LA VIEJA Y EL BOMBERO
Estaba
asomada a la ventana. Hacía frío, pero quería tomar un poco el aire. Durante
los últimos días, no había podido caminar por la puñetera ciática. La vio
pasar:
–Nina,
¿dónde vas?
–Malditas
las ganas que tengo de ir al muelle, Lita; pero llega el barcu [1] y no me queda otra. ¿Cómo estás de las piernas, hija?
–Sólo
tirando. A ver si pasa de una vez y nos damos unos paseúcos tú y yo.
–Eso
está hechu, Lita. Ya te pondré un
buen café de pucheru.
Lita
también andaba algo acatarrada, y había perdido mucho el olfato la
mujer. Eran amigas desde chiquitinas, con sus toma y deja, pero se
conocían hasta las entretelas la una y la otra.
Maridos
marineros, vida dura. Lita era viuda desde hacía algunos años. La mar se llevó
lo que más adoraba, al marido que tanto amó. Tenían un hijo, el pequeño Manuel –siempre
lo llamó así-, tan buenín... Ahora
era abogado allá en Zaragoza. Le cuenta que, en breve, podrá ser juez, que se
está preparando duro. A ella no le importa mucho. Está muy orgullosa de él,
por supuesto; pero lo ve en contadas ocasiones al año, en Nochebuena, unos diúcas en Semana Santa y el mes de
agosto, que viene con la mujer y los tres mozucos
(el mediano es clavao a Tano). A
ellos, esto de la playa y el verano les encanta; son chicos, pero le están
cogiendo gusto al pueblo, ¡gracias a Dios! La mujer es un poco sosuca y no viene de muy buena gana,
pero con el buen marisco y pescado que le prepara y esos flanes y quesadas,
pues Lita se la ha ido ganando.
El
pequeño Manuel quiere que vaya a pasar temporadas con ellos, pero Zaragoza está
muy lejos y ella no quiere dejar su nido por nada del mundo; pero, a punto de
cumplir los ochenta y seis [2] años, tendrá que írselo pensando.
Lita
tiene la tarde pensativa; hace frío y no va a salir. Después de saludar a
Maruja, se vuelve hacia adentro y se queda mirando. Lo ve todo muy viejo y se
dice: "en cuanto mejore el tiempu,
me llego a ver si encuentro algún sofá guapu
y unas alfombrucas –esta moqueta ya
apesta y me da mucho trabajo–, y voy a poner calefacción, que los muzucos me lo agradecerán; pero soy tan
terca, me cuestan tanto los cambios... Me parece que me alejo de Tano, ¡si
hasta hay cosas que aún me huelen a él! ¡Seré tonta, después de tantos años...!
Además, con esos radiadores eléctricos, yo me apaño; pero cuando vienen los
críos, se quejan de humedad, ¡hasta el pequeño Manuel y la Sarita sienten
húmedas las sábanas! Pues yo las noto como siempre. Voy a encender el de
la sala y a merendar algo caliente".
Maruja
estaba en el muelle terminando la faena. El barco había descargado, y en la
lonja estaba todo controlado. Estos
hombres ahora irán a tomar unos vinos –se dijo– y yo no pinto nada con ellos y
menos con esti fríu. Estoy pensando
que paso por casa de Lita y que me invite a un cafetucu, que me va a entonar.
Cuando
se acercaba a las casucas, notó que olía
raro; miró y vio salir mucho humo de la ventana de la sala de Lita. Echó a
correr gritando como una loca, pidiendo auxilio. Los del bar de la esquina, al
oírla gritar, salieron y, viendo el panorama, llamaron rápido a los bomberos.
Y
entonces es cuando lo vi yo: a una anciana agarrada a un bombero que la estaba
bajando en brazos por una escalera (había ido arriba [3] a ponerse la bata) y
ella dándole un agradecido beso en la mejilla, bien agarradita a su
cuello, y luego otro... ¡Y salió en el telediario! Por eso lo sé.
La casuca ardió casi entera. Las dos amigas,
abrazadas, lloraban desconsoladas; una, de alegría porque se salvó su amiga, y
otra, de miedo y de pena porque sólo salvó la vida.
–Llama
al pequeño Manuel, Maruja, por favor. ¡Qué disgustu
le voy a dar! Déjame que vuelva a agradecer a estos muchachos que me sacaran y
salvaran los cuatro ladrillos que quedan.
Las
lágrimas brillando en los ojos del joven bombero, creo que sólo las vi
yo.
REMEDIOS
LLANO PINNA ©
ENERO 2018
COMILLAS
2 comentarios:
¿es una historia real?
porque parece sacada de un noticiero, me ha gustado mucho reme, tiene tu firma personal.
Se te hecho en falta el taller anterior, pero a este viniste con muchas ganas.
Tienes mucha agudeza chiquilla!. La escena del beso es real, al parecer salió en un Telediario y alguien lo comentó en la prensa, me pareció oportuno y bonito, dado el tema de este taller. Ahora bien,la historia que hay detrás sólo la "sabía yo". Un abrazo guapa, y gracias.
Remedios LLano.
Publicar un comentario