martes, 1 de noviembre de 2016

ADIOS

¡OH! DIOS!
 Resultado de imagen de la ladrona de libros
Estamos leyendo con el Club de Lectura “La ladrona de libros”, casi que lo he empezado. Anoche se escurrió algo dentro de él, era un marca páginas. Hoy domingo fui a Misa y era El día de Pentecostés. Después de comer, salí a la terraza y abrí de nuevo el libro. Entonces me fijé en el marca páginas. VEN ESPÍRITU SANTO. “Don del Entendimiento” Un versito pequeño. El hombre ve las apariencias, Dios ve el corazón. (me quedé de piedra) Uf…El don del entendimiento sí que me hace falta…

De repente me acordé de un escrito que tengo guardado desde antes de casarme. Lo encontré una tarde al regresar de la oficina en el suelo cerca de mi casa. Es una cuartilla doblada a modo de libreta y de letra pequeña. Me impactó su lectura en aquellos momentos y lo guardé en el misal que mi padre me había regalado encuadernado en piel con mis iniciales. E.D. de cuando iba al Colegio, y allí se quedó para siempre. Alguna vez revisando cosas lo leí, y volvió al mismo sitio. Hoy lo voy a compartir con vosotros. Dice así: (la letra se sigue entendiendo bien)

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Si quieres hacer algo y ser alguien en la vida, tienes que proponer a tu juventud un querer mucho más alto, una esperanza indestructible, un ansia de infinito, una locura casi irrealizable.
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Te diré el porqué de tus fracasos. Te quedaste sobre los montones mirando a las montañas, a la tierra vacía e inmóvil. Y hay que mirar mucho más arriba; necesitas perspectivas insondables, por encima de las nubes, por encima de los soles… Tienes que fijar los ojos en…Cristo.
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¡Cuántas veces has comenzado y recomenzado a ascensión por esas carreteras de tu alma que te llevan a Dios!... Te he encontrado desanimado en muchas ocasiones. Me has dicho que no puedes, y me lo cuentas con lágrimas en los ojos. Sé que la carne te impide mirar sobrenaturalmente a lo que acontece a tu alrededor. Sé que el temperamento sanguíneo te hace mirar con optimismo la vida, para, poco después quedar destrozado y afligido con pesimismos de muerte.

La exaltación y la depresión se suceden en pocas horas. Te entusiasmas y te irritas con frecuencia, vibras por unos momentos para volver a la apatía de siempre. Sé que conoces la Eucaristía, y el pecado, la oración y el desprecio a Dios, el espíritu y la carne. Sé que no puedes llevar a cabo tus propósitos que un día de luz te fijas para las horas de sombra.

Y me has mirado con rabia, y por fin te atreviste a decírmelo: “Déjame, sigue tu camino, no me tortures. Al menos cuando no pienso en Dios tengo alguna paz”

No puedo dejarte porque estás llamado a realizar grandes cosas, y estás suicidando tu alma. No puedo abandonarte. Seguiremos los dos el mismo camino. No te desesperes jamás. Mira a Pedro negando al Señor por temer a una mujeruca. Pero Pedro lloró su pecado y por eso en él encontramos la roca fuerte de la Iglesia.

Si te dejaras en manos del Espíritu, pero de verdad, como Pablo, tu odio se convertirá en amor y tu inconsistencia, en roca firme de la Iglesia y tu pureza, en un entusiasmo infinito, y tus pasiones en energías vibrantes.

No te asustes de los defectos que tienes. Escucha el grito del apóstol: “Con alegría me glorificaré de mis imperfecciones, para que haga morada en mí el poder de Xto. ¡Lucha! ¡Brega con constancia! ¡Persevera pese al dolor!”

Te diré como el filósofo pagano: “A los hombres que me interesan algo les deseo sufrimientos, desamparo, enfermedad, mal rato, envilecimiento; quisiera que no ignoraran el profundo autodesprecio, el martirio de la desconfianza en sí mismo, la miseria del vencido, porque les deseo lo único que puede demostrar si uno tiene valor o no: el ser constante. Sin firmeza no lograrás ni ser santo, ni ser hombre”

                                                                       Mª EULALIA DELGADO GONZÁLEZ ©
                                                                                  15 Mayo 2016


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