NOSTALGIA
Cuando era pequeña y aprendí a leer,
me di cuenta de que eso era lo que más me iba a gustar en la vida, cuando
tocaba recibir regalos siempre pedía cuentos, ¡siempre!, aquellos maravillosos
cuentos de hadas, en blanco y negro, alargados, con la portada en color, olor a
papel seco (aún hoy sigo abriendo y oliendo el papel con tinta, que no sé
porqué me recuerda al salitre del mar), aquellos tebeos de la pequeña Lulú,
después del Sr. Ibañez, la colección de PollyAnna, y los 7 Secretos, Robinson
Crusoe, La Isla del Tesoro, Los Tres Mosqueteros y el Conde de Montecristo,
hasta llegar a la obra completa de Agatha Christie...
Gustaba de sentarme en el suelo junto
a mi cama, con la ventana abierta de par en par para que me diera el sol, pasar
las horas muertas, perderme y esconderme en silencio, con un cuento entre las manos,
en aquella habitación de dos camitas toda rosa, hasta las flores del papel de
la pared, (las princesas no las han inventado hoy), por algo era la única niña
entre chicos y en ella gastaba gustosa su madre dos pesetas semanales en
cuentos, y a medida que pasaban los años aumentaban las pesetas y los cuentos
pasaron a ser libros.
Pero un día esa madre descubrió que
la niña pasaba demasiado tiempo leyendo, que abandonaba sus otras tareas y
deberes y encontró el mejor castigo que aplicarle: ¡hoy no lees! Una vez llegó
a rasgar un cuento y aquella niñita no ha dejado de llorar por ello, como la
vez que lloró tanto ante una portada de "La cabaña del Tío Tom" y su
padre le quitó el libro de las manos: "Hija, si lloras así solo viendo la
portada, cuánto no llorarás leyendo el libro".
En los breves espacios de tiempo que
no leía, aquella niñita encontró la solución: ¡escribió!, durante años
emborronó papeles, mal o regular, en el cole sus redacciones siempre merecieron
un sobresaliente. Hace poco ha releído sus primeros poemas de amor, un poco
lamentables, aunque alguno pudiera salvarse, había mucho corazón dentro.
Pasaron los años y esa niña sigue
amando la lectura, la Literatura por encima de todo, un grupo de amigos le animan a escribir,
ellos lo hacen muy bien, sugieren un tema de apoyo cada vez, pero hete aquí que
un día dan libertad, no hay muleta. Ahora toca lápiz y papel, y el amenazante
folio en blanco, y ¿qué cuento? ¿tiro
de vida, de imaginación? ¡nada, no hay manera, estos días no toca!, pero ya sé, escribiré cuando mi folio blanco
me susurre, me llame, me necesite, escribiré sobre lo que yo y mi perezosa y
taimada musa decidamos, y de forma ladina, cuando más tarde se pregunte por un
"tema" para la próxima reunión, con total alevosía yo lo sugeriré,
será mi venganza queridos amigos, porque ya tendré la cama hecha, la mente en
marcha y el lápiz ¡afilado!
Remedios
Llano Pinna ©
2 de Marzo
de 2016
COMILLAS
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