LA VISITA
Hace
poco fui a Madrid, en una excursión cultural de seis días (cuatro, de no
parar). Aunque viví once años allí y casi todo lo conocía, había un sitio que no,
y en esta ocasión lo conseguí: la Ermita de San Antonio de la Florida. Han
hecho otra igual al lado para el culto y esa ha quedado para museo. Tuvimos la
suerte de que en esos momentos, además de los frescos de Goya —tan bonitos,
rememorando el milagro de San Antonio—, estaba también “ÁNGELAS”, de Denise de
la Rue, visto por TV. Habían colocado un espejo enorme en el suelo, casi no
quedaba espacio para andar alrededor. El efecto era espectacular, reflejándose
todo, y parecía que una caía en el fondo o estaba entre las pinturas.
Tuvimos un recorrido de norte a sur
y de este a oeste desde el autobús con guía, explicándonos éste todos los
sitios más emblemáticos de la capital. Parada para ver, por supuesto el Palacio
Real, la Catedral de la Almudena, la plaza de Oriente con sus jardines, donde
está el Teatro Real. Ya lo conocía, pero esas cosas no importa verlas una y
otra vez. Seguimos andando con otra guía por el Madrid de los Austrias, con sus
monumentos de aquella época. Parada en la plaza de San Miguel, con un mercado
del mismo nombre, precioso, de forja y cristal, lleno de delicatesen, que daban ganas de quedarse a comer allí. Puerta del
Sol, plaza Mayor, calle de Bordadores, donde se hace encaje desde el siglo
XVII.
Otra
visita guiada fue el paseo por el Madrid
de los literatos (tampoco lo conocía). Siglo de Oro, calle de las Huertas.
Casas donde habían vivido Cervantes, Quevedo, Lope de Vega y Calderón de la
Barca. El mentidero, donde los literatos leían sus obras. El suelo se iba
adornando con textos de Benito
Pérez Galdós, Luis de Góngora, Gustavo A. Bécquer, José Zorrilla, José
Echegaray, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Larra y Espronceda. Eran
unas calles llenas de encanto, con flores, comercios y bares antiguos; hasta
vimos (no recuerdo el nombre) un tablao flamenco, lleno de murales enormes
hechos en cerámica, dentro y fuera, muy bonitos y alegres.
No podía faltar la visita al
Monasterio del Escorial. Por mucho que lo conozcas, es tan impresionante… Esta
vez vi la biblioteca, con sus frescos en el techo, que parece la Capilla
Sixtina. Y una explicación curiosa: los libros, por la sequedad ambiental,
están vistos por la parte de las hojas, ventilados por sus rejillas. Otra
explicación curiosa: después de tanta historia y opulencia arquitectónica,
cuando bajamos al Panteón de Reyes, el guía nos explicó que ya solo quedaban dos
tumbas vacías, las que estaban encima de la puerta, guardadas para los padres
del Rey Juan Carlos, que siguen en el pudridero. Hay dos opciones: o reformar
ampliando (que sería muy costoso) o ponerlos a todos por matrimonios, con lo
cual quedaría libre la mitad.
Comimos en el pueblo y paseamos por sus preciosas
calles, llenas de árboles, recordando muchas tardes de cuando vivimos cerca de
allí.
Me
mereció la pena la excursión porque nos llevaron a Alcalá de Henares, que
tampoco conocía. Su nombre significa “castillo sobre rio Henares”. Patrimonio
mundial por la Unesco desde 1998. La universidad, fundada por el Cardenal
Cisneros en 1499, el palacio arzobispal y la catedral, con los restos en urna
de plata de los Santos Niños Mártires, Justo y Pastor. La plaza Cervantes, con
jardines y centro animado, junto con su calle Mayor de medio kilómetro. Con
arcos a ambos lados y mucho comercio y terrazas. Compramos almendras
garrapiñadas, muy famosas. En esa calle está el Museo Casa Natal de Cervantes.
Delante, un banco con Don Quijote y Sancho. En ella se recrea la vida cotidiana
de una familia acomodada de los siglos XVI y XVII. Está junto al hospital de
Antezana, donde pudo haber trabajado el padre del escritor. Había una botica,
donde se exponían instrumentos quirúrgicos. El estrado de las damas, donde, entre
cojines, alfombras y braseros, leían o hacían labores de bordados, comedor,
cocina, habitaciones…
Para
el día final, nos dejaron por Aranjuez, que era donde teníamos el hotel. Me
encanta, y otra vez vi el Palacio Real con su sala china de porcelanas y
espejos, tan maravillosa. Los inmensos jardines junto al rio Tajo, sus fuentes
(menos la grande de la entrada) funcionando. Una tarde inolvidable de sol
paseando por ellos.
Merecieron
la pena esos días, aunque acabáramos todos agotados.
Mª
EULALIA DELGADO GONZÁLEZ©
Junio
2017
1 comentario:
¡Vaya itinerario artístico e histórico! De matrícula de honor.
Abrazo Laly.
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