LOS QUE SE RIERON DE LAS BRUJAS
Queridas hermanas, el humano ya está desollado. Hincharemos su pellejo y le
pondremos de adorno una vela dentro para el día de los difuntos.
Mirad, las partes menos jugosas ―el pescuezo y..., bueno, ya sabéis― las echaremos
al puchero para caldo. El resto lo utilizaremos para hacer el hechizo de las
risas, del gusto refinado, de la buena memoria, de la atención y el detalle,
que, tal como están los tiempos a rebosar de cara duras, venderemos el producto
a millón el gramo.
Su esqueleto nos servirá ―hay que reconocer que ese “bicho” era hermoso―
para hacernos "joyitas" nacaradas. El pelo y las uñas nos
vendrán bien para hacer plumas y pinceles mágicos. Los pintores y escritores
pagarán por ellos lo que pidamos.
Sus ojos, que todo lo veían menos el peligro, nos vendrán de perlas para
los brujos fotógrafos, que cambian mucho de ojo. Estoy segura de que, cuando
organicemos la subasta interplanetaria, ni en Christie´s se venderían mejor.
Encontré la manera de invertir su cerebelo en bolsa, en esa empresa nueva,
“Hechizos de Inteligencia”, porque a pesar de ser macho, tenía buen peso, y os
anuncio que, hasta el momento, la cotización es escandalosamente alta: sube
cien enteros cada día ―muy normal, dada la escasez de ese producto.
Para el conjuro del buen humor, retraté sus risas mientras le hacía una
tortura refinada: cosquillas en los pies con los pelos de mi verruga, la más
rolliza y negra.
También quemé sus labios para espolvorear sus cenizas en nuestras reuniones
anuales. A ver si esta vez grabamos carcajadas que sean escalofriantes y los
miedos no decaigan, que, en la última reunión en el cementerio, apenas se
distinguieron entre el bullicio de los políticos ofreciendo futuros imposibles…
Teófila, tráeme la ropa del humano, nos servirá para abrigarnos la nariz en
invierno. Lo que nos sobre se venderá en el mercado de las aprendizas.
…¿Que cómo se llamaba? ¡Qué preguntas tienes, Rómula! Creo que Javier. ¡Mira!,
me gusta como nombre de la marca de cosméticos que fabricaremos con sus
cartílagos, para hacer crecer las verrugas…
Bueno, dejemos de hablar y a seguir guisando, que mañana iremos a por el
resto del grupo ―fueron unos cuantos los que se rieron de mí cuando me caí de
la escoba. Por cierto, he sacado el Ford T de mi abuela. Nos servirá para
traerlos a todos a la vez.
Cuando cerraron la puerta del coche y arrancaron, el ruido del motor quedó
amortiguado con sus carcajadas espeluznantes.
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