“De sentirme abandonado,
y pensar que otro a su lado
pronto, pronto le hablará de amor…”
Así decía una canción de cuando yo
era joven, y es que seguramente, cuando uno es joven, las únicas
nostalgias que le arrugan a uno el
espíritu, son las de amor. Pero como éramos jóvenes, no pasaban de ser simples
nostalgiucas de poca monta, porque a continuación nos agarrábamos al dicho de
que a rey muerto, rey puesto, y
enseguida descubríamos otra moza de buen ver, que nos mitigaba en un santiamén
las penurias de la otra.
Pero deja correr el tiempo, y verás
cómo cambia la cosa. El amor, en su más carnal sentido de la palabra, se
disuelve en la nada lo mismo que se disuelven los azucarillos en el café. Y
todas aquellas cosas que en la juventud fueron inquietudes, pasiones malamente
contenidas, y empujones de la propia naturaleza, que como te descuidaras un
poco, hasta por los oídos podías reventar,
sin saber cómo, le dejan a uno
sentado en un sillón, sin más aspiración que esperar a que Rafael
Sánchez Ortega le diga cuál es el tema sobre el que ha escribir para la próxima
reunión del Taller de Escritura.
Entonces es cuando se vuelve
nostalgia todo recuerdo del pasado, porque sabes que nada de aquello ha de
volver. Y rememoras únicamente cosas
hermosas porque el subconsciente, al menos el mío, olvidó con facilidad las
partes desagradables que hubo en mi vida. Decía otra canción de mi juventud, “recordar es volver a vivir el tiempo que se fue…” Por eso los
viejos nos volvemos nostálgicos, porque…
Vamos a ver; dime tú a mí, como
coño puedo yo darle sentido por ejemplo a las palabras “emprender”, “ilusión”,
“esperanza”, “proyecto”, “futuro”, y un sinfín de ellas más, que si las
quisiera escribir todas, no encontraría papel suficiente sobre el que hacerlo…
Uno, cuando es consciente de su situación,
sabe que no es más que un yogur con la fecha de caducidad ya pasada, y se siente sumamente agradecido
al sepulturero del pueblo por permitirle pasear cuando no hace frío, aunque sea
acompañado de un bastón comprado por cuatro perras en los chinos.
La nostalgia es eso, recordar lo
bello del pasado, pero sin hacerte esclavo
de los recuerdos, porque entonces
se transformaría en angustia, y
los amagaría. En la nostalgia encontré
yo, (de momento), el entretenimiento de la vejez, escribiendo
los recuerdos simples del pasado, y cuando se
terminen, (si aún no tiraron el yogur al cubo de la basura), a lo mejor
me decido y estrujo un poco el caletre para inventar historias.
Jesús González ©
03/11/15
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