llega, pero tranquila mi amor, aquí está. Lo vi hoy y no me pude resistir. Cuando lo lleves puesto, el fragor de mi cuerpo, saldrá por todos los poros de mi cuerpo. Está hecho a tu medida y es exclusivo para ti. ¿Me harás el hombre más feliz del mundo?. Si mi amor, quiero que completes mi vida, porque sin ti no tiene sentido. ¿Adivinas ya que hay en la cajita?"

Abri la misma y en ella había una maravillosa alianza. Me la puse en la mano y dije "si mi amor, me casaré contigo, pero antes te mato a besos"

Jezabel Luguera Gonzalez ©
Mayo 2010

CONSIGNA



Mientras colocaba aquella prenda intima encima de la cama, tenía en mi cabeza una sensación de desesperación. Pasó por mi pensamiento emprender sin más, la huída de aquel lugar.

El fragor de los invitados entrando a lo loco por la puerta del salón, me estaba dejando sin expectativas respecto a que hacer, ahora la casa ya estaba llena y se notaría demasiado. Además Antonio esperaba en el pasillo, esa cobardía era compañera de un temblor de piernas, digno de un “bailaor” flamenco.

Se agotó el tiempo de la primera intención, había que seguir con el papel ya preparado. No llegaba casi a tragar saliva, tenía la boca seca y me sentía por dentro como una cobarde, sin fuerza para seguir adelante.

Imaginaba la sorpresa en sus caras. Quizá el destino tendría para mi algo bueno, sí, me bullía en la cabeza desde hace mucho y tuve aquella corazonada. La hipocresía no era mi meta.

De nuevo me vestí con la ropa de las ilusiones, la felicidad es la oportunidad de vivir otras vidas, otros momentos, ya estaba harta de ansiar solo quimeras, quiero estar en la tierra, andar y no volar.

Con todos aquellos planes ajenos, dejaba mis ideales de futuro moribundos, ¡no me da la gana!, ¡me niego a la rutina de la convivencia por meta!, ¡quiero algo distinto!

Estaba claro que de esa manera, nunca seré realmente feliz. Mi padre quiso arreglar este matrimonio y no va a ser así, sus credos no son los míos. Él piensa en lo material, pero si no estás a gusto… Querer y que te quieren también, es lo deseable.

En la parte del salón de juegos, el billar era la máxima expectación, pues las bolas tenían cascabeles en el interior, sus colores eran brillantes y los tacos trabajados en una madera negra de acacia australiana, eran plegables y en su base trasera, estaban hechos de un material brillante, adornado con una bombilla interior, se veía en la oscuridad de aquella tarde noche, pues los focos estaban concentrados en la mesa de juego, dando a esa última hora, de mi supuesta boda, un centelleo hipnotizante. El aspecto lúdico de esa ceremonia, solamente atañía a los demás.

Estábamos ultimando este plan para una salida decorosa, no me preocupaba mi “novio”, porque habíamos hablado y estábamos de acuerdo, no nos competía para nada, nos queríamos como amigos de toda la vida, ni más ni menos.

Habíamos acordado cumplir el trato de las dos familias y cada uno vivir en ese matrimonio de conveniencia, una vida independiente, guardando las formas.

Pero no sería así, había que romper, ya que ese contrato de los padres, no era nuestro.

Bajamos de la mano con la actitud que se esperaba, de enamorados. Ambos nos apoyamos en cada uno de los balaustres del final de la escalera, esa era la consigna; me tocaba hablar.

Esperaban un discurso nupcial, algo referente a nuestras familias o amigos. Cuando escucharon con respeto la anulación de la ceremonia, alguien preguntó tranquilamente como si supieran todos que eso iba a suceder:

-¿Se suspende la fiesta?

Antonio dijo que no.

Salieron al jardín a dar cuenta de la cena y del bar repleto de champagne, una etiqueta con nuestros nombres rodeaba la botella, los apellidos estaban escritos debajo, rodeándoles y unidos por dos herraduras, todo en tinta de oro.

Nuestros padres respectivos quedaron con un semblante bastante demacrado, pero poco me importó, tenía un trabajo en el sur y dejaba mi casa.

Es probable que dentro de unos meses, en Navidad, cuando vuelva, todo el disgusto se les haya pasado.

Mientras dejaba en el coche mis maletas, vi como nuestros amigos, dentro de aquella fiesta que no nos concernía, disfrutaban casi con desenfreno; quizá celebraban nuestra felicidad.

Me despedí de mis padres con un abrazo un poco tenso y esperé el beso de siempre. Llegó.

Mi angustia bajó de nivel.


Ángeles Sánchez Gandarillas ©
San Vte. de la barquera
3 de mayo de 2010

¿POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ…?





Era una mañana preciosa
y me levanté con la sensación
de haber descansado,
de volver a la vida de nuevo
y con la sonrisa recuperada
en los labios.

Instintivamente, llevé mi mano al pecho,
a esa prenda íntima
que cubre el corazón
donde guardo tantas sensaciones,
tantas alegrías y desesperaciones
en esa marcha y esa huída hacia adelante,
en el fragor de una juventud
llena de esperanzas
y expectativas desbordadas.

Sabía que el tiempo pasaba
y con él mi juventud,
que el amor que buscaba no llegaba,
pero seguía buscando allí,
en esos rincones de la vida,
en las personas que me rodeaban,
en las que me presentaban
y también ¡cómo no!,
en la misma naturaleza
con tanta sabiduría retenida.

Por dentro, una voz
me decía que adelante,
que quizás la sorpresa que esperaba
estaba allí cerca,
y que si no era así
sería el destino el que me la daría
un día, una noche ó cuando fuera,
en forma de persona,
lugar y momento determinado.

Tenía una corazonada este día,
era quizás como un ramo de ilusiones
brotadas en el alma en forma de margaritas,
que como símbolos mágicos,
de esta primavera,
me hablaban de los diferentes amores,
de las quimeras e ideales que todo joven
lleva en esa edad
y trata de hacer realidad
para vencer su soledad.

Sin embargo la realidad,
la que buscaba en ese espejismo,
quizás estaba en la rutina diaria.
En saludar a la vecina del primero
con la que me tropezaba cada mañana,
en atender cortesmente al viejecito
que venía a la ventanilla a reclamar
la falta del recibo de la luz
asentado en su cuenta,
en no decir nunca jámás a esa voz
que desde mi interior me gritaba
"por qué la rechazaste si te quiso,
¡por qué, por qué...!"

Aún recordaba su figura,
la de aquella persona extraordinaria
que emanaba ternura,
a pesar de llevar tapado su pelo
con el velo negro de la misa,
y ese aura de credos y padrenuestros
que la rodeaban,
formando un algo lúdico
con su presencia adorable y misteriosa.

Y era cierto lo que me gritaba la voz
de mi conciencia.
Era cierto que yo la había rechazado
cuando ella vino a mi,
a leer mi alma,
a leer mis ojos,
a buscar mi ayuda,
porque yo estaba entonces, simplemente,
ultimando un proyecto
con varios objetivos
y mi actitud y predisposición, hacia su persona,
fue verla como un simple objeto,
una figura de la vida
donde podía satisfacer mi vanidad
y desenfreno.

Ahora yo salía a la calle,
buscaba el camino del trabajo,
me tropezaba con la gente
a la que ni saludaba,
atendía de una manera mecánica
a los clientes
y ni siquiera hacía caso a esa voz interior,
que cada vez más lejana,
repetía como un eco:
"¡por qué, por qué, por qué...!"

Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/10

TARDE DE DOMINGO


Elena tenía que comprender que no era fácil escuchar su relato sin que algunas sonrisas, e incluso carcajadas, surgieran del grupo de personas reunidas a su alrededor.

Todos la conocíamos y sabíamos de su predisposición, ya desde pequeña, para encontrarse de bruces con las situaciones más estrambóticas que alguien pudiera imaginarse.

En aquella tarde de domingo invernal, sin saber qué hacer, a todos nos pareció muy buena la idea de relatar situaciones vividas que nos pareciesen curiosas, simpáticas, entrañables…. En fin, una manera como otra cualquiera de pasar la tarde en buena compañía con un chocolate bien calentito entre las manos.

Nuestra amiga titubeó un poco antes de empezar a contar su historia, cosa que nos extrañó pues no era una persona sospechosa de padecer el mal de la timidez, ni tan siquiera le habíamos notado nunca un mínimo atisbo de vergüenza. De ahí que ese pequeño sí pero no que demostraba, no hacía otra cosa que acrecentar nuestra curiosidad por su historia.

La presión que todos ejercimos para que comenzase de una vez fue tal que suspiró hondo, cerró los ojos por unos instantes y dio comienzo a su relato provocando algunos aplausos de los allí reunidos.

Hoy voy a contaros la importancia que puede llegar a tener la pérdida de esa PRENDA ÍNTIMA que las chicas usamos cada vez más pequeña y, por consiguiente, cada vez más difícil de localizar cuando te encuentras en un momento de DESESPERACIÓN ante una HUIDA que ha de producirse de forma rápida e inesperada, encontrándote en el momento de mayor FRAGOR amoroso, en un lugar que no era el más indicado para esos menesteres.

Viendo como marchaba la relación con aquel chico que os comenté hace un tiempo, las EXPECTATIVAS de que aquello llegase a fin de mes eran muy pocas por lo que decidí que no tenía TIEMPO que perder; de manera que al ir dándome cuenta de que mi “príncipe azul” NO LLEGABA y los años iban pasando muy deprisa para mi gusto, comencé a notar POR DENTRO, con gran SORPRESA, que desde aquel momento yo decidiría mi DESTINO.

Tenía la CORAZONADA de que con decisión y un poco de confianza en mí misma mis ILUSIONES se harían realidad, igual que todos esos AMORES que yo veía como simples QUIMERAS.

Pero antes de que ese “momentazo” llegase, por si acaso se alargaba en el tiempo más de lo deseable, llegué a la conclusión de que a esas partes de mi cuerpo, tan IDEALES, que la naturaleza me había otorgado, tenía que sacarles todo el provecho posible.

Para empezar bien habría de dejar atrás la RUTINA de trabajo-casa, casa-trabajo.
NUNCA, hasta ese día, QUISE saltarme los CREDOS que me fueron inculcados desde pequeña por mi familia. Por eso el tema LÚDICO lo tenía un poco abandonado en el baúl de los recuerdos.

Aquel día ULTIMANDO los pequeños detalles de mi maquillaje y peinado me tracé unos OBJETIVOS a cumplir antes de volver a casa aquella noche.

El chico al recogerme me notó con una ACTITUD muy diferente a como me había dejado la tarde anterior, hasta el punto que decidimos saltarnos el capítulo restaurante e ir directamente a la sección cama.

Fue tal el DESENFRENO con el que disfrutábamos que nos olvidamos por completo de que aquella habitación tenía otros dueños… y en aquel momento estaban entrando por la puerta.

Laura González ©
Abril 2010

VAMOS A JUGAR CON LAS PALABRAS




Era domingo, Elena se quedó aquella tarde en casa ordenando armarios. De pronto su sortija quedó enganchada en una PRENDA INTIMA, era un sujetador, lo miró y lo tiró con rabia. No le traía ningún buen recuerdo. Recordó un día aciago en que su vida era un tanto desordenada. Aquel amor la tuvo atormentada; después de una fuerte discusión, él la agarró por los pelos, y dándole golpes contra la pared la llamaba de todo. Estaba borracho. En un descuido logró alcanzar la puerta y salir corriendo.

Recordó la DESESPERACIÓN que tuvo en la HUÍDA, en aquella noche de tormenta. Calada hasta los huesos y en el fragor de la misma pensó en otras EXPECTATIVAS para su pobre y desengañada vida.

Se resguardó bajo el alero de un quiosco cerrado. El tiempo pasaba y la tormenta arreciaba y ella NO LLEGABA a ninguna conclusión.

¿No podría darle una SORPRESA el DESTINO? Pensó en aquel amor de jovencita, una CORAZONADA, que la llenó de nuevas ILUSIONES, AMORES antiguos con QUIMERAS IDEALIZADAS.

La vida es una RUTINA. Nunca sabrá lo que le QUISO, estuvo muy enamorada y lo que lloró y lloró por él, sólo ella lo sabía; pero la convivencia se hacía muy difícil por sus diferentes CREDOS, y la inexperiencia de esos años todo lo echó a perder.

¿Qué sería de él? ¿Quizás era el tiempo de ser ella misma y poder disfrutar juntos de aquellos momentos LÚDICOS que tanto les gustaban?, como coger una bicicleta, mochila al hombro y disfrutar por perdidos pueblos, comiendo unos buenos bocadillos junto a un río, o disfrutar con una buena obra teatral.

Su mente sigue soñando y divagando, quiere ULTIMAR los OBJETIVOS para cambiar de ACTITUD. Ya no quiere que su vida se llene del vil DESENFRENO que la ha llevado a esa situación.

Despertó de sus pensamientos. Aquel amor no lo encontró, pero sí tranquilidad de espíritu, y que el tiempo decidiese.


Mª EULALIA DELGADO GONZALEZ
Abril 2010

CREDOS


A punto de cerrar la maleta no encontraba mi prenda íntima favorita. Fue la desesperación, la huída era de fragor y las expectativas poco alagüeñas.

Tenía poco tiempo para coger el avión, ya que venía con retraso. Me comía por dentro y de sorpresa me encontré en el destino deseado.

La corazonada o presentimiento que tenía era de ilusiones. Aquellos amores de hace ya algún tiempo, que habíamos roto por diversas causas y también, ciertas quimeras ó ideales en los que no concidíamos y por la rutina, él nunca quiso credos, ultimando mis objetivos y mi actitud de desenfreno otra vez se vio truncada.

Blanca Santos ©
22-4-2010

CREACIÓN ARTIFICIAL


La muñeca Barbie siente su picardías color marfil, enrollado en la cintura. Intenta estirarlo y, ¡qué vergüenza! se han olvidado de cubrirle con las braguitas. En su arrebolada desesperación piensa que una huida inmediata será lo más decoroso ante las voluptuosas miradas.

De la lejanía , le llega, algo tenue, el fragor de cascos de caballos, tambores, timbales y trompetas. ¿A qué vendrá tanto festejo? -se pregunta.

Las expectativas de encontrar hojas de parra para cubrir su pubis, emulando a Eva, se esfuman. El viento la traslada sobre un campo verde salpicado de rojas amapolas. Aquí y allí vislumbra acebos adornados de rubíes. Quisiera posarse sobre alguna frondosa encina pues lleva tiempo siendo una cometa a merced del viento implacable. Siente náuseas por dentro y expulsa ¡oh sorpresa! sus céreas vísceras. El hedor hace que el mismo viento emita unos: uf, uf. uf y las suelta en caída libre.

El estruendo de los instrumentos musicales, ahora reconoce una tuba, al compás de las herraduras de caballos lo percibe más cercano ¿”Qué celebrarán”? ¡y ella la que fuera la envidia de todas las muñecas, yace sucia y desnuda! Ignorando su destino... ¡llora perlas de cera!

Ahora es el aire el que la lleva a trompicones. Cuatro negros cuervos la acosan. El macho le asesta un picotazo tan doloroso en la cabeza que se siente desfallecer. Luego llegan dos más grandes que atraídos por el brillo de su melena le arrancan unos mechones y se alejan graznando con sus tesoros entre las zarpas.

Tres habían sido sus ilusiones:

Exhibir las mejores prendas.

Poseer un físico perfecto.

Disfrutar de los amores platónicos de su maharahá indio, Omar. Su Querido Omar no permitiría que ella, la bella Barbie, cayera en la rutina en la que vivían las demás muñecas: manoseadas por dictadoras o empalagosas “amitas”.

Pero ¡qué ilusa has sido, Barbie! y ¡qué arrogante!. Fíjate en qué penoso estado te encuentras: abandonada sobre la hierba, casi desnuda, herida en tu orgullo. ¡Por la Blanca Dama, que llegue ya el fin!. No obstante sabe que todavía la libarán hasta la última gota de cera, le arrancarán todos los filamentos dorados que le quedan y la... desflorarán.

Una bandada de golondrinas, volando en círculo compacto, se acerca a la moribunda muñequita. Algunas se afanan en recoger semillas de amapola, otras se hacen con dos bolitas rojas. Juntan los ingredientes y le mojan los labios cárdenos, Una pareja porta con sus picos la mortaja donde años atrás envolvieron a su hijita, y cubren con ella a Barbie.

La velan en gran grupo, noche y día. Y así recatada y sedada duerme plácidamente la criaturita. Cuando abre los ojos siente que otro tipo de felicidad la inunda; ya no quiere apartarse de sus amigas. Y aunque nunca expresó credos, es consciente de que existen la bondad y el sacrificio. Se despierta en ella el sentido lúdico e ingenia juguecitos para la prole. Construye también un artilugio para facilitarles las futuras migraciones.; y cuando se halla ultimándolo vuelve a oír la música de los instrumentos y el frenado de la carroza.

La Blanca Dama se apea.

-Por fin puedo abrazarte. ¡Me alegro de que hayas cambiado tu actitud!. Despídete de tus amiguitas y pasa al mundo etéreo y disfruta del amor en todo su desenfreno.

Dos golondrinas recogen con sumo cuidado la Mortaja y el Picardías y le dedican un entusiasmado trino.

Isabel Bascarán ©
Mayo 2010

CONSIGNA


Esa tarde compró una prenda íntima, un bonito camisón de seda, blanco roto en un ataque de desesperación. Quería hacer una huida de su reciente pasado, iba ante su nuevo presente.

Su separación, ante ambas familias, ocasionó un prolongado fragor, nadie lo esperaba, daban la imagen del perfecto matrimonio de cara a la galería.

Ante esta nueva vida que se le brindaba tenía muchas expectativas, ya había pasado un tiempo prudencial desde la ruptura. No llegaba a comprender por qué su marido cambió tanto por dentro, fue una sorpresa, pero el destino les desunió para siempre.

Con su nueva relación tenia una corazonada, estaba de nuevo llena de ilusiones. Le conoció antes que a su exmarido, cuando eran adolescentes, y fue de esos primeros amores, pero resultó una quimera, una ficción y fantasía, ya que su familia se opuso a esa posible unión llena de ideales, fresca y sincera.

Su matrimonio más o menos de interés económico por las dos partes, se convirtió en una rutina, no se quisieron lo suficiente. El, era un hombre dedicado a los negocios, no se ocupaba mucho de su mujer, no la valoraba...

La llegada de su hijo, no ayudó a unirles mucho, al contrario, tenían conceptos diferentes para educarle. Para Él, la educación era un Credo, internado, disciplina, rectitud. Lo lúdico, no entraba en sus planes, siempre estaba ultimando objetivos desde que el niño nació. Deseaba fuera como su padre, el mejor en todo, tenia que ser perfecto.

Ella , tenia otra actitud hacia ese niño, era más tierna, protectora, no quería criarle como a ella, tenia que ser, él mismo... libre... persona.

Ahora pasaba página de todo ello, su hijo era mayor y Ella aun era joven para vivir como quería, era dueña de su vida. Su primer amor le estaba esperando, le llevaba al desenfreno, sentía la necesidad de desencadenarse de esos años pasados, oscuros, vacíos, disimulados ante familiares y amigos.

Con su camisón en la bolsa, después de pagarlo, salio de la lencería con fuerzas renovadas, esa noche a sus cuarenta años, iba a ser en realidad la primera, veía a aquella adolescente años atrás que acudía nerviosa, feliz y enamorada hacia su cita.


Ana Pérez Urquiza
Abril 2010

JUGAMOS CON LAS PALABRAS


Llevaba varios días buscando aquella prenda íntima que tanto me gustaba, había revuelto con desesperación, todos los armarios de mi casa, pues era un regalo que él me había hecho; con su huída, y en el fragor de sus recuerdos, me dejó sin expectativas anhelando encontrarla, como si recuperándola él volvería otra vez, pero el tiempo pasaba.

Como una ilusa esperé noche tras noche a ver si regresaba. Pero no, no llegaba, y aquello me hizo sufrir; por dentro me invadía la desolación, añorando su regreso. ¿Cuál sería la sorpresa que el destino me tendría guardada?

Una corazonada me impregnaba de ilusiones creyendo en que aquellos amores y quimeras, que en otros años fueron nuestros ideales, y ahora, con su marcha, la rutina se convirtió en tristeza, y no me dejaba disfrutar.

Sé que me quiso aunque sus credos, se amparaban en lo lúdico ultimando a menudo sus objetivos, aunque con aquella actitud hizo que mi desenfreno aflorase.

Aún así seguí buscando la prenda, por fin la encontré, me aferre a ella, como en otros tiempos me había aferrado a su amor.

Por un instante le sentí, por un momento quedé impregnada de aquel aroma que tantas veces me embriagó.

Flor Martínez Salces ©
Mayo 2010

ACTIVIDAD Nº 12



(¡Se os ocurre cada cosa...! Pero bueno, lo intentaremos.)


Prenda íntima de mujer
Gozo y desesperación del hombre,
Huida rauda, y después retorno,
Con fragor buscando,
Expectativas ciertas de tardes porno.
Tiempo añorado
Que no llegaba
¡Calor por dentro
Por fuera…nada!.
Dulce sorpresa la de la prenda
Destino oculto el de sus bragas,
Que yo preví, ¡corazonada!
Con ilusiones de una contienda.
¡Calor por dentro, por fuera…nada!.
Sueños de amores y de quimeras
Sueños ilusos de aquella prenda,
Son ideales de viejo verde,
Pura rutina que nunca pierdes.
Quiso el destino que yo la viera,
credos de antaño que en mi despiertan
lúdico sueño voy ultimando
pobre objetivo sin resultado.
Triste actitud, de viejo verde,
Mente alocada, con desenfreno,
Que ya eres viejo, que ya no puedes
Echa las riendas pobre jamelgo.
Ya ni contienda,
Mente alocada,
¡Calor por dentro
Por fuera…nada!

Respeté el orden, y las puse todas como mandan los cánones. Lo escribí yo, pero es tan malo que lo va a firmar mi abuela. Yo, no. . Puede que haga otra cosa en prosa.


Jesús González González
Abril 2010